HATSHEPSUT
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Por Teresa Bedman. Egiptologa del I.E.A.E, Co-Directora del Proyecto Sen-en-Mut �
LOS PROBLEMASA LA SUCESI�N DEL REY AH-MES.
El rey Amen-Hotep I (1.517-1.497 a. C.) era solo un ni�o cuando ci�� la corona de las Dos Tierras. Su reinado fue largo y tambi�n, pr�spero. Era el segundo hijo var�n del fara�n Ah-Mes y de la m�tica reina Ah-Mes Nefertary, y hab�a tenido un hermano bastante m�s mayor que �l, el pr�ncipe Ah-Mes, llamado Sa-pa-Ir, que, de haber vivido lo suficiente, habr�a sido el rey. No obstante, el pr�ncipe Ah-Mes Sa-pa-Ir muri� sin haber alcanzado el trono. Amen-Hotep I hab�a desposado a Meryt-Am�n, su propia hermana sangu�nea. De esa manera se pretend�a que la sangre de los fundadores de la dinast�a se mezclase en una m�s espesa uni�n. Sin embargo, la felicidad del reinado de Amen-Hotep I no fue completa. Para cuando este rey muriese no habr�a hijo directo suyo y de la �Gran Esposa Real' Meryt-Amon, para sucederle en el trono. Aqu� surgi� el primer vac�o en la continuidad din�stica que, posteriormente, traer�a tantas consecuencias para Egipto. El que fuera pr�ncipe heredero Ah-Mes, llamado Sa-pa-Ir, el hermano mayor de Amen-Hotep I, hab�a tenido cerca de �l como concubina agradable a sus ojos, a una mujer que probablemente fuera �Ornamento Real', llamada Seni-Seneb. De esta uni�n pudiera haber nacido un ni�o llamado Thutmosis, que ser�a quien, siendo ya hombre maduro, sucediese a su t�o Amen-Hotep I en el trono.
El pr�ncipe Thutmosis debi� ser como un hermano del soberano, dada la an�loga edad que ambos tendr�an. Uno, subi� al trono como hijo que era del rey Ah-Mes; el otro, recordar�a en todo momento que era simplemente hijo del que hubiera debido ser rey despu�s del gran Ah-Mes, el pr�ncipe Ah-Mes Sa-pa-Ir, y de una mujer de origen real secundario llamada Seni-Seneb.
Thutmosis I siempre reclam� para s� la condici�n de ser el �hijo real de un hijo real' . Esto quer�a decir que, a la vista de qui�n era su padre biol�gico, y a falta de herederos directos de Amen-Hotep I, �l ten�a, por su sangre, derecho preferente al trono de Egipto. En todo caso, tambi�n era nieto del rey Ah-Mes y de la gran reina Ah-Mes Nefertary.
Pero, en verdad, era un hijo real de segunda. El origen de su madre, Seni-Seneb, era un evidente factor negativo que le colocaba en inferioridad de condiciones frente a su deseo de alcanzar el trono.
Por ello, para poder ser rey de Egipto, necesitar�a que una mujer de indiscutible linaje real fuera su �Gran Esposa Real'. Esta mujer que le entregar�a el trono fue una princesa, llamada Ah-Mes Ta-Sherit, cuyos or�genes exactos se desconocen, aunque pudiera haber sido una hermana menor del rey Ah-Mes.
De esta uni�n, naci� el pr�ncipe Amen-Mose y, algo despu�s, su hermano Uadye-Mose. Sin embargo, hacia el a�o 8 de Amen-Hotep I, (1510 a. C.) naci� una princesa que, con el tiempo, marcar�a definitivamente el rumbo hist�rico de Egipto: a esta ni�a se le impondr�a el nombre de � la que est� delante de las nobles', Hatshepsut.
El personaje clave de esta historia fue joven, que cuando la princesa nace tiene aprox. 20/ 22 a�os y esta incorporado como escriba al ejercito de su tio-abuelo (Amen-Hotep I) se trata evidentemente de Sen-en-Mut.
En el tercer mes de Peret del a�o 21 de su reinado, Amen-Hotep I muere, �Qui�n asumir�a el poder?. La reina viuda Meryt-Am�n podr�a ejercer una regencia, pero �en favor de qui�n?.
Cuando Amen-Hotep I ascendi� hacia el cielo como un halc�n con alas de oro, su sobrino, el pr�ncipe Thutmosis, asumi� de modo inmediato la sucesi�n del difunto rey en el trono. Extra�os acontecimientos inquietaron a los habitantes del palacio real. La Gran Esposa Real, la reina Meryt-Am�n, a�n era joven, el fara�n no tendr�a m�s de treinta y un a�os cuando muri�. El hecho de que Amen-Hotep I y su hermana no hubieran tenido descendencia provoc� una crisis sucesoria. Sin embargo, los sacerdotes del dios Am�n hab�an convenido con Thutmosis, el hijo del pr�ncipe Ah-Mes Sa-Pa-Ir, que ser�a �l quien ci�ese la doble corona sobre sus sienes, cuando el rey hubiera muerto. Aa-Jeper-Ka-Ra Thutmosis fue designado como Rey del Alto y del Bajo Egipto. Se dict� un decreto para ser enviado a todos los gobernadores de Egipto y a los de los dominios egipcios en Asia y en Nubia:
� Decreto del rey al Hijo Real, Gobernador de las tierras del Sur, Turi. �Mira, este decreto real te es enviado a fin de informarte que Mi Majestad ha aparecido en gloria, como Rey del Alto y del Bajo Egipto sobre el trono de Horus de los vivientes; jam�s habr� algo igual !.
Mi titulatura ha sido establecida as�:
El Horus: Toro poderoso, amado de Maat.
El de las Dos Se�oras: El que aparece radiante como la llama del �reus, el muy fuerte........
............. �Haz igualmente de modo que se haga un juramento en el nombre de Mi Majestad , nacido de la Madre Real Seni-Seneb, quien est� en salud!.
Este mensaje est� destinado tambi�n a informarte que el palacio real se halla bien y en prosperidad.....'
�Por qu� quiso el nuevo rey tranquilizar a los gobernadores y a los principales encargados de controlar todo Egipto?. Es probable que alguien pudiera haber cuestionado la subida de Thutmosis al trono O quiz�, la Gran Esposa Real Meryt-Am�n fue cruelmente apartada del poder a la muerte de su esposo y hermano, lo que hubo de hacerse con la oposici�n de importantes personajes de la corte.
� LA FAMILIA DE THUTMOSIS I Y LA PRIMERA CRISIS SUCESORIA.
El nuevo soberano ten�a ya dos esposas cuando subi� al trono, Ah-Mes ta-Sherit y Mut-Nefert. De la primera hab�an nacido, como se dijo m�s arriba, el pr�ncipe Amen-Mose y las princesas Hatshepsut y Neferu-Bity. Sin embargo, solo Amen-Mose y Hatshepsut sobrevivieron a su padre para verle coronado como rey de las Dos Tierras.
De Mut-Nefert, una mujer de condici�n real secundaria, hab�an nacido el pr�ncipe Uadye-Mose y, hacia el a�o 14 de Amen-Hotep I, el futuro Thutmosis II; adem�s, probablemente tuvo otra hija, la princesa tambi�n llamada Mut-Nefert. Uadye-Mose muri� ni�o siendo rey su padre, por lo que solo el pr�ncipe Thutmosis sobrevivir�a a su padre.
El pr�ncipe Amen-Mose muri� joven. Uadye-Mose, su hermanastro menor, no tardar�a en seguir el mismo destino
De esta manera el rey quedaba sin heredero var�n de su primera esposa, la �Hija Real', Ah-Mes Ta-Sherit. Solo ella pod�a transmitir la sangre de los fundadores de la dinast�a. La segunda esposa del rey, la reina Mut-Nefert, no pose�a los mismos antecedentes familiares . Muerto tambi�n Uadye-Mose, el segundo pr�ncipe var�n, mayor en edad que la �nica hija superviviente de Ah-Mes Ta-Sherit, la princesa Hatshepsut, solo quedaba un ni�o de corta edad, notoriamente menor que aqu�lla, para ser heredero del rey: el pr�ncipe Thutmosis. De este modo, la crisis sucesoria estaba servida de nuevo.
Mientras tanto la carrera militar de Sen-en-Mut continuaba en ascenso. En un texto biogr�fico existente sobre una de sus estatuas, la del templo de Mut consta que la ofrenda se haga: � ...para el ka del valeroso combatiente con su brazo, el compa�ero del rey en los pa�ses b�rbaros del Sur, del Norte, del Este y del Oeste..a quien no se cesa de dar oro y alabanzas...'
Quiz�s como consecuencia de su destacado papel en el ej�rcito, Sen-en-Mut obtuvo en esta �poca su primer gran cargo en la administraci�n fara�nica. Fue nombrado �Mayordomo de la Hija Real' . Esta clase de cargo, cuyas funciones consist�an en ser una especie de preceptor que cuidase de la educaci�n y los bienes de la princesa, estaba normalmente reservado a los guerreros que hab�an combatido junto al rey.
Esta Hija Real no era otra que la princesa Hatshepsut , una jovencita de catorce o quince a�os. Tener el honor de ser el preceptor de la Hija Real implicaba la capacidad de administrar grandes fincas y enormes riquezas, propiedades de Hatshepsut. Se puede imaginar a Sen-en-Mut, un brillante Escriba Militar de unos veinticinco a�os, encargado de velar por el inter�s de la joven princesa
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LAS PRIMERAS LUCHAS POR EL PODER.
Ya se ha explicado m�s arriba que en los primeros a�os del reinado de Thutmosis I se produjeron las muertes sucesivas de los pr�ncipes Amen-Mose y Uadye-Mose. De esta manera ning�n pr�ncipe relativamente adulto podr�a sobrevivir ya a su padre, el rey, para sucederle en el trono. Un ni�o de doce o trece a�os, el futuro Thutmosis II, era quien quedaba con vida como garant�a de la sucesi�n, y �ste era hijo de la esposa secundaria Mut-Nefert.
Para asegurar la sucesi�n en el trono se decret� el matrimonio entre la princesa Hatshepsut y el pr�ncipe Thutmosis. En aquel momento ella ya era una mujer n�bil, mientras que el pr�ncipe no podr�a ser m�s que un ni�o de corta edad. �Qu� destino se ofrec�a a la princesa?. De esta manera, Hatshepsut, una mujer, hija mayor de la Gran Esposa Real, era desposada con un ni�o que, adem�s, era hijo de una esposa secundaria. �Era ese peque�o la persona m�s apropiada para ejercer el poder cuando el rey muriese?. Y, en todo caso, �qu� papel se supon�a que habr�a de desempe�ar la princesa al lado de su infantil esposo?. La situaci�n era disparatada y ofensiva, de eso no cabe duda. La injusticia del planteamiento sucesorio era inaceptable. De este modo, este hijo segund�n se garantiz� su dudoso derecho al trono. El padre de Hatshepsut sab�a su muerte cercana y, con toda seguridad, no quiso dejar el trono vac�o sin un sucesor var�n, aunque en su coraz�n sab�a que el verdadero rey, ser�a su amada hija.
De esta manera cuando, despu�s de doce a�os y nueve meses de reinado, Thutmosis I
Los acontecimientos segu�an su curso, ya se ha dicho que, hacia el a�o nueve o diez del reinado de Thutmosis I, la princesa Hatshepsut fue desposada con su hermanastro Thutmosis, el futuro Thutmosis II. Te�ricamente, de su matrimonio la futura reina tuvo dos hijas. La mayor llamada Neferu-Ra, nacer�a hacia el a�o diez u once de Thutmosis I, mientras que la segunda, m�s dudosa, llamada Meryt-Ra Hatshepsut, no se sabe exactamente cuando vino al mundo, aunque en cualquier caso, varios a�os despu�s que el futuro Thutmosis III, hijo de una esposa secundaria, llamada Isis.
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EL REINADO DE THUTMOSIS II.
Cuando el rey muri�, (hacia el 1484 a. C.) su sucesor, Aa-Jeper-en-Ra Thutmosis II, era muy joven. Era, tal como lo describen los textos �.... un halc�n en el nido...el rey del Alto y del Bajo Egipto Aa-Jeper-en-Ra rein� sobre la Tierra Negra y gobern� la Tierra Roja. Tom� posesi�n de las dos orillas...''.
Por ello, y puesto que la duraci�n del reinado no alcanz� m�s de tres a�os y dos meses, es forzoso pensar que la princesa Neferu-Ra, hija de Hatshepsut y, presuntamente, de este rey, debi� nacer antes de la proclamaci�n de Thutmosis II, como nuevo fara�n de Egipto. Sin embargo, dado que la momia muestra el aspecto de un joven de no m�s de diecisiete a�os lo primero que surge en la mente del investigador es la idea de que un ni�o, justamente llegado a la pubertad, dif�cilmente podr�a embarazar a una mujer sexualmente madura, como era la princesa Hatshepsut.
De otra parte, �acaso una mujer de car�cter, como parece que fue nuestra reina, aceptar�a cohabitar con una persona a la que despreciaba por sus or�genes?. He aqu� una de las profundas razones que fundamentan la posibilidad de una historia rom�ntica entre la reina y su preceptor Sen-en-Mut. Si esta hip�tesis fuera demostrable, permitir�a comprender uno de los grandes misterios del reinado de Hatshepsut y de la propia biograf�a de Sen-en-Mut.
Ella, una reina sin rey; �l, personaje que permaneci� soltero durante toda su vida, al que nunca se le conocieron esposa ni hijos, un rey sin corona. La posible hija de ambos, el fruto de una dinast�a que no podr�a reinar por s� sola.
En consecuencia, en una especie de hu�da hacia delante, Hatshepsut tratar�a de potenciar a su primog�nita Neferu-Ra para hacerla su sucesora en el trono, mientras que las estatuas de Sen-en-Mut lo representar�n una y otra vez, amorosamente unido a la peque�a princesa, protegi�ndola contra cualquier amenaza de mal que pudiera sobrevenir a la ni�a.
Todas estas posibilidades no hacen sino configurar la historia de un reinado. As� las cosas, Hatshepsut hizo p�blica su preeminencia sobre su esposo, el rey, desde el principio, y ello sin ning�n tipo de rebozo. Ella es, en los monumentos compartidos con el rey, la � Se�ora de la tierra entera', la � Se�ora de las Dos Tierras', la �Esposa del dios' .
En Karnak, en los monumentos construidos por orden de Thutmosis II, la reina es representada oficiando sola, revestida de t�tulos de gran nivel que muestran su fundamental papel con independencia del fara�n. Lo m�s significativo del asunto es que Hatshepsut no solo busc� ser representada en los monumentos sin acompa�ar a Thutmosis II, sino que, junto a ella, procur� que estuviera presente su peque�a hija primog�nita, la princesa Neferu-Ra.
El rey, convencido de que ella no le reconoc�a su pleno derecho a ocupar el trono, har�a su vida con otras mujeres del har�n; tal fue el caso de Isis, quien, tard�amente, concibi� del soberano un hijo al que tambi�n se le impondr�a el nombre de Thutmosis, el futuro Thutmosis III.
Mientras dur� el reinado de Thutmosis II, la Gran esposa real Hatshepsut llev� los siguientes t�tulos: �Esposa del dios', �Mano del dios', �Divina Adoratriz de Am�n' y �Aquella que contempla al Horus-Seth (el rey)' . Todos ellos eran t�tulos propios de una reina que reun�a en su persona la condici�n de depositaria de la sangre real de los fundadores de la dinast�a
Resulta m�s que evidente lo irritante que, para Hatshepsut deb�a ser aqu�lla situaci�n. El sistema de gobierno en la Casa real parec�a pretender de ella que pasase sin pena ni gloria por la vida en Palacio. En estos momentos se revela fundamental el papel de Sen-en-Mut. El que luego ser�a Mayordomo de Am�n ya ten�a suficiente poder e influencia en la corte. Cercano a la reina conjurar�a con ella la influencia de quienes pretend�an relegarla al mero papel de Esposa Real .
Despu�s de tres a�os y algunos meses de reinado, Thutmosis II muri�, pereciendo probablemente a causa de alguna enfermedad que dej� rastros en su piel. Como descendencia masculina solo tuvo un �nico hijo var�n, tambi�n de segunda l�nea leg�tima, que ser�a el futuro Thutmosis III.
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LA PRIMERA TUMBA DE HATSHEPSUT.
Como ya se ha dicho, la tumba de Thutmosis II a�n no ha sido definitivamente identificada, de modo que no tenemos la certeza de que fuera enterrado en el Valle de los Reyes. Si lo hubiera sido, quiz�s su tumba habr�a sido lo suficientemente notoria, y hoy ser�a sobradamente conocida. Sin embargo, los arque�logos han pensado que el rey pudo haber sido enterrado, casi de cualquier manera, fuera del Valle de los Reyes, en la actual DB 358. La ubicaci�n de esta tumba situada en el circo de Deir El-Bahari, explicar�a las intenciones de Sen-en-Mut y de Hatshepsut.
Ella era la verdadera heredera de su padre, Thutmosis I. Para �l, se hab�a comenzado a construir una tumba en el Valle de los Reyes (la primera que ocup� tal emplazamiento) y esa tumba ser�a la que, una vez muerto Thutmosis II, se ampliar�a para Hatshepsut.
En principio, durante el reinado de su hermano, se hab�a dispuesto para ella la construcci�n de una extra�a tumba, situada en el Uadi Sikket Taka el Seide, en la que solo era considerada como � Princesa hereditaria, hija del rey, hermana del rey, esposa del dios, Gran Esposa real y Se�ora de las Dos Tierras'. En modo alguno se la consideraba como rey de Egipto.
La construcci�n de la tumba de la Gran Esposa Real Hatshepsut fue inmediatamente abandonada, aunque ya ten�a en su interior el sarc�fago preparado para recibirla en la, para ella, inaceptable condici�n de tal.
As� pues, es muy probable que Sen-en-Mut, de acuerdo con lo dispuesto por su soberana en las conversaciones entre ambos, diese las �rdenes oportunas para ampliar la tumba de Thutmosis I y as�, acoger en ella a Hatshepsut cuando falleciese, en su nuevo y proyectado papel de fara�n de Egipto. Era un modo de subrayar que ella era la aut�ntica heredera de Thutmosis I, y no el advenedizo Thutmosis II.
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LOS ACONTECIMIENTO A LA MUERTE DE THUTMOSIS II.
La muerte del usurpador hab�a acaecido. Hatshepsut no persigui� su memoria, puesto que hab�a sido rey por la voluntad de su padre que ella tanto am�. Sin embargo, el tiempo estaba cumplido.
El fiel Sen-en-Mut visitar�a con frecuencia a la reina en el palacio que Thutmosis I, hab�a construido como su residencia real en Tebas, en las proximidades del templo de Am�n. Le hab�a impuesto el nombre de �No-me-alejar�-de-all�' , en clara referencia a la lealtad del rey hacia el poderoso dios tebano.
Era espl�ndido, sin duda. En aquel lugar, Sen-en-Mut y la reina habr�an urdido sus planes. Aqu�l ser�a el marco, absolutamente cercano al templo del dios Am�n, donde se celebrar�a la coronaci�n de Hatshepsut como fara�n de Egipto.
Existen dos razones por las que parece probable que la reina eligiera dicho lugar para celebrar especialmente su ascenso al trono: la primera, por ser el palacio de su amado padre; la segunda, porque ella ser�a tambi�n la amada hija de Am�n. La cercan�a del templo de Ipet Sut (Karnak) implicaba tambi�n la de su divinidad principal, el dios Am�n.
Muerto Thutmosis II, los partidarios del hijo segund�n de �ste �ltimo ya se estaban moviendo para proclamar rey al pr�ncipe. Pero, surg�a un problema. �C�mo coronar a un hijo sin legitimidad engendrado por un fara�n que tampoco la hab�a tenido por s� mismo?. Hatshepsut recordaba c�mo su padre hab�a apartado del poder a la reina Meryt-Am�n, la esposa de Amen-Hotep I, cuando �ste muri� sin hijos varones leg�timos. Ella no estaba dispuesta a que el asunto volviera a repetirse. Nadie podr�a imponer en el trono a un ni�o de muy corta edad a qui�n, seg�n la ley, habr�a que desposar con una princesa de sangre real leg�tima, que en aquel momento no era otra que la peque�a Neferu-Ra.
Los setenta d�as que debieron durar los funerales de Thutmosis II debieron ser febriles. Pero, en realidad, ella, auxiliada por hombres como Sen-en-Mut o Hapu-Seneb, controlaba el poder de hecho desde hac�a ya alg�n tiempo. Hapu-Seneb pertenec�a al alto clero de Am�n y era, con Sen-en-Mut la persona que m�s apoyaba a la reina. �l representaba el partido de Hatshepsut dentro del clero del dios tebano. Acabar�a siendo promovido al puesto de Primer Profeta del dios y ejercer�a el Visirato del Norte y del Sur. Juntos, Sen-en-Mut y Hapu-Seneb, har�an a Hatshepsut irresistible.
Los planes discurrir�an del siguiente modo: se establecer�a la uni�n entre el �nico hijo var�n del rey fallecido, el pr�ncipe Thutmosis; �ste ser�a desposado con la princesa Neferu-Ra, descendiente directa de Hatshepsut y portadora, por tanto, de la sangre que entregaba el trono de Egipto. Dada la poca edad de ambos ni�os, la reina asumir�a el gobierno efectivo de las Dos Tierras. Desde un punto de vista de reparto del poder, formalmente hablando, Thutmosis III aparecer�a como rey del Bajo Egipto, Hatshepsut como rey del Alto Egipto y Neferu-Ra, como Esposa del dios . Nadie se opondr�a a un planteamiento de esta naturaleza.
Mientras tanto, Sen-en-Mut establecer�a un ambicioso programa constructivo a favor de la reina y, sobre todo, un plan que contar�a con el apoyo indiscutible del clero de Am�n: Hatshepsut reclamar�a para s� la condici�n de hija f�sica del dios tebano por medio del mito de la �teogamia', el misterio religioso que pretend�a la naturaleza divina para su nacimiento.
En medio de todo este proceso, Sen-en-Mut calcul� fr�amente cuales ser�an sus posibilidades. �l ser�a su m�s fiel servidor y su apoyo vigilante, el guardi�n de su soberana. �l idear�a para ella una nueva teolog�a. La alzar�a al firmamento, hasta hacerla una con los dioses de Egipto. Trabajar�a sin descanso realizando obras en los templos que perpetuar�an por siempre la memoria de su amada reina. Crear�a un nuevo dise�o urban�stico de la ciudad de Tebas en funci�n del padre y la hija: Am�n y Hatshepsut. Pondr�a toda su ciencia, tan largamente adquirida en el secreto de los templos, a disposici�n de la mujer a la que hab�a decidido servir y entregar su vida.
. En principio acept� a su sobrino e hijastro como soberano leg�timo, aunque ella asumi� la regencia dada la corta edad del nuevo rey. Con arreglo a la ancestral tradici�n egipcia, un rey necesitaba a su lado a una �Esposa del dios' , como Osiris tuvo junto a �l a su hermana Isis. As� pues, la f�rmula que permit�a la presencia en el trono de ambos, el ni�o-rey y la Gran Esposa Real Hatshepsut, era, en principio, la de la uni�n entre ambos. Pero resulta claro que esta exigencia, fruto de la tradici�n, no obedecer�a a una uni�n verdadera entre el rey y �su Gran esposa Real', como hab�a sido hasta ese momento.
Se trabaj� para ella mientras Egipto estaba con la cabeza inclinada...' Esta situaci�n solo pod�a desembocar en otra de mayor poder para la reina. Hacia el a�o dos o tres del nuevo rey, la reina Hatshepsut comenz� a hacerse considerar por sus cortesanos como un rey con plenos derechos.
En el a�o dos, la princesa Neferu-Ra fue convertida en regente del Sur y del Norte y Se�ora de las Dos Tierras, comenzando a usar t�tulos tan trascendentes como �Esposa del dios', �Mano del dios', y �Divina Adoratriz'. Esto implicaba que su madre era, en s� misma, el rey del Alto y del Bajo Egipto al mismo tiempo que, formalmente lo era tambi�n Thutmosis III. �C�mo conciliar la tradici�n con aquella realidad?.
En los mismos d�as, Sen-en-Mut hab�a sido nombrado �mayordomo de la hija real Neferu-Ra', como hab�a sucedido antes para Hatshepsut.
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LA CORONACION DE HATSHEPSUT COMO REY.
Los acontecimientos pol�ticos siguieron su camino. Las referencias arqueol�gicas a la coronaci�n de Hatshepsut se encuentran recogidas fundamentalmente en las paredes de la mitad norte de los muros de la segunda terraza del templo de Deir El-Bahari
De otra parte, Hatshepsut es denominada por primera vez conocida rey del Alto y del Bajo Egipto en texto inscrito sobre un bloque de la Capilla Roja de Karnak que lleva la fecha del a�o dos de Thutmosis III, segundo mes de Peret, d�a 29.
Que esta proclamaci�n de la realeza de Hatshepsut sobre las Dos Tierras como rey efectivo de Egipto contaba con el apoyo directo de Sen-en-Mut, queda muy claro; buena prueba de ello es que, dos a�os despu�s de la fecha citada, en el a�o cuatro de Thutmosis III, el d�a 16 del primer mes de Shemu, aqu�l erigi� una estela en el templo del dios Montu, en Tebas, haciendo donaci�n de ciertas tierras y servidores al templo de Amon, en la que consta el nombre de coronaci�n de Hatshepsut, Maat-Ka-Ra, dentro de un cartucho real, como rey del Alto y del Bajo Egipto. Otros documentos datados en los a�os cinco y siete del reinado la muestran tambi�n con su nombre inscrito dentro de un cartucho real. Todo ello parece indicar que la accesi�n de Hatshepsut al trono fue algo pausado y se produjo a lo largo de, al menos, cinco a�os.
EL LUGAR DE LA CORONACION.
La ceremonia se celebrar�a en el mejor marco posible. Este ser�a el Palacio real construido por Thtumosis I en las cercan�as del templo de Am�n en Karnak. Es obvio que, para aqu�l momento, el rey ya no viv�a para presidir la proclamaci�n real. Pero Hatshepsut quiso que se recogiera la presencia de su padre, siquiera de un modo simb�lico. Por ello ordenar�a que la escena fuese incluida en los muros de la segunda terraza del templo de Deir El-Bahari.
Terminada la fase pol�tica durante la cual, Hatshepsut fue transformando su regencia con Thutmosis III en definitiva accesi�n al trono, lo que se culmin� hacia finales del a�o siete del reinado, lo primero que se produjo, fue el significativo ascenso de Sen-en-Mut al important�simo cargo de �Mayordomo de Am�n'. Su promoci�n a esta funci�n, mitad religiosa, mitad pol�tica, conced�a y aseguraba a Sen-en-Mut un poder muy respetable por las riquezas cuyo manejo implicaba, y por la influencia que su prestigio representaba.
Fue tambi�n la fecha del a�o siete del reinado, la que marc� el momento de inicio de la construcci�n y excavaci�n en la colina de Sheij Abd El Gurnah de la tumba de Sen-en-Mut (TT71) y, muy poco despu�s se inici� tambi�n la excavaci�n del hipogeo cercano al templo de la reina, en la zona del Asasif (TT353).
� EL ESPLENDOR DE LOS ESPLENDORES
En los contrafuertes de la orilla occidental del Nilo, justo frente al templo de Am�n de Karnak exist�a un circo p�treo de escarpadas laderas que recog�a en uno de sus lados el templo funerario del rey Montu-Hotep Neb-Hepet-Ra, de la dinast�a XI. Aquel gran rey tebano hab�a elegido un rinc�n especial de la orilla occidental para albergar su �templo de millones de a�os'. Era hermoso y estaba dispuesto en dos estructuras superpuestas de edificios, dotados de columnatas peristilas de pilares cuadrangulares, y rematados por una pir�mide. Una rampa conduc�a a su interior y delante estaba dotado de un gran patio del que sal�a la calzada hacia el embarcadero real. Justo al lado, en la mitad norte de la explanada que rodeaba el circo rocoso, el rey Amen-Hotep I, hab�a dispuesto un templo hecho con adobes donde recib�an culto �l y su madre la divina Ah-Mes Nefertary.
Lo cierto es que Sen-en-Mut hab�a pensado que en aqu�l emplazamiento deber�a alzarse un templo de millones a�os para el rey. Este lugar, el circo rocoso que hoy denominamos Deir el .Bahari, hab�a sido identificado por los sacerdotes con los cuernos de la sagrada vaca Hat-Hor, una de las manifestaciones de la diosa m�s dulce y acogedora de todo el pante�n egipcio, la soberana del occidente. �El sitio no pod�a ser m�s id�neo!.
Tal ser�a el lugar perfecto para guardar y recoger la esencia de la realeza de Hatshepsut: un templo-santuario dedicado a su divino padre, Am�n-Ra, el poderoso rey de todos los dioses. All� se unir�an Hatshepsut y su divino progenitor durante las fiestas m�s sagradas, celebradas en Tebas con la participaci�n del dios. Adem�s, justamente al otro lado del macizo rocoso donde se excavar�a el santo de los santos del templo, se hallaba un uadi que hoy conocemos como Valle de los Reyes .
Sen-en-Mut construir�a para la se�ora de su coraz�n la morada de eternidad en este valle sagrado que estaba coronado por una pir�mide natural. De esta manera, la �c�mara del oro', el lugar donde descansar�a su cuerpo dentro del sarc�fago, estar�a conectado por una galer�a con la parte m�s profunda de su templo de Millones de a�os.
A su vez, se establecer�a una triple conexi�n m�gica desde el edificio sagrado: por el este, con el coraz�n del santuario del Am�n tebano en Karnak, el Ipet-Sut; por el oeste, con la tumba que har�a excavar en las entra�as del valle para su reina y para el padre de �sta, el rey Thutmosis I.
En el centro de esta v�a m�gica, se alzar�a un templo que ser�a la culminaci�n de su obra: el Dyeser Dyseru, la Maravilla de las Maravillas . No solo ser�a contemplado por su m�s fieles sacerdotes, sino que regocijar�a al pueblo que, al verlo desde la otra orilla del r�o, exclamar�a diciendo: �La gloriosa Hatshepsut es en verdad la hija bien amada del dios Amon!
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KV 20.
Esta tumba, tuvo su ubicaci�n claramente condicionada por el templo de Deir El-Bahari. En realidad se encuentra excavada en l�nea recta, en la misma direcci�n que el santuario de Am�n del Dyeser Dyeseru, al otro lado de la monta�a. Esta situaci�n, verdaderamente intencionada, denota que la construcci�n del templo y la excavaci�n de la tumba formaron parte de un mismo y �nico proyecto.
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BLIBLIOGRAFIA
Schmitz, F.J. Amenophis I . H�B 6. Hildesheim, 1978.
Flinders Petrie, W. M. A History of Egypt, during the XVII th and XVIIIth Dynasties . 7 th Edition, London, 1924. 44, fig. 16.
Otra tesis posible es que Thutmosis I habr�a sido hijo biol�gico de Amen-Hotep I y de la Dama Seni-Seneb. Ver Bedman, T. Reinas de Egipto. El secreto del poder. Madrid, 2003. 95-96.
Texto de agradecimiento de Thutmosis I a la tr�ada tebana por la accesi�n de su hija Hatshepsut al trono, en la cara norte del VIII pilono de Karnak. Lepsius, R. LD III, 18. Urk. IV, 266, 11. Porter y Moss, Theban Temples, II, 174, (517, I).
La cuesti�n sigue estando oscura. Para la reina Ah-Mes se han sugerido tres posibilidades b�sicas: 1. Habr�a sido la hermana peque�a del rey Ah-Mes; 2. lo habr�a sido del rey Amen-Hotep I, o 3. su hermano habr�a sido el propio Thutmosis I, y por tanto, su madre habr�a sido tambi�n Seni-Seneb. Cfr. Bedman, T. Op. cit. 2002, 96; Sethe, K. Hatschepsut Problem. Berlin, 1932, 5; Vandersleyen, Op. cit. 1995, 249.
Derry, D. Douglas. �An X-ray examination of the mummy of King Amenophis I'. ASAE 34 (1934), 47-48.
Se trataba de un juramento de lealtad utilizando el nombre real, de modo que si se quebrantaba la pena por el perjurio ser�a la muerte.
Urk. IV, 79-81.
Gitton, M. Les divines �pouses de la 18e dynastie. Paris, 1984, 61 y nota 74. Otra teor�a es que la reina Ah-Mes ta-Sherit dio a Thutmosis I seis hijos: Hatshepsut, Amen-Mose, Amen Neferu-Ra, Meryt-Ra, Ajbet-Neferu y Neferu-Bity. Cfr. Bedman, T . Op. Cit. 2003, 97. Vandersleyen opina que Amen-Mose habr�a sido hijo de la reina Mut-Nefert . Op. cit . 1995, 250.
Ibidem.
Quiz�s fue hija de Amen-Hotep I y de una concubina desconocida. Rati�, S. Op. Cit. 1979, 25.
Urk. IV, 414, 1; 415, 1-3.
Caminos R. A. & James T. G. H. Gebel es-Silsilah. I: The Shrines , EES ASE 31, 1963, 53-56, n� 16.
Vadersleyen, C. Op. cit. 1995, 290.
Ibidem, 58, 15-59.
Aunque Gaston Maspero atribuy� a la momia de Thutmosis II una edad de alrededor de treinta a�os, su aspecto es indudablemente el de la de un adolescente. Confrontar Partridge, R. B. Faces of Pharaohs. Royal Mummies and Coffins from Ancient Thebes. London, 1994, 73-76 y figs. 47-49.
Vandersleyen, C. Op. cit . 1995, 265 y nota 3.
Ibidem, 266.
Rati�, S. Op. cit. 1979, 58-60.
Smith, E. G. Catalogue G�neral des Antiquit�s �gyptiennes du Mus�e du Caire. Nos. 61051-61100. The Royal Mummies. Le Caire, 1912, 28-31.
Reeves, C. N. Valley of the Kings. The decline of a royal necropolis. London, 1990, 18-19.
Carter, H. ASAE 16 (1916), 1 79-182. JEA 4 (1917), 114-118.
Este primer sarc�fago de Hatshepsut se encuentra hoy en el Museo Egipcio de El Cairo. CG 6024, JE 47032.
Nims, C. �Places about Thebes' . JNES, XIV (1955), 114.
Helck, W. �Hapuseneb' . L� , II, 955-956.
Urk. IV, 59, 13-60, 4.
Gauthier, H. LdR II, 250-252.
Naville, E. DB, III Pl. LXII-LXIII. PM II, 348, (19).
Rati�, S. Op. cit. 1979, 79. Lacau, P. y Chevrier, H. Une chapelle d'Hatshepsout � Karnak. I Le Caire, 1977, # 179, a-b). Ver tambi�n Schott, S. �Zum Kr�nungstag der K�nigin Hatscheps�t' NAWG I Klase I (1955), 212-213.
Lesko, B. S. �The Senmut problem' JARCE VI, 1967, 116.
La estela de Thutmosis III de Serabit el Jadim; el papiro Tur�n 1878, un ostracon descubierto en el vest�bulo de la TT71 y un sello en una jarra.
Dorman, P. F . Op. cit . 1988, 45.
Rati�, S. Op. cit. 1979, 121.
Dorman, P. F . Op. cit . 1988, 171.
Con car�cter general se consultar�n Bedman, T. �El Templo de Hatshepsut en Deir El-Bahari' y El Bialy, M. �Djeser-Djeserou. Le Sublime des Sublimes' En Tebas, los dominios de Am�n' . Madrid, 2002, 67-108.
TT 20. PM I 2 , 1960, 28.
BEDMAN, T- MARTIN VALENTIN, F.: Sen-en-Mut, el hombre que pudo ser rey de Egipto. Madrid, 2003. �
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