SAQQARA

 Saqqara es el sitio más atractivo e interesante del bajo Egipto, aunque es necesario subrayar que las oportunidades infinitamente menores que ofrece el delta para la conservación de los monumentos falsea cualquier intento de comparación precisa. Saqqara representa el eslabón más importante en la cadena de cementerios pertenecientes a la antigua ciudad de Menfis, y cubre un área superior a los 6 Km. de longitud por más de 1’5 Km. de anchura.

Antes de las pirámides (dinastías I y II)

El nombre regio más antiguo que los arqueólogos han encontrado hasta ahora en Saqqara es el de Narmer, al que algunos egiptólogos identifican en Menes, el legendario fundador de Menfis. Está grabado en un cuenco de pórfido que, con millares de otros vasos completos y fragmentarios de una magnífica artesanía, fue descubierto en uno de los almacenes subterráneos bajo la pirámide escalonada de Dyser. La tumba mastaba más antigua de Saqqara es sólo un poco posterior, y se fecha en el reinado de Aha (Menes, según otra escuela arqueológica, probable sucesor de Narmer).

Tumbas mastabas de la I dinastía forman casi una línea continua a lo largo el ángulo oriental de la amplia meseta norte de la pirámide escalonada de Dyser, por encima de la moderna aldea de Abusir. Sus superestructuras, construidas con adobes secados al sol y provistas de una “fachada  palatina” en forma de paneles, fueron de dimensiones considerables: la tumba S3504, por ejemplo, de tiempos del faraón Wadj, medía 56’45 x 25’45 m. En el centro de la mastaba había cámaras para el equipamiento funerario, mientras que la subestructura contenía una cámara mortuoria situada en la parte central con otras estancias subsidiarias. Las más importantes de dichas mastabas fueron excavadas por W.B. Emery entre 1936 y 1956. Se creyó que al menos algunas eran tumbas reales pensando sobre todo en sus dimensiones; pero ahora casi todos los especialistas consideran que se trata de tumbas de altos funcionarios de Menfis.

A finales de la I dinastía, la “fachada palatina” apanelada en la parte exterior de la mastaba se redujo a dos nichos en la cara este, de los que el más importante era el cercano al ángulo suroriental convirtiéndose en el punto focal del culto funerario al difunto. Las mastabas privadas, generalmente menores, de la II dinastía continuaron construyéndose en un orden aparentemente fortuito dentro de la zona occidental de las grandes tumbas de la I dinastía. Un vasto complejo de cámaras subterráneas excavadas en la roca ha sido localizado, asimismo, bajo la cara oriental de la pirámide de Unas, y otro a unos 140 metros más al este. Nada se ha conservado de las superestructuras en ladrillo, pero los nombres sobre sellos de cerámica, que originariamente se emplearon para sellar ánforas y otros artículos  del equipamiento funerario, sugieren que tales galerías fueron abiertas durante los reinados de los dos primeros faraones de la II dinastía, Reneb y Ninetjer. Si se enlaza este hecho con el hallazgo de una estela de Reneb, probablemente reutilizada en una aldea moderna cercana (aunque las circunstancias exactas del descubrimiento no están claras), parece probablemente que las galerías fueran en tiempos tumbas reales, y que los faraones egipcios fueron enterrados por primera vez en Saqqara ya a comienzos de la II dinastía.

Los constructores de pirámides (dinastía I-III)

Las pirámides. En total son 15 las pirámides reales, tratadas aquí en orden cronológico, que conocemos de Saqqara. La mayor parte de las mismas han perdido ya sus formas originarias, estrictamente geométricas, habiendo quedado reducidas a  montículos artificiales. Por increíble que pueda parecer, es casi cierto que faltan por descubrir todavía otras pirámides (por ejemplo, la de Menkauhor).

1)La pirámide escalonada de Dyser fue construida algún tiempo después del año 1630 a.C. Fue la primera pirámide en la historia egipcia, y la estructura en piedra más antigua del mundo de sus dimensiones. El carácter puntero del proyecto se nota en las vacilaciones acerca de su forma, probablemente influenciada en buena medida por el nuevo material de construcción. Seis fueron en total los diferentes planos que se adoptaron en el curso de las obras: el monumento se inició como una tumba-mastaba amplia, siguiendo con ello una tradición bien establecida en Saqqara; pero terminó como una pirámide de seis escalones. El diseño de la pirámide escalonada fue atribuido tradicionalmente a Imuthes (Imhotep, en egipcio), al que el historiador Manetón describía 2.400 años más tarde como “el inventor del arte de construir con piedra tallada”. Durante la excavación del conjunto de la entrada de dicha pirámide, en 1925-26, apareció el nombre de Imhotep escrito en el pedestal de una estatua de Nejerykhet, proporcionando así una estupenda prueba de la verdad de cuanto Manetón había establecido.

El complejo de la construcciones cercanas al ángulo suoriental de la pirámide escalonada representa una réplica en piedra de las capillas y pabellones levantados para la celebración de la fiesta sed. La fiesta se celebraba para señalar el comienzo de una fase nueva en el reinado del faraón, y la presencia de estas construcciones en piedra sólida garantizada que Dyser no quería verse sorprendido por las numerosas celebraciones del festival sed que esperaba disfrutar en su vida después de muerto. Una estancia cerrada (serdab) cerca del ángulo nororiental de la pirámide contenía su estatua sedente, que es la primera estatua real de gran tamaño y en piedra de cuantas conocimos del país del Nilo.

Durante más de cincuenta años la pirámide escalonada ha estado asociada con el nombre del egiptólogo francés Jen-Philippe Lauer. Actualmente, lo más importante de su notable aportación se centra e las capillas del patio del festival sed. Ningún visitante de Saqqara debería perderse la ocasión de ver esos ejemplos únicos en piedra de la arquitectura egipcia más antigua, restaurados en toda su belleza original.

2)El faraón Sekhemkhet intentó construir una estructura escalonada todavía mayor al suroeste de la de su predecesor, pero la pirámide quedó sin terminar y poco a poco desapareció bajo la arena. Sólo en 1950 la descubrió el egiptólogo nativo M. Zakaria Goneim, que la calificó con razón como “la Pirámide Enterrada”.

3)Fotografías aéreas muestran los contornos de una extensa área cercana (conocida por los egiptólogos como “el Gran Recinto”), todavía sin excavar y situada al oeste del recinto de Sekhmkhet. Bien pudiera haber allí otra construcción del mismo tipo, inmediatamente a poniente de la pirámide escalonada de Dyser. Y podría tratarse de monumentos de la III dinastía, aunque sólo futuras excavaciones podrán resolver los problemas de su datación y pertenencia.

4)El complejo funerario de Shepseskaf, uno de los últimos faraones de la IV dinastía, no es una pirámide sino una estructura que se asemeja a un enorme sarcófago. Es conocido como “Mastabet el-Faraun”. El único caso semejante es la tumba en Guiza de Jenthaus, madre de los primeros faraones de la V dinastía.

5)Userkaf, primer soberano de la V dinastía, construyó su pirámide junto al ángulo nordeste del recinto de Djoser, pero sus sucesores abandonaron Saqqara por Abusir, más al norte. Es probable que el regreso a Saqqara lo iniciara Menkauhor; pero su pirámide todavía no ha sido localizada.

6)La pirámide del sucesor de Menkauhor, el faraón Izezi, se levantó en la parte meridional de Saqqara.

7)La pirámide de Unas, último soberano de la V dinastía, se alza cerca del ángulo suroccidental del recinto de Djoser. Los muros del interior de dicha pirámide están llenos de textos piramidales (los “textos de las Pirámides”), una colección de encantamientos escritos con el propósito de ayudar al faraón difunto en el mundo inferior, y que pudieron utilizarse durante la ceremonia funeraria. La pirámide de Unas fue la primera que contuvo textos piramidales, cosa que después se convirtió en algo característico de las pirámides del Imperio Antiguo.

En la cara meridional de la pirámide existe una inscripción jeroglífica de Jaemuase, un hijo de Ramsés II. Recuerda la obra de reconstrucción llevada a cabo por el príncipe, famoso por su interés y afición a los monumentos antiguos. Jaemuase fue relacionado con la región menfita en sus funciones de sumo sacerdote de Ptah.

La calzada que une el templo funerario de la cara este de la pirámide con el templo del valle, estaba decorada con relieves. Entre otras escenas aparecen unos barcos trasportando columnas y arquitrabes de las canteras de granito cercanas a Asuán para las obras de construcción de la pirámide de Unas. El viaje y transporte requería siete días.

8)La pirámide de Teti, el fundador de la VI dinastía, es la más septentrional de las pirámides reales de Saqqara. Los demás soberanos de la dinastía, Pepi I (9), Merenre (10) y Pepi (11), siguieron el ejemplo de Izezi, y se trasladaron a la parte meridional de Saqqara. Desde 1965 han sido explicados sistemáticamente los pasadizos interiores y las estancias piramidales grabados en sus paredes han sido copiados y estudiados por Jean Leclant y Jean-Philippe Lauer.

12)La pequeña pirámide construida en ladrillo del faraón poco conocido Ibi, de la VIII dinastía, se encuentra en la misma zona.

13)Los restos todavía sin excavar de la pirámide que puede verse al este de la pirámide de Teti, en el norte de Saqqara, podría pertenecer al faraón Merykare, uno de los dos soberanos bastante bien conocidos del período Herakleopolitano (dinastías IX-X). Esta suposición se apoya en el hecho de que la parte de Menfis adyacente al complejo piramidal de Teti fue muy popular en esa época, puesto que la zona está densamente cubierta de tumbas contemporáneas, algunas de las cuales pertenecieron a sacerdotes de Merykare, y el barrio aparece mencionado (como Djed-isut, por el nombre de la pirámide de Tati) en la antigua composición literaria egipcia, como “Instrucción a Merykare”.

14) y 15) Las dos pirámides más meridionales de Saqqara pertenecen a los faraones de la XIII dinastía y –cosa característica de este período- están construidas con ladrillos secados al sol. El propietario de una de ellas fue Khendjer, mientras que el otro ha permanecido en el anonimato.

Tumbas privadas

El conjunto más amplio de tumba privadas, contemporáneas de las pirámides, ocupa la zona norte de la pirámide escalonada de Djoser y constituye un desarrollo natural de los primeros cementerios de las dinastías I y II. Muchas de esas tumbas, pertenecientes sobre todo a las dinastías III-V, fueron excavadas en parte hace ya más de cien años bajo la dirección del arqueólogo francés Auguste Mariette. Las técnicas y prácticas arqueológicas empleadas durante la excavación fueron las habituales por aquel entonces. Poco tiempo después, las tumbas quedaron de nuevo cubiertas por la arena y ahora son inaccesibles.

Todas las pirámides del Imperio Antiguo están rodeadas por cementerios de tumbas privadas. Algunas de las situadas al sur de la pirámide escalonada estaban listas cuando se inició la pirámide de Unas, y el resultado fue que quedaron literalmente cubiertas por la calzada de Unas, evitando así la destrucción y el saqueo de épocas posterior (la tumba muy posterior del soberano Tut-anj-Amón, en el Valle de los Reyes de Tebas, escapó al expolio por razones similares). Algunas fueron en parte excavadas en la roca, cosa menos frecuente en Saqqara, donde la roca nos e presta demasiado a esa forma de tumba. Las tumbas de finales del Imperio Antiguo y del I Período intermedio, encontradas al norte y al este de la pirámide de Teti y alrededor de la de Pepi II, son también de un interés excepcional, especialmente por su decoración en relieve o por sus infrecuentes características arquitectónicas.

La serie de tumbas privadas de Saqqara no presentan interrupción alguna, al menos durante las diez primeras dinastías egipcias (2920-2040 a.C.) y tal vez aún más. El nicho de culto en la cara oriental de la mastaba de las dinastías I y II fue asumido en el cuerpo de la mastaba durante la III dinastía o en los comienzos de la IV dinastía, probablemente con vistas a proteger sus partes, decoradas de una manera más efectiva contra los elementos. Se conectó con el exterior mediante un pasadizo, creando así la clásica capilla cruciforme de Saqqara

De ese modo, la simplicísima capilla-tumba se desarrolló durante las dinastías V y VI mediante el añadido de nuevas estancias. Estas acabaron llenando, de hecho, todo el cuerpo de la mastaba, que originariamente era una masa sólida de adobes o piedras, proporcionando así extensas zonas apropiadas para la decoración en relieve. Las mastabas más famosas de Saqqara, pertenecientes al Imperio Antiguo, son de este tipo; tal sucede, por ejemplo, con la mastaba de Ty, provista de pórtico, un patio con columnas y cuatro habitaciones, y con la tumba familiar de Mereruka.

 

El Imperio Nuevo

Tumbas privadas. Hasta ahora sólo se ha encontrado en Saqqara un enterramiento importante del período inmediatamente anterior a la subida al trono de la XVIII dinastía. Lo cual nada tiene de extraño, habida cuenta de la inestable situación política y social del país por aquel tiempo. Mucho más enigmática resulta, en cambio, la ausencia de tumbas que pudieran datarse en el período inicial o medio de la XVIII dinastía, es decir, antes del reinado de Amen-Hotep III. Algunos textos recuerdan actividades venatorias y de otros tipos de los príncipes egipcios en la zona de Gizeh; lo que nos hace pensar que Menfis fue al menos residencia temporal de algunos miembros de la familia del faraón, incluyendo probablemente al propio soberano, con las exigencias que eso comportaba para la acomodación y mantenimiento de la corte imperial. Además de que resulta difícil concebir que no hubiera en la zona menfita un contingente sustancial de personal administrativo, al tiempo que los templos de Menfis debieron de estar atendidos por un sacerdocio permanente. A menos de que las tumbas de todo ese personal no estuvieran en Saqqara –suposición un tanto improbable-, hemos de pensar que todavía no han sido descubiertas. El área más  prometedora en la que se ha de buscar es la escarpadura en el extremo oriental de la necrópolis, especialmente entre la pirámide de Teti y la punta septentrional de la meseta al norte de la misma. Las tumbas fueron probablemente excavadas en la roca; esto coincidiría con lo que sabemos sobre las tumbas provincianas de la XVIII dinastía en otros lugares (por ej. en el-Kab), a la vez que explicaría la casi total ausencia de fragmentos de relieve aislados. Hasta ahora, en Saqqara sólo se han encontrado algunas tumbas del Imperio Nuevo excavadas en la roca, entre las cuales una que pertenecía a un visir llamado Aper-el.

La gran tumba en piedra (como contrapuesta a la excavada en la roca) característica del Imperio Nuevo apareció en Saqqara, durante el reinado de Amen-Hotep III; pero la mayoría de las que conocemos hasta el presente son algo posteriores. Cuando Tut-anj-Amón abandonó El-Amarna, la residencia real se trasladó a  Menfis,  que fue preferida a Tebas. Menfis, y Saqqara, así como su cementerio más importante conservó su posición hasta el  reinado de Ramsés II, cuando el centro de actividades se desplazó al delta nororiental. Por ello, las tumbas más refinadas de Saqqara en el Imperio Medio se sitúan entre los reinados de Tut-anj-Amón y de Ramsés II; cubren un periodo de casi cien años y presentan un grupo bastante homogéneo. Los mejores artistas y artesanos del país acompañaron a la corte y tomaron parte en la preparación de los monumentos funerarios. El alto nivel artístico de las obras en relieve de este período saqqariano ya no volvió a alcanzarse en los monumentos privados del Imperio Nuevo. Por desgracia, son muy pocas esas tumbas de Saqqara que han sido excavadas científicamente. Estaban bastante próximas a la superficie, cubriendo a veces otras tumbas del Imperio Antiguo, y por ello fueron fácil botín de coleccionistas de antigüedades en el siglo pasado; la proximidad e Saqqara a El Cairo les facilitó aún más la tarea. Fue un cometido bien cómodo el desmantelar las tumbas, alineadas como estaban con bloques de piedra, y retirar los relieves decorados. Por lo que ahora sabemos, las tumbas del Imperio Nuevo se concentran en dos áreas de Saqqara: fueron consideradas inicialmente como sedes de dicha tumba, hasta que el egiptólogo belga Jean Capart ofreció, en el año 1921, argumentos de peso a favor de la localización menfita.

Pero hasta cincuenta y cuatro años más tarde, en enero de 1975, no se pudo demostrar definitivamente que estaba en lo cierto, quedando establecida con seguridad la posición de la famosa tumba.

Las características principales del plano de una capilla-tumba típica de Saqqara en el Imperio Nuevo fueron un patio abierto, a veces con columnas en uno o varios de sus lados, y la estancia del culto situada en la parte posterior de la mastaba. El elemento principal de la estancia de culto era una estela, colocada habitualmente en el eje central este-oeste de la tumba, habiendo a menudo otras estelas y estatuas en otros lugares de la mastaba. Generalmente se construía una pequeña pirámide encima de la estancia del culto. La boca del pozo conducía a la cámara sepulcral subterránea, que se abría al patio.

Las tumbas de los toros Apis

El culto del toro Apis estuvo ligado estrechamente al de Ptah, el dios principal de Menfis. Desde el reinado de Amenofis III conocemos las tumbas de los toros momificados de Apis por el Serapeum de Saqqara.

Los Períodos tardío y grecorromano.

Tumbas privadas. Parece como si durante la XXVI dinastía los diseñadores de tumbas egipcias hubieran alcanzado lo que inútilmente habían intentado en los dos milenios anteriores: proyectaron una tumba casi completamente segura. En muchas de las tumbas saqqariana de este período se construyó una cámara sepulcral abovedada encima de un pozo ancho y profundo, que posteriormente se rellenaba de arena. Un tanto paradójicamente, el remover esa enorme cantidad de material inestable del pozo presentaba a los saqueadores de tumbas dificultades técnicas mucho mayores que el romper o sortear la piedra de los períodos anteriores.  El otro tipo de tumba conocido en esta época es el más convencional de tumba excavada en la roca. La mayor parte de las tumbas de los Períodos tardío y grecorromano están cerca del recinto de la Pirámide Escalonada:

1)Al norte, aproximadamente a lo largo de la avenida de esfinges que conduce al Sarapeum; pertenecen sobre todo a la XXX dinastía y al Período grecorromano.

2)Al este, especialmente tumbas en pozo, en la zona de la pirámide de Userkaf, con otras tumbas excavadas en la roca más al este, frente a las rocas; son principalmente de la XXVI dinastía

3)Al oeste, son sobre todo grecorromanas.

4)Al sur, y cerca de la pirámide de Unas, se encuentran principalmente tumbas de las dinastías XXVI y XXVII, aunque hay también  una amplia tumba ptolemaica.

El Serapeum y otras partes de la necrópolis de animales sagrados

Los toros Apis fueron con mucho los animales de culto más importantes de los enterrados en Saqqara. Ya durante el Imperio Nuevo, el faraón Ramsés II abandonó las tumbas aisladas de épocas anteriores y puso en marcha una galería subterránea (las llamadas “Bóvedas rebajadas”) en la que se depositaban los cadáveres momificados de los toros Apis sobre anchos nichos, a ambos lados. Como al mismo tiempo sólo había uno de esos animales, un enterramiento del toro Apis sólo se daba cada catorce años aproximadamente. La galería de Ramsés II acabó por alcanzar una longitud de 68 metros. Una segunda galería (las denominadas  “Bóvedas mayores”), cortada en ángulo recto respecto de la anterior, se inauguró durante la XXVI dinastía, y el primer todo Apis allí depositado murió el año 52 de Psammético I. Dicha galería, con una longitud total de 198 metros, continuó utilizándose hasta el Período grecorromano.

Una red de capillas y templos menores se extendió por los terrenos cercanos a las catacumbas de los toros Apis, que formaban en conjunto el Seraperum (nombre derivado de Uris-Hapy, es decir, el toro Apis difunto, Osorapis en griego, más tarde identificado con el dios Serapis, que los Ptolomeos introdujeron artificialmente).Los faraones Nectanebo I y II, de la XXX dinastía, fueron los dos colaboradores más distinguidos, habiendo sido probablemente el primero el que también abrió la avenida de las esfinges con cabeza humana que abordaba el Serapeum desde la ciudad de Menfis, en el este, al pie de la meseta de Saqqara. Se dice que en 1850 una de esas esfinges, que sobresalía de la arena, sugirió al arqueólogo Auguste Mariettre la idea de que el Serapeum, mencionado por los autores clásicos, había que buscarlo en Saqqara. Nuevas pruebas todavía sin publicar, indican asimismo que el anticuario inglés A.C. Harris había llegado a la misma conclusión algunos años antes.

En el extremo oriental de la avenida de las esfinges, colindante con la ciudad de Menfis, se situaron algunos templos, entre los cuales el famoso Anubieion y el Asklepieion, construidos en su mayor parte por los Ptolomeos. En las cercanías había cementerios de chacales y gatos momificados.

Las excavaciones, llevadas a cabo desde 1964 por la Egypt Exploration Society cerca del extremo noroccidental de la necrópolis de Saqqara, han sacada a la luz galerías de la momificada “Madre de Apis” con vacas, halcones, ibis y mandriles.