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         � LA
        BELLEZA Y LA HIGIENE EN EL ANTIGUO EGIPTO. 
         Por
      Teresa Bedman. 
       Conferencia impartida en el Centro Mafre, 12 de Febrero de 1999, Madrid Con
      el signo jerogl�fico� 
      
      
      �-nft- representaban los antiguos egipcios el concepto de belleza. 
       �Pero
      que era para ellos la belleza?  
       �Ten�a
      acaso el mismo significado que para nosotros tiene actualmente?.
      Rotundamente no. 
       La
      belleza para los antiguos egipcios, era sin�nima de bueno, de hermoso, de
      armonioso y sobre todo de perfecto.  
       Ellos,
      que se consideraban una parte m�s del ciclo de la vida, no cre�an ser� superiores� a las
      otras criaturas de la naturaleza, y� que
      como ellas, hab�an sido creados para formar una �nica parte con el todo. 
       Seg�n
      cuenta la tradici�n, cuando� el
      dios creador, hizo surgir del caos la luz cegadora del sol e ilumin� con
      sus rayos,� los cielos azules, pobl�ndolos de aves y p�jaros. Concibi�
      el Nilo d�ndole el don m�gico de inundar la f�rtil tierra negra.
      Deposit� en ella las semillas que dar�an origen a las plantas y a los �rboles.
      Pobl� la tierras de hermosos animales. Y que cuando contempl� su obra
      terminada, las l�grimas del dios resbalaron por sus mejillas de
      satisfacci�n, al contemplar la belleza de todo cuanto hab�a creado.
      Estas, cayeron al suelo, y del barro, surgi� el hombre.  
       
       Desde
      los comienzos de su historia tenemos constancia de la preocupaci�n del
      hombre egipcio por conservar lo m�s perfectamente y armonioso el cuerpo
      que le hab�a sido entregado. Esa excesiva y constante evoluci�n en las
      formas� y en los
      procedimientos le llev� a desarrollar un conocimiento de su cuerpo, de
      los medios y formas para conservar a este, lo mejor posible. Por lo tanto,
      le llev� a desarrollar un conocimiento exhaustivo�
      de los animales, plantas, y� minerales
      que le proporcionasen un mayor y mejor bienestar. 
       Tenemos
      que aprender a ver la belleza egipcia. Cuando nos enfrentamos a un
      relieve, a una estatua, a una pintura, tenemos que saber discernir lo que
      estamos contemplando. No podemos pararnos y decir simplemente que hermoso,
      que bonito. Cuando por ejemplo nos paramos a contemplar esta hermosa
      pintura, tenemos que ir m�s all� de la pura belleza. En primer lugar
      vemos que el conjunto desprende, armon�a. La combinaci�n de los colores,
      la disposici�n de las joyas o la simple indumentaria, no est� dispuestas
      por azar. Tenemos tambi�n que pensar, que cada uno de los legados que nos
      dej� el pueblo egipcio, ten�a por finalidad cumplir con una funci�n m�gica
      y religiosa.  
       Observemos
      por ejemplo los maravillosos ojos de Tjepu. Cuando los hombres y las
      mujeres del antiguo Egipto se maquillaban los ojos, no lo hac�an
      solamente para resaltar la belleza de los mismos, ni siquiera para cumplir
      con un fin as�ptico. Ya saben que el mesdemet
      o khol , el contorno negro con el que resaltaban los ojos, y que�
      lo obten�an� de la
      galena (sulfuro de plomo) o de la antimonita (sulfuro de antimonio), lo
      empleaban para prevenir enfermedades oculares, como repelente de moscas y
      para prevenir el reflejo del sol. Pero adem�s, cuando los egipcios se
      pintaban los ojos lo que tambi�n estaban representando eran los ojos de
      Horus, es decir, un amuleto con lo que invocaban la protecci�n m�gica de
      su persona. 
       HIGIENE:
      El cuidado personal. 
       Aunque
      el pueblo egipcio fue un pueblo tremendamente tradicionalista, no se pudo
      sustraer de las modas, por lo que a cada periodo de la historia de Egipto,
      le corresponde un gusto preferente por la est�tica de ese per�odo. 
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      El
      Ba�o. 
       El
      egipcio sab�a que tener un cuerpo limpio era igual a saludable. �Y hay
      algo m�s saludable que sentir el agua fresca reconfortando y recorriendo
      la piel? 
       Dado
      que el medio era hostil, el egipcio frente a lo cabr�a pensar era un
      pueblo que se lavaba varias veces al d�a. No conocieron la ba�era como
      tal, pero s� los beneficiosos efectos de una buena ducha. En las casas de
      las familias m�s acaudaladas, los sirvientes atend�an a sus se�ores en
      los cuartos de ba�o, pasando el agua a trav�s de una especie de cestillo
      produciendo un efecto de ducha. 
       Al
      atardecer, despu�s de un caluroso d�a no hab�a nada m�s tonificante
      que sumergirse en las frescas aguas del estanque que toda buena casa ten�a
      en la parte central de su jard�n. 
       Pero
      para la gente que carec�a de estos lujos,�
      se ten�a que contentar, a la hora de hacer su aseo personal, con
      introducirse en una especie de balde o ba�era, donde se iba vertiendo el
      agua con otro recipiente poco a poco. Para lavarse manos y cara, dispon�an
      de jofainas. Aunque el com�n denominador se ba�aba en el Nilo, o en
      canales. 
       Una
      limpieza alternativa y que era empleado por las clases menos
      privilegiadas, por los soldados en campa�a, etc... era la de utilizar
      friegas de arena para arrancar la suciedad.�
       
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      La
      hidrataci�n corporal. 
       Las
      se�oras de las clases privilegiadas, sab�an que para mantener la fiel
      suave y limpia de impurezas, no hab�a nada mejor que los beneficios de un
      buen peeling. Una receta que recoge el papiro m�dico Ebers dice: 1 polvo
      de alabastro, 1 de natr�n rojo, 1 sal del Bajo Egipto, 1 de miel[1].
      Se mezclaba todo, con la pasta obtenida se untaba el cuerpo, a la cara, o
      las manos y despu�s se retiraba con agua. 
       Despu�s
      de la limpieza corporal, el segundo objetivo era conseguir que la piel no
      se resecase, manteni�ndola, h�meda, suave y el�stica. Para ello, la
      utilizaci�n de ung�entos a partir de aceites tanto animales como
      vegetales era primordial. Para este fin se emplearon grasas de hipop�tamos,
      cocodrilos, gatos o vegetales. Tambi�n conocieron los beneficios terap�uticos
      de un buen masaje corporal con aceites y otros ung�entos.  
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       Mantener
      un rostro joven ha sido y es la lucha del hombre y la mujer desde la antig�edad.
       
       Para
      conservarse hermosas, se sabe que la mujer egipcia no se expon�a al sol,
      permaneciendo en el interior de la frescura del hogar. Las campesinas s�lo
      sal�an a trabajar en los campos en �poca de recogida de cosecha. 
       Pero
      cuando los a�os pasan y la frescura de la juventud se pierde, y a pesar
      de que la arruga es bella, las antiguas egipcias, combatieron � como
      nosotras � a la pata de gallo a muerte. 
       Al
      alcance de todo el mundo estaban las semillas de alholva (fenugreek)
      que era una planta que se utilizaba como forraje. El aceite obtenido de la
      misma estaba recomendado para la arruga y tambi�n para las pecas. 
       Otra
      receta que garantizaba la total desaparici�n de las arrugas de la cara,
      consist�a en mezclar resina de tereb�nto, cera de abeja, behen fresco,
      aceite de alholva e hierbas de chipre. Se trituraba todo y se dejaba
      macerar. Despu�s, una aplicaci�n diaria era suficiente para que obrara
      el milagro. 
       Si
      quieren les repito la receta, pero una nota a pie de p�gina de donde he
      sacado la receta, dice que no se ha podio comprobar su eficacia pues
      alguno de los ingredientes no ha podido ser identificado con toda
      seguridad. 
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      La
      higiene bucal. 
       
       Dentro
      del aseo matinal y tambi�n despu�s cada comida, lo egipcios ten�a
      costumbre de realizar un aseo bucal. Este consist�a en enjuagues bucales
      a partir de nitrita o natr�n disuelto en agua. Pero si lo que ten�an era
      un problema de halitosis, entonces tomaban una pastillas de kifi
      que se realizaban a partir de semillas de alholva molidas, mezcladas con
      incienso, mirra, bayas de enebro, resina de acacia, pasas y miel[4].��
       
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      El
      maquillaje. 
       
       Bueno,
      despu�s de aseada y perfectamente hidratada, ven�a el maquillaje. 
       Una buena egipcia que se preciase, no pod�a salir a la calle con la cara lav�. Desde
      el Periodo Predin�stico, tenemos que los egipcios, tanto para ellas como
      para ellos, por belleza e higiene, se proteg�an los ojos con mesdemet (el khol), que como ya he mencionado anteriormente era un
      polvo negro que se obten�a de la galena y que se empleaba como
      antideslumbrante del sol, como protector de enfermedades oculares y como
      repelente de las moscas. Actualmente se sigue utilizando en Egipto con el
      mismo fin. 
       Tenemos
      constancia que hasta la dinast�a IV se emple� una sombra verde,
      denominada udju, que se obten�a de la malaquita. Despu�s de esta dinast�a no
      se volvi� a emplear. 
       Las
      egipcias oscurec�an sus cejas y pesta�as con este polvo de galena
      mezclado con agua y se aplicaba h�medo con la ayuda de palitos realizados
      en madera, metal o hueso. Este ser�a el antecedente de lo que hoy
      conocemos como m�scara de pesta�as, que com�nmente denominamos Rimel
      (aunque este es el nombre de una marca comercial). 
       Los
      labios tambi�n se maquillaban. A estos, se les aplicaba con la ayuda de
      una especie de pincel o simplemente con el dedo,�
      oxido de hierro humedecido, d�ndoles una tonalidad rojiza. Tambi�n
      sabemos que por lo menos durante la dinast�a XIX este mismo maquillaje de
      oxido de hierro se aplic� a los p�mulos, para que�
      resaltasen. Ser�a nuestro actual colorete. Este maquillaje se
      sigue utilizando en el interior de Egipto y tambi�n por las mujeres�
      de alguna tribu� beduinas. 
       En
      la dif�cil tarea de cuidarse y embellecerse, los egipcios utilizaron un
      sin fin de hermosos objetos. As� tenemos precisas pinzas con lo que
      eliminar cualquier bello superfluo, cuchillas para rasurar, hermosos
      tarros para ung�entos, recipientes� para
      el khol, espejos, peines y un
      sinn�mero de otros objetos que para nada desentonar�an en�
      cualquiera de nuestros tocadores. 
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      El
      cuidado del cabello. 
       Se
      nos hace extra�o averiguar la importancia que daba el pueblo egipcio al
      aseo y cuidado del cabello. El hombre llev� casi siempre el cabello m�s
      o menos corto, salvo durante el Imperio Nuevo donde el gusto por las
      pelucas hizo furor. Los sacerdotes tomaron la costumbre de afeitarse la
      cabeza as� como todo el cuerpo, en se�al de pureza, a partir de la
      dinast�a XIX fue obligatorio.� Tambi�n
      se rasuraban el rostro, aunque tenemos ejemplos, sobre todo del Imperio
      Antiguo, de funcionarios con bigotes. El uso de la barba no era muy
      habitual aunque tambi�n tenemos alg�n ejemplo, sobre todo en campesinos
      desaseados y tambi�n se la dejaban en se�al de duelo. No hay que
      confundir esta barba, con la� barba
      que aparecen en estatuas, de� lapizl�zuli
      y era una se�al de divinidad.  
       El
      gusto de la mujer egipcia por la utilizaci�n de las pelucas se remonta a
      las primeras dinast�as. Durante el Imperio Antiguo, estas son de melena
      corta. Las sirvientas, no utilizaban pelucas, y el pelo de estas es largo. 
       A
      partir del Imperio Medio el gusto por el peinado cambia. Se siguen
      utilizando las pelucas, pero ahora la forma de estas es de rollo, imitando
      la iconograf�a de la diosa Hat-Hor. 
       Una
      vez m�s, durante el Imperio Nuevo el gusto, raya la perfecci�n.. Es el� momento de las pesadas pelucas, con peque�as trenzas,
      tirabuzones u ondas a media espalda. Muy adornadas con joyer�a o con
      simples coronas de nen�fares.  
       La
      utilizaci�n de las pelucas era un signo de distinci�n, pero al mismo
      tiempo, proteg�a a sus portadoras, de los fuertes rayos solares. En su
      mayor parte eran de pelo humano, pero tambi�n se han localizado de fibra
      vegetal. Se guardaban en cajas y se han localizado tenacillas con las que
      ondulaba el pelo y tambi�n en alguna de ellas, han sido localizados
      restos de cera de abeja[5]
      que se empleaban para fijar las ondas. La misi�n polaca que trabaja en
      Deir el Bahari, recientemente ha localizado un taller de pelucas, donde se
      encontr� cuatro vasos de alabastro que conten�an mechas de pelo humano;
      redes de lino en forma de gorro que serv�an de base para las pelucas y
      que se ataban a la cabeza[6];
      una caja que conten�a alfileres de hueso, una punz�n de bronce; y
      fragmentos de dos cuchillos de s�lex. Pero el hallazgo m�s importante es
      la localizaci�n el� mismo
      taller de un modelo de cabeza en el cual se hab�an trazado l�neas negras
      que mostraba el contorno por donde deb�a los diferentes largos de la
      peluca. Tambi�n se encontr� en el mismo dep�sito, semillas de d�tiles
      de desierto (Balanites aegyptiaca) de donde se extra�a un aceite muy
      perfumado y muy apreciado en cosm�tica; un�
      polvo marr�n que seguramente era utilizado para te�ir la peluca y
      un resto ceroso de jab�n de sosa duro, que a�n ten�a propiedades
      detergentes.  
       Durante
      el corto periodo de El Amarna, se vuelve a las pelucas cortas de corte
      tradicional que adoptar� la reina y por consiguiente toda la corte. Pero
      pasado este momento, las dinast�as siguientes volver�n a la utilizaci�n
      de la peluca larga. 
       El
      gusto tan extendido por el uso de pelucas, nos puede llevar a la falsa
      idea de que o bien los egipcios eran calvos o que no cuidaban para nada su
      pelo natural. Nada m�s lejos de la realidad.  
       Desde
      �pocas predin�sticas, conocemos de la utilizaci�n de peines, bien de
      hueso o madera que se siguieron utilizando durante toda la �poca hist�rica.�
      Estos eran de una o de dos caras, gruesos que permit�a arrastrar
      la suciedad y las liendres. Los piojos, no solamente eran molestos sino
      que son portadores de enfermedades como el tifus. Por lo que el aseo del
      pelo estaba muy extendido. Se sabe que los egipcios se lavaban peri�dicamente
      el cuero cabelludo y que utilizaban aceites extra�dos de la Balanites aegyptiaca, d�tiles del desierto, para perfumarlo. 
       Si
      a nosotras nos preocupan las canas, a las egipcias tambi�n. Se cubr�an
      estas con diferentes remedios: con hena (actualmente se sigue utilizando);
      la sangre de una vaca negra hervida y mezclada con aceite; o�
      la grasa de� una
      serpiente negra. Estos remedios garantizaban que su pelo recuperaba el
      color negro. Lo que ya no garantizaban es que se le acercase alguien.  
       Que
      con tanto mejunje, el cabello se le ha quedado sin brillo y algo �spero.
      No hay que preocuparse. Se cogen las yemas de los huevos del cuervo negro,
      se aplican directamente, se dejan nos minutos y a lavar. El pelo recobra
      todo su negro brillo natural. 
       Pero
      si su problema es que sus cabellos son d�biles. Tampoco hay problema: Se
      toma la pata de un galgo hembra, el hueso de un d�til, la pezu�a de un
      burro, se hierve todo en abundante aceite, se deja enfriar y se aplica
      diariamente durante varias semanas. 
       Se�ores,
      si su problema es la alopecia� No hay problema. La aplicaci�n diaria de
      una loci�n aceitosa a partir de aceite de alholva opera milagros.  
       
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      La
      manicura y la pedicura. 
       Tenemos
      constancia que desde la dinast�a XII, tanto los hombres como las mujeres
      se hac�an la manicura y la pedicura y que tambi�n utilizaban barniz o
      laca blanca para decorarlas.� 
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      El
      vestido. 
       Como
      ha ocurrido a lo largo de toda la historia, quien marcar� la pauta a la
      hora del gusto del vestir, ser� la mujer aunque como tambi�n veremos,
      los hombres cuidar�n de una forma muy especial su apariencia exterior. No
      olvidemos tambi�n la importancia que tuvo para este pueblo la conservaci�n
      de su cuerpo en la espera de un mundo mejor. 
       El
      benigno clima de Egipto, hizo que el vestido de todas las �pocas fuese
      ligero y fresco.� Se emple�
      casi siempre el lino, de una textura semigruesa. En �pocas del Imperio
      Nuevo, como veremos m�s adelante se emplear� para realizar los
      sugerentes vestidos de la XVIII y XIX dinast�a, un lino especialmente
      fino denominado byssus,
      importado de Siria. 
       La
      lana fue raramente empleada ya que se consideraba a esta impura, pues era
      el tejido que habitualmente empleaban los pueblos asi�ticos. El algod�n
      no fue conocido en Egipto hasta la �poca romana.  
       El
      vestido femenino� evolucionar�
      a lo largo de la historia de Egipto, como veremos a continuaci�n.
      Mientras que para el hombre se va a mantener m�s homog�nea. Este casi
      siempre emplear� el kilt corto con los dos extremos cruzados y anudados a
      la altura de la cadera. 
       Durante
      el Imperio Antiguo, la sobriedad tanto en la indumentaria como en el
      peinado marca la pauta. Para la mujer noble, los vestidos son de tirantes
      anchos y largos hasta los tobillos y los brazos se cubr�an con una
      especie de t�nica.  
       El
      Imperio Medio deja en libertad parte de la anatom�a femenina. El busto se
      muestra sin reparos y de una forma sugerente. 
       Pero
      el gusto por lo exquisito le llega a Egipto de Oriente. Las mujeres del
      Imperio Nuevo se cubren con el fino lino procedente de Siria, las
      transparencias y los pliegues�� marcan
      las suaves curvas de sus cuerpos. Vestidos largos, anudados a la cintura
      con fajines de colores, que se entreabr�an dejando al aire las torneadas
      piernas de sus due�as. Sobre estos, t�nicas plisadas, con mangas. En
      otras ocasiones una especie de chal longitudinal, tambi�n plisado, se
      recog�a en forma de abanico sobre los hombros. En alguno de estos
      vestidos se cos�an plaquitas de fayenza, o pasta de cristal que al
      caminar, chocaban entre s�, y� produc�an
      un sugerente sonido como de campanillas.�
       
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      El
      calzado. 
       � 
      �El calzado que utilizaban eran sandalias, realizadas en
      materiales vegetales como hojas de palma, esparto, juncos o papiros. Tambi�n
      se realizaban en cuero pero eran muy costosas. No se han encontrado
      talleres de artesanos que se dedicasen a estos fines, por lo que se piensa
      que eran realizadas por las mujeres en el hogar. 
       � 
      �� Como ven, se�oras y se�ores, en esta materia no se ha
      inventado casi nada, y tan s�lo somos los herederos de las costumbres de
      un pueblo con un pasado milenario. 
       � 
       BIBLIOGRAFIA. 
       � 
       CIMMINO,F.-
      La vida cotidiana de los Egipcios.
      Madrid, 1991. 
       MONTET,P.-
      La vida cotidiana en Egipto en
      tiempos de los Rams�s. Madrid, 1990 
       ROBINS,
      G.- Las mujeres en el antiguo
      Egipto. Madrid, 1996. 
       STROUHAL,
      E.- La vida en el antiguo Egipto.
      Barcelona,
      1994. 
       VOGELSANG-EASTWOOD,G.-
      Pharaonic Egyptian Clothing.
      Leiden, 1993. 
       WATKINS,
      J.B.- Toilet articles from Ancient
      Egypt. Nueva
      York, 1943. 
       ZOFFLI,
      E.- Costume e cultura dell� antico
      Egitto. De Narmer a Cleopatra. Milan, 1991. 
       � 
       Publicado
      con la autorizaci�n del autor. 
       
 [1] Wenzel G.- Vida cotidiana dom�stica: la casa como espacio vital. Egipto, el mundo de los faraones. Colonia 1997. [2]� Papiro Ebers, 708-711 [3]
      Wenzel, G.- Op.cit, 1997, 405. 
       [4]
      Wenzel,G.-� Op.cit, 1997, 405. 
       [5]
      Wenzel,G.- Op. cit. 1997, 407. 
       [6]
      Wenzel, G.- Op. cit, 1997, 407. 
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