EL-KAB, ESNA, EDFU

Teresa Bedman

Conferencia impartida en el Instituto Islámico

Madrid, 10 de Mayo de 1991.

Correo: [email protected]

 

 

El KAB.   

Antes de la época histórica, Egipto había estado dividido en dos reinos históricos cuyas capitales eran: para el norte BUTO, donde se van a adorar a una diosa cobra, a cuyo rey se le denominará con el título de “BITI”  y su nombre estará representado por una abeja. En el sur, la ciudad de NEJEM o HIERACOMPOLIS, donde el soberano que aquí tiene su corte se le llama “NESUT” y este título estaba expresado en la escritura por el símbolo de una planta lilacea.

En el margen oriental del Nilo existía otra ciudad gemela NEJEB, ciudad santa que estaba bajo el patrocinio de una diosa buitre.

Las excavaciones realizadas en la zona de NEJEM a finales del siglo pasado, aportan datos sobre el período que precede a la época histórica, dándonos a conocer a dos reyes del Alto Egipto, cuyos monumentos cuentan pictográficamente las etapas de la unificación de los dos reinos.

El Egipto prehistórico conoció antes de MENES una primera unificación, aunque nos es imposible establecer cuales fueron los soberanos de estos dos reinos sucesivos que los egipcios de la época histórica designan como los “Servidores de Horus”.

Fuera como fuese, lo que es innegable es que antes del período histórico, el país estaba dividido en dos reinos enemigos y que la rivalidad entre el norte y el sur terminó hacia el año 3000 a. C. con la victoria del sur sobre el norte.

Y serán precisamente estos, los acontecimientos que relatan los documentos de NEJEM.

El más antiguo de estos documentos es una cabeza de maza en caliza que perteneció a un rey que se acostumbra a llamar Escorpión, porque este arácnido servirá para escribir su nombre. 

Es notorio reseñar que el rey porta la corona blanca del Alto Egipto, lo que ha dado lugar para que se piense que el Rey Escorpión hizo una tentativa de unificación del país pero que no logró.

Probablemente a Escorpión le sucede NARMER que llevará a término la unificación comenzada por Escorpión.

Esta victoria está descrita sobre las dos caras de la paleta votiva encontrada en la tumba de este rey en NEJEM por Quibell en 1898.

El registro superior de la paleta, es el más importante desde el punto de vista histórico, pues aparece ya el rey portando la corona roja del Bajo Egipto, lo que se le ha denominado tradicionalmente como la prueba de la unificación de los dos reinos. A partir de este momento, los faraones llevarán junto a su nombre los dos antiguos títulos reales de NESUT-BITI, y las dos coronas combinadas en un solo tocado: el PSJENT.

Según estos documentos, como ocurre también en otras ciencias, no hay nada concluyente, pues cada nuevo sillar, cada nueva pieza de cerámica, nos ayuda a completar el gran puzzle que es el Egipto faraónico. (En el VI Congreso Intrnacional de Egiptologos, se aportó una importante documentación sobre tumbas reales localizadas en ABIDOS anteriores a NARMER y que pertenecen a reyes de un Egipto ya unificado. Es significativo que el nombre de NARMER se localizase en jarras de cerámica no sólo en el SINAI sino también al norte de PALESTINA. Esto nos indica una actividad comercial importante y si lógicamente Egipto estuviera saliendo de una unificación es difícil pensar que ya tuvieran unas conexiones comerciales tan amplias).

Puede que lo que NARMER hiciese fuera conquistar zonas geográficas que se mostraban en oposición al Egipto homogéneo. Todo esto se encuentra en revisión, así pues, mientras tanto, volvamos con la teoría tradicional la que nombra a NARMER como unificador de Egipto.

HIERACOMPOLIS o NEJEN fue la capital del reino horiano del Alto Egipto en el período Predinástico. De la ciudad conocemos parcialmente su estructura urbana de la época del Imperio Antiguo. Tenemos el emplazamiento del templo, en cuyo depósito principal han sido hallados importantes objetos de la época pretinita y tinita, así como restos de un palacio.

Puede que lo que NARMER hiciese fuera conquistar zonas geográficas que se mostraban en oposición al Egipto homogéneo. Todo esto se encuentra en revisión, así pues, mientras tanto, volvamos con la teoría tradicional la que nombra a NARMER como unificador de Egipto.

HIERACOMPOLIS o NEJEN fue la capital del reino horiano del Alto Egipto en el período Predinástico. De la ciudad conocemos parcialmente su estructura urbana de la época del Imperio Antiguo. Tenemos el emplazamiento del templo, en cuyo depósito principal han sido hallados importantes objetos de la época pretinita y tinita, así como restos de un palacio.

En sus alrededores se encuentra un posible fortín y varias necrópolis. NEJEM será la patria de HORUS el HIERACOMPOLITANO. En el Imperio Antiguo, esta ciudad fue la sede de un virrey con título de príncipe. Frente a NEJEM, al otro lado del río, se encuentra NEJEB, la actual EL KAB. Se trataba de una ciudad santa donde era adorada la diosa buitre de NEJBET. De hecho, NEJEB al este y NEJEM al oeste del Nilo, constituían un núcleo muy unido y vinculado a la monarquía: la diosa NEJBET será la protectora del rey del Alto Egipto. De su glorioso pasado os habla una alta muralla de 6 metros de adobe que rodeaba a la ciudad en forma de cuadrado (aprox. 530 m2). La parte suroeste (como podemos apreciar en el plano), ha desaparecido destruida por el Nilo que fluye muy cerca.

Se ha discutido mucho sobre la fecha de realización de esta muralla, pero muy a menudo se calcula que fue sobre la XXX Dinastía sobre otra anterior de la VI Dinastía.

Dentro de este recinto amurallado, encontramos las ruinas de una ciudad que fueron destrozadas de tal forma en el siglo pasado por los buscadores de “SEBAC”, que sólo se reconocen las casas por algunos fragmentos de cerámica. Estos destructores modernos alcanzaron el nivel protodinástico, donde se ha descubierto, dispuesto alrededor de un patio, a diversos silos de grano.

Es posible que las modestas estructuras del templo de NEJBET se levantasen ya a comienzos de la Primera Dinastía, pero la principal actividad constructora y embellecedora del templo de la diosa, se deba a los faraones de la XVIII Dinastía.

Tras el paréntesis abierto por el período de El Amarna, los ramésidas continuaron honrando a NEJBET con la ampliación de su templo.

TAJARKA de la XXV Dinastía, Psametico I de la XXVI y Darío I  de la XXVII Dinastía sabemos que colaboraron en el engrandecimiento del templo, si bien es cierto, que fueron HAKORIS y NECTANEBO I y II de la XXIX y XXX Dinastía respectivamente los que le dieron el aspecto actual.

Fuera del recinto localizamos dos capillas, la primera obra de THUTMOSIS III, que excavó Quibell en 1898 y hoy completamente destruida y más al sur de esta, la de NECTANEBO.

A unos 600 metros de la muralla, ya en el macizo rocoso, localizamos una necrópolis del Imperio Medio.

El período convulsivo y victorioso que viviría Egipto en este momento, se reflejará en las paredes de estas tumbas, pertenecientes en su mayoría a familias relevantes de NEJEB

Destacamos la de AHMOSIS, hijo de ABANA, “jefe de barqueros”, donde se nos describen las operaciones militares que desembocarían en la expulsión de los HICSOS (aquí es precisamente donde nos lo está contando).

La tumba de PEJERI, hijo menor de AHMOSIS. Esta tumba, se encuentra recubierta con escenas familiares. Pero un detalle nos pone de manifiesto el papel relevante que jugó esta familia, pues, junto con escenas cotidianas, el difunto PAJERI sostiene en sus rodillas a una joven princesa HUADIMES, segunda hija del faraón AHMOSIS, de quien parece fue su preceptor.

Otras tumbas importantes y que se localizan en esta zona son: la de RENI de la XVIII Dinastía y la de SETU de la XX Dinastía.

Siguiendo por el valle y en la entrada al uadi HELLEAL, se encuentra el primero de los denominados “templos del desierto”, mandado construir por los PTOLOMEOS VII y IX. Como vemos en el plano, consta de una escalera de acceso, patio rodeado por columnas, un segundo patio decorado con jeroglífico de PTOLOMEO VII, adorando a la diosa NEJBET.

A unos pocos metros encontramos otra capilla, bien conservada, mandada levantar por SETAU, virrey de KUSH, en honor de NEJBET, TOTH y al propio RAMSÉS II.

Más hacia el este, al fondo ya del uadi, se encuentra el pequeño templo que mandara levantar Thutmosis IV y Amen-Hotep III, en honor de las “Señoras del Valle”: HAT-HOR y NEJEBT.

Este pequeño templo consta de un vestíbulo porticado de época incierta, con la fachada orientada hacia la ciudad.  En el muro noroeste se puede apreciar a la diosa NEJBET y su barca, cuando la señora del Alto Egipto visitaba su valle en la procesión anual.

El vestíbulo porticado, es precedido por una habitación cuyo techo reposa sobre cuatro pilares hathoricos. Las paredes, ricamente decoradas con representaciones de las diosas fueron objeto de mutilaciones en la persecución amarniense y restaurada posteriormente por SETHY I y CAMBISES hijo de RAMSÉS II.

E D F U .

La ciudad de EDFU, situada cerca del río,  se alza sobre un ancho valle, constituyendo un sitio ideal para el asentamiento humano ya que quedaba a salvo de la inundación anual.

Aunque el monumento mejor conservado es el templo ptolemaico, se han encontrado fragmentos de estelas, estatuas, así como un área de tumbas que se remontan al Imperio Antiguo y Medio.

El templo de HORUS de EDFU en la actualidad es templo ptolemaico, pero la tradición, confirmada por la arqueología, nos dice que este templo fue espléndidamente reconstruido en la III Dinastía por ZOSER.

Posiblemente, la disposición general del santuario se deba a INHOTEP, según reza en una inscripción encontrada en la parte trasera de la naos.

La tradición nos continúa diciendo, que el templo, estaba tan deteriorado por los siglos, que los faraones de las dinastías macedónicas quisieron honrarse reconstruyéndolo, conservando para el nuevo edificio, la planta y hasta el estilo del antiguo templo de ZOSER e INHOTEP.

Así pues, al templo de HORUS de EDFU, podemos mirarlo como un templo de las primeras dinastías visto en la imagen del espejo deformador de la época ptolomaica.

El templo de EDFU, como hemos dicho anteriormente, es el mejor conservado de todos los de Egipto, y podemos tomarlo como arquetip0 de lo que fue un templo egipcio, con su sucesión de habitaciones, cada vez más oscuras, cada vez más pequeñas, con su progresión simbólica y gradual hacia el secreto del santuario.

Pero, ¿qué era un templo?. ¿Qué significado tenía?. ¿Qué rituales se realizaban?.

El templo era la residencia de los inmortales. Y en calidad de tal tenía que ser indestructible. Las primeras construcciones, que imitaban las casas de los hombres, fueron pronto sustituidas por construcciones de piedra que aspiraban a ser eternas.

Los templos son, sin duda, el gran patrimonio arquitectónico del Imperio Nuevo, ello no quiere decir que en el Imperio Medio no existiesen, pero en cualquier caso, eran de pequeñas dimensiones y exentos de grandiosidad.

A partir de la XVIII Dinastía, puede afirmarse que se crea un tipo clásico de templo relacionado con el progresivo poder que iba adquiriendo el clero en el gobierno del país y con el consecuente enriquecimiento de los templos.

El núcleo del templo era una pequeña capilla, cuadrada o rectangular, sólo abierta por el vano de la puerta, que contiene el tabernáculo de granito, piedra o madera donde se guardaba la imagen de la divinidad. Se trata de la parte más sagrada del templo al que sólo podía acceder el faraón y el sumo sacerdote. En esta misma sala o en otra contigua se encontraba la barca, sobre la cual solía ser exhibida la estatua de la divinidad en las procesiones y rituales festivos.

En torno a este núcleo había pequeñas capillas consagradas al culto de los dioses locales o dedicadas a la protección de los dioses exteriores que visitaban el templo en sus procesiones, mientras que otras salas laterales, acogían los objetos necesarios al culto religioso (joyas, vestidos...)

El ritual de este culto incluía a diario tres grupos de actos distintos: las ceremonias preliminares, el despertar, el atavío del dios, la comida, todo igual que si se tratase de la vida cotidiana del monarca.

El faraón o el sumo sacerdote, tras purificarse y ahuyentar con el fuego y el incienso las influencias malignas, rompía el sello pegado en los batientes de la puerta de la capilla del tabernáculo y se postraba ante la imagen divina para entonar himnos de alabanzas; a continuación la estatua era limpiada de los ungüentos del día anterior, se la vestía y adornaba con los atributos divinos y reales, y su rostro era acicalado con los cosméticos rituales. Llevado a cabo el atavío, le eran servidos alimentos, ceremonia que podía ser repetida hasta cuatro veces según los cuatro puntos cardinales, en previsión de que el dios pudiera alimentarse en cualquier lugar del universo. Retiradas las ofrendas se eliminaban todas las huellas dejadas por el oficiante y se sellaban las puertas hasta la mañana siguiente.

El templo egipcio semejaba un verdadero microcosmos. Es la densificación de la naturaleza terrestre y la celeste. Sus columnas en forma de palmera, de loto o de papiro se alzan hacia la bóveda celeste que es la cubierta. En ésta se representa el cielo azul poblado de constelaciones y por los dioses zodiacales y estelares que navegan por el universo.

El templo no se reducía a las estancias ceremoniales, a partir de ellas y en torno a un eje central, se iban distribuyendo salas cada vez más grandiosas e iluminadas a medida que se alejaban del santuario. La sala de la barca comunicaba por un pequeño corredor con una pequeña sala hipóstila o directamente con la gran sala hipóstila del templo. La construcción de estas salas fue, después de las pirámides, uno de los mayores logros arquitectónicos del mundo egipcio: un verdadero bosque de gruesas columnas sostenía una  cubierta arquitrabada que, por lo común, al ser más alta las dos filas centrales de columnas, se elevaban en la zona del eje del templo, formando una especie de nave principal. Esta elevación permitía que, en el espacio de muro lateral que salvaba la altura, se abriesen celosías de piedra por las que penetraba la luz, en cualquier caso escasa y difusa, que mantenía el espacio hipóstilo en penumbra.

En la sala hipóstila sólo podían penetrar los elegidos. En aquellos casos en que había más de una sala hipóstila, la mayor proximidad a la capilla de la barca presuponía un mayor grado de jerarquía social.

Las ceremonias y rituales celebrados en esta sala podían ser seguidas a lo lejos por el pueblo desde el atrio del templo dispuesto detrás de los pilonos de entrada. Este patio era como la antesala del santuario, estaba normalmente rodeado por columnas en tres de sus lados, que a veces presentaban adosadas estatuas de colosos.

La entrada de los templos, el pilono, es una monumental construcción compuesta por un muro en talud abierto con una puerta central. Para el pueblo, el pilono era el símbolo más patente del espacio sagrado que se abría a partir de él. El pilono, con su perfil superior quebrado, muestra dos torres unidas por el espacio de entrada que simbolizan los acantilados que se extienden a cada lado del valle del Nilo encerrando el río dador de vida.

El templo, rodeado por una muralla de piedra en la que se abría puertas axiales, suponía, aparte de las mencionadas, una amplia serie de construcciones: habitaciones para el personal religioso, almacenes, la Casa de la Vida, el mammisí...., algunas de ellas de gran importancia ritual, como el lago sagrado.

Los lagos, cuadrados, con paredes ligeramente curvas, eran la restitución de las aguas iniciales de las que había surgido el sol; el lago significaba la renovación de la creación que ocurría cada amanecer cuando salía el sol, cuando los sacerdotes se purificaban antes de iniciar los cultos diarios. En los lagos, también tenían lugar los rituales de los misterios  nocturnos ligados a la resurrección de OSIRIS.

Pero sabiendo ya su significado, volvamos a nuestro templo ptolemaico de EDFU.

Cuenta con unas dimensiones de 137 metros de largo y un pilono de entrada de 79x36 de altura, que hacen de él el segundo en tamaño después del de SHES-SHONK en KARNAK.

La orientación inusual del templo hacia el sur, puede deberse a la naturaleza misma del emplazamiento, aunque sí se aprecia la introducción de otros elementos nuevos: duplicación de las entresalas, variedad en la suma de capiteles, aproximación del muro del témenos al muro del templo, y la práctica unión del primero con el pilono. Novedades todas ellas muy substanciosas, sin romper con la planta que reflejaba sin duda el ideal de los sacerdotes.

Pero, algo del espíritu griego se impregnaría en la piedra: alargamiento de la columnata, la perfecta simetría, que deja ver incluso la planta de claridad meridiana, y la gran pureza de líneas.

El patio con columnas, algo más complicado que los patios de los templos tebanos, se encuentra rodeado en tres lados, por un pórtico que se apoya en el pilono, dos salas hipóstilas, dos vestíbulos y un santuario. Todo el conjunto está comprendido en un bello muro, que se une directamente al pilono y abraza tan estrechamente al templo, que el espacio dejado tiene aspecto de un largo pasillo.

Pilono y patio fueron obra de los Ptolomeos IX y X, el último de los cuales se hacía llamar NEOS DIONISOS, y está representado en los relieves del pilono como triunfador sobre multitud de enemigos entre los cuales no tuvo reparo en incluir a los propios griegos.

Los capiteles del patio son de tipo compuesto, de elementos foliáceos y florales, como brazada de loto, de papiro, de hojas de palma, de una exuberancia y variedad notable.

Si no el inventor, que pudo estar ya en activo en tiempos de los ramésidas en el segundo patio de MEDINET-HABU, fue probablemente nuestro IMHOTEP el promotor de una novedad que también iba a generalizarse en Egipto y que a los griegos hubo de chocarles: el rellenar la mitad inferior de los intercolumnios con mamparas de piedra.

A los amantes de las columnas, aquél desmán debió parecerles una atrocidad, pero a las autoridades, tuvo que agradarles la posibilidad de abrir el patio a las multitudes, reservando el pronaos para loa afectos al templo.

Así se aprecia en EDFU, detrás de las estatuas de los halcones que flanquean el escalón de acceso.

La actitud de los egipcios hacia el espacio interior puede deducirse del tratamiento dado a las columnas y a la iluminación. Las grandes salas hipóstilas con sus bosques de columnas papiriformes, sus techos pintados de azul y su débil iluminación no fueron concebidos como espacios interiores cerrados. Esto se hace evidente en todas partes a partir de su tratamiento tectónico. Las columnas imitando papiros, terminados en capullos de flores, no representan un andamiaje de apoyo, como lo hacían las columnas en Grecia. Los egipcios consideraban el techo del templo como una bóveda celeste.

Las gradaciones de luz en las dos salas hipóstilas, se suceden ante el vestíbulo del sancta sanctorum. La primera de estas salas tiene un techo soportado por una doble hilera de seis columnas precedidas por otras seis más delgadas. La parte superior del entrepaño forman también altos y amplios vanos que dejan penetrar la luz. Y todo ello decorado con multitud de escenas de ofrendas.

En los montantes de las puertas, representaciones astronómicas, con largas filas de divinidades siderales repartidas en el marco de la hora y las divisiones del mes.

A cada lado de la entrada, dos pequeñas habitaciones, la del oeste “la casa de la mañana”, donde los sacerdotes se purificaban antes de los oficios. La del este, era la biblioteca y sus muros, es un catálogo de libros litúrgicos.

La segunda sala hipóstila, se comunica por el pasillo interior al oeste por la habitación cuya puerta era la de las ofrendas secas y a este con la puerta de la habitación de las ofrendas líquidas.

Más a la derecha, al fondo, con un pequeño patio, se abre una capilla donde parece que se realizaba la ceremonia de la toma del hábito del dios, antes de la gran procesión del comienzo del año.

El santuario contiene todavía, su naos, en granito gris, de cuatro metros de altura. El zócalo del muro exterior del santuario nos proporciona la lista de los nombres del Alto y Bajo Egipto.

Alrededor, otras capillas dedicadas al culto de OSIRIS, JONSU y RA.

El exterior del templo nos ofrece dos aspectos igualmente impresionantes. Por una parte, las terrazas escalonadas de la cubierta en descenso progresivo desde el pronaos a la cabecera. La magnífica conservación de la cubierta permite contemplar en toda su amplitud este sistema que, s bien fue general en los templos egipcios, raramente se deja ver como aquí.

Otro lugar que sobrecoge es el deambulatorio formado por la pared, el templo y el muro del témenos: una especie de callejón con los muros de ambos lados cubiertos con jeroglíficos y relieves donde se nos relata toda la teología y mitología egipcia.

Así fue el “primer” templo ptolemaico de EDFU, cuya construcción duró 95 años.

Pero debemos pensar, como he dicho anteriormente, que un templo egipcios no era solamente una construcción religiosa, sino que era un conjunto cultural donde se agrupaban otra serie de edificios principales y otras construcciones anexas. Una de ellas se ve perfectamente desde la entrada de EDFU: es el MAMMISI, de época tardía, y era el lugar donde la diosa madre traía al mundo a su hijo.

Los relieves de la maternidad de EDFU nos muestran a HAT-HOR amamantando a HARSEMTAUI, después que JUM hubiera moldeado a la criatura en su torno de alfarero.

Las siete atores, atienden y animan a la madre con sus cánticos. También BES, el genio protector de los alumbramientos, vigila desde lo alto de los cubos superpuestos a los capiteles, ocupando un lugar que en otros MAMMISI, corresponden a la cabeza de HAT-HOR.

Otros edificios, almacenes, talleres, establos, casas de sacerdotes, se encuentran bajo la actual ciudad y sólo conocemos su existencia por los textos donde se mencionan y por los ejemplos paralelos de otros templos contemporáneos.

El empeño egiptizante de los ptolomeos que levantaron el conjunto de EDFU, permite al hombre de hoy, hacerse la idea mas completa que de un templo egipcio se puede obtener en Egipto.

 

ESNA: 

IUNIT, como era denominada ESNA en la antigüedad, era la patria del pez sagrado LATES, que según cuenta la tradición se encontraba enterrado en un cementerio al oeste de la ciudad. En esta misma zona, se han localizado tumbas de nobles desde el Imperio Medio y al período tardío.

Pero el único resto impresionante que nos queda en ESNA, es un templo ptolemaico dedicado al dios KHNUM, aunque se sabe por los grabados de la expedición napoleónica, que e el siglo pasado aún quedaban restos de otros cuatro templos y que localizamos inventariados en las paredes del templo que nos ocupa.

El templo de ESNA, fue construido sobre otro santuario de la dinastía XVIII, siendo refundido posteriormente en época saíta.

Aunque para algunos investigadores, en Egipto no existe estatigrafía, ESNA, es el vivo ejemplo de todo lo contrario, ya que el templo se encuentra a 9 metros bajo el nivel de la calle. El paseo ceremonial que indudablemente debió unir el templo con el NILO, ha desaparecido bajo la ciudad.

En este embarcadero, aún en uso, se pueden leer los cartuchos de Marco Aurelio.

Pero volviendo de nuevo al templo, nos encontramos ante una impresionante sala hipóstila y que por otro lado, es lo único que subsiste de él, siendo uno de los más bellos testimonios de la arquitectura greco-romana en Egipto.

La armonía que se desprende de sus proporciones hacen olvidar la mediocridad de su decoración.

Veinticuatro columnas, magníficamente conservadas, soportan los enormes arquitrabes sobre los que reposa el techo decorado con escenas astronómicas con el calendario de fiestas y signos zodiacales. Columnas de 13’30 metros de altura, terminando en bellos capiteles compuestos.

El resto del templo así como su santuario se encuentra bajo el subsuelo de la ciudad.

Volviendo a la sala, el muro occidental es el que formaba el arranque del templo interior. Este muro es anterior al resto y conserva relieves de Ptolomeo VI y VIII.

La sala hipóstila, fue comenzada bajo Tiberio según consta en la inscripción dedicada en el friso y que fue continuada por Claudio y Vespasiano.

Las escenas puramente religiosas, nos dicen que en ESNA se adoraba dos aspectos del dios creador a veces confundiéndose en un solo ente divino: JNUM, el dios que moldea a las especies vivientes en su torno de alfarero y NEITH, la antigua diosa de SAIS que los griegos identificaron con ATENEA.

En el lateral encontramos representaciones dedicadas a la diosa NEBTOU “la madre de los campos”, a MENHYT, diosa leona, y ambas, esposas de JNUM, junto a ellas, representaciones del dios-niño HEKA, el cocodrilo CHEMANEFER y TITHOES el dios león con cara humana.

La decoración del resto del templo data de los siglos I al III d.C., perteneciendo los textos más largos e importantes a Domiciano, Trajano y Adriano. Algunas escenas, especialmente las de los dioses y las del faraón poniendo redes a los pájaros, son las más impresionantes.

El estudio de estos himnos, de estos rituales y de estas recitaciones sobre la creación del mundo, nos dan a conocer la teología de ESNA y nos permite la reconstrucción al detalle de la vida religiosa de este templo y de los últimos siglos del paganismo.

Y así, poco a poco, también los egipcios, pueblo siempre reacio y orgulloso de su raza, fueron asimilando otras culturas, otros ritos, a otros dioses, olvidando a los propios. Pero la piedra, siempre fiel testimonio por “miles de años”, no olvidaría nunca las creencias, las innovaciones ni las exageraciones de MENES, INHOTEP o del propio RAMSÉS.

Así pues, a nosotros, hombres y mujeres de este casi concluso siglo XX, nos ha tocado el difícil, pero al mismo tiempo reconfortante legado de descubrir, conservar y transmitir “por toda la eternidad”, la gran cultura del país del NILO.

 

B I B L I O G R A F I A

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