LA DINASTIA XIX: DE RAMSES I A RAMSES II.

 

Por Teresa Bedman, Egiptóloga del IEAE ,

Co-Directora de la Misión Española en Egipto

Proyecto Sen-en-Mut

 

La crisis del mundo amárnico dejó patente que Egipto habia doblado la esquina de su historia y estaba al comienzo de su larga decadencia.

Ramses I, quien dió nombre a la mayor parte de este periodo, llegó a ser rey de Egipto casi por casualidad. Había sido Visir y amigo íntimo del rey Hor-em-Heb y al no tener este hijos que le sucediesen, nombró y acordó con su compañero de armas, una continuidad dinástica a través de su hijo Sethy, el primero que verá la historia de este periodo.

Durante un tiempo el statu quo se mantuvo y aparentemente Egipto floreció de nuevo. Recupera su posición en Asia. Por lo que respecta a la política interior, su máxima preocupación fue continuar la obra restauradora de Hor-em-heb; destaca, en este sentido, su amplia actividad constructora, soberbia como se refleja en la sala hipóstila de Karnak, en el Templo de Osiris de Abidos o en su propia tumba, tal vez la más hermosa de cuantas se han descubierto en el Valle de los Reyes. Sethy I, que se convierte en el verdadero artífice del estado ramésida.

Su obra interna fue posible gracias a la afluencia de riquezas procedente de las campañas asiáticas, con el control del corredor Sirio-palestino. Despues de trece años de gobierno el rey muere dejando su legado a su hijo Ramses II, parece factible pensar en una corregencia entre padre e hijo. Como primera medida establecerá su capital administrativa en el Delta, en Pi-Ramses, cerca de la antigua Avaris y posiblemente la Gosen de la Biblia. La política asiática va a ocupar la atención del monarca, ya que desde los primeros años de su reinado el tratado de su padre con Muwatalli deja de ser respetado y, en el año cinco, Ramsés organiza una ambiciosa expedición con la intención de someter a su dominio todo el país de Amurru y situar en el Orontes medio, a la altura de Qadesh, el límite de sus territorios. El avance se realizó sin obstáculos, pero el ejército egipcio, dividido en cuatro cuerpos, Amón, Re, Ptah y Seth, fue víctima de una emboscada en las proximidades de Qadesh gracias al engaño del que fue objeto el rey por unos mensajeros hititas atrapados. El propio Ramsés corrió peligro, pero el combate debió de quedar en tablas según intuimos por los resultados. No obstante, la corte faraónica celebró como un gran triunfo la estéril campaña asiática, que fue objeto de una composición, el "Poema de Pentaur", y reproducido el Rameseum Abu Simbel, Karnak, Luxor, Abidos y Der.

Ramsés, hubo de volver también sus ojos al sur. Allí el control sobre Nubia, incorporando en gran medida el reino de Kush al estado egipcio, era una realidad casi incontestada y para eliminar cualquier sombra de duda el faraón mandó construir uno de los templos mas bellos: Abu Simbel.

Las campañas militares, la explotación del Sinaí y de Nubia y la producción agrícola en Egipto proporcionaron abundantes recursos aunque hacia el final de su longevo reinado se comienza a vislumbrar cierta crisis económica.

 

BIBLIOGRAFIA.

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