EL ARTE AMARNIENSE

Por Ursula Dorsch

 

 

Partiendo de algunos sucesos que se repetían regularmente, tales como el ciclo de las estaciones, las inundaciones anuales del río Nilo y las trayectorias diarias de los astros, los antiguos egipcios creían firmemente que todos los aspectos de la vida eran cíclicos. Incluso su forma de gobierno, la monarquía divina, basada en la leyenda de Osiris, apoyaba fuertemente estos conceptos de unidad y de regularidad. Basándose en todos estos hechos y conceptos, este pueblo confiaba en la continuidad de la vida, que, sin embargo, debido a un cambio desconocido, podía retornar al caos primigenio, en todos los aspectos de la vida, incluyendo el artístico, debían imperar la constancia y la moderación, virtudes que conducirían al estado perfecto en el que se había encontrado el mundo en el momento de su creación. Esta perfección, tanto tangible como ética-moral, era conocida como Ma’at y todos los hombres, desde el más humilde hasta el mismo faraón, tenían la obligación de actuar de acuerdo a este concepto de orden y de rectitud. También los artistas estaban comprometidos a idear sus obras e perfecto balance y armonía con Ma’at. Durante el antiguo Egipto la gran mayoría de las obras no fue creada para el deleite de los espectadores o para ser expuesta públicamente; su función primordial estaba estrechamente relacionada con las antiguas creencias y tradiciones religiosas. Este vínculo frenó de una manera muy especial la creatividad y la individualidad de los artistas, cuya labor estaba sujeta a múltiples cánones y normas preestablecidas relacionadas con los temas, los colores, los materiales, las representaciones de las figuras humanas y la técnica. Sin embargo, no se deben considerar las expresiones artísticas egipcias únicamente como expresiones hieráticas e inmutables, ya que durante casi todas las etapas históricas del Imperio Faraónico se observan ciertos cambios tanto temáticos como formales.

Probablemente las modificaciones más trascendentales se dieron en la dinastía XVIII, en el Imperio Nuevo, durante el breve reinado del faraón Ajenaton XVIII, en el Imperio Nuevo, durante el breve reinado del faraón Ajenaton, bajo cuya influencia los artistas crearon las obras que e la actualidad identificamos como típicamente amarnianas. A través  de los relativamente escasos objetos que se han conservado de este período se puede uno dar cuenta de las diversas transformaciones que sufrieron los conceptos artístico

Ya en el reinado del monarca Amenofis III se inició un período de transición, durante el cual surgieron obras de arte con ciertos temas que posteriormente fueron ampliamente desarrollados por los artistas amarnianos, tales como la iconografía abstracta del dios Atón y la representación menos idealizada, pero con más caracteres realistas, del propio faraón Amenofis III y de su esposa preferida la reina Tiy.

Durante los primeros años bajo el tutelaje de Ajenatón, los artistas realizaron algunos retratos reales que se caracterizaron por algunos rasgos exagerados y hasta cierto punto deformes, originados en la búsqueda de una nueva forma de expresión. Posteriormente se inició una atenuación de este estilo tan extremo, y a finales del período amarniano se dio un estilo mucho más suavizado, que guardaba relativamente poca similitud con las primeras representaciones del soberano Ajenatón y de su esposa Nefertiti.

A través del legado artístico creado por los artistas amarnianos, la mayoría de los cuales ha quedado para siempre en el anonimato, se puede concluir que uno de los principales propósitos de la reforma artística fue el rompimiento de algunos cánones que habían regido su labor por tiempo indefinido. En relación a los materiales, se siguieron usando los ya conocidos: piedra, marfil, madera, cuarzo y alabastro. Pero, debido a la poca durabilidad  de algunos de éstos, muchas estructuras constaban de varios fragmentos hechos de diversos materiales que posteriormente eran ensamblados; lo cual es una de las principales razones por lo que hoy en día frecuentemente sólo se tienen obras incompletas. Debido al estado tan precario en que se encuentra una gran parte de las obras del arte amarniano, actualmente es bastante difícil determinar con precisión la gama de los colores que fue aplicada. Sin embargo, es muy probable que no se modificara el reglamento correspondiente al uso de los colores blanco, amarillo, verde, marrón y negro y se continuó respetando su simbolismo tradicional.

Partiendo siempre de la función fundamental religiosa del arte y siguiendo las directrices personales del faraón Ajenaton, el rey fue representado frecuentemente acompañado por su esposa Nefertiti y por sus pequeñas hijas Merit-Aton, Maket-Aton, Ankh-sepa-Aton, Nefer-Neferu-Ta-Sherit, Nefer-Neferu-re y Setepen-Re.

Al observar tanto los bajorrelieves, como las esculturas de bulto, la técnica de relieve preferida por los artistas amarnianos, uno se da cuenta de que Ajenatón ya no era considerado exclusivamente la máxima autoridad política y religiosa de su vasto Imperio, sino también como un ser humano, capaz de expresar sus sentimientos como amoroso y tierno padre. Sin embargo, este innovador concepto que plasmaba al monarca como un hombre lleno de espiritualidad y sensibilidad, nunca excluyó la función sagrada de Ajenatón, quien siguió siendo venerado como hijo directo y único profeta del dios Atón. Durante el breve tiempo que duró el reinado amarniano las representaciones de las figuras humanas se siguieron basando en algunas de las antiguas normas, tales como el tamaño mayor de las figuras principales y la “ley de la frontalidad”, que proyectaba el cuerpo humano como la síntesis de las visiones de frente y de perfil. Por otro lado, la postura clásica: el hombre adelantando la pierna izquierda y la mujer parada con los pies juntos, no siempre fue respetada, ya que en algunas ocasiones también la reina e incluso sus hijas, son mostradas adelantando la pierna izquierda.

Otra de las innovaciones trascendentales que se dieron en el ámbito artístico está directamente relacionada con la figura de Ajenatón.

El faraón amarniano ya no fue representado como un ser idealizado, sino que sus retratos reflejan ahora una sensibilidad y una expresividad emotiva que anteriormente nunca habían sido plasmadas en las imágenes reales. Incluso los artistas autorizados por el propio monarca, se atrevieron a representarlo con ciertos defectos físicos, tales como arrugas faciales, un flácido y abultado estómago y piernas y brazos extremadamente delgados, hecho que durante otra época hubiera sido inconcebible.

Esta manera e visualizar la figura humano no sólo fue aplicada a las imágenes reales de Ajenatón, Nefertiti y las princesas, sino también a las representaciones de los más importantes funcionarios que vivieron en la capital de Ajenatón.

Algunas de las obras que decoraban principalmente el Gran Templo de Atón en Karnak y las tumbas de los nobles también muestran las diversas festividades, tanto religiosas como civiles, que amenizaron la corte amarniana. Entre estos acontecimientos destacan el Durbar, celebrado el octavo día del segundo mes de la estación de Peret del duodécimo año de gobierno (1352 A.C.), las entregas desde “la ventana de las apariciones” de los collares de oro “shebu” a los más distinguidos colaboradores y sobre todo las ofrendas de animales, frutas e incienso que solía presentar regularmente la familia real al dios Atón. En relación a la típica temática que se dio durante esta época también se tienen que mencionar brevemente las escenas militares. A pesar de que el faraón Ajenatón nunca fue representado como el jefe supremo de sus ejércitos, no se puede negar que los militares fueron de suma importancia durante su gobierno, ya que sin su apoyo la reforma religiosa nunca hubiera podido llevarse a cabo.

Es muy factible que durante los diversos períodos del Imperio Faraónico, muchos soberanos se hayan ocupado directamente de la creación de las obras de arte, especialmente las relacionadas a su persona y a su vida en el más allá, el Duat. La hipótesis que sustenta que también el faraón Ajenatón estaba personalmente interesado en las expresiones artísticas y que incluso ejerció una profunda influencia en la labor de los artistas, se basa en algunos de los títulos que recibieron los creadores amarnianos, tales como “El aprendiz al que su majestad enseñó” y “El aprendiz al que ilustra su majestasd”. En relación a los artistas se puede suponer que también abandonaron Ajetaton acompañando al sucesor de Ajenatón, el joven soberano Tutanjamón, para refresar a la antigua capital. Alejados del ámbito de la corte amarniana y bajo las órdenes del sacerdocio del dios Amón, que rápidamente recobraba su antiguo poderío, los artistas empezaron a retomar los cánones y directrices tradicionales, pero sin erradicar totalmente las innovaciones que habían sido introducidas por el faraón Ajenatón durante su reforma artística.

Sin embargo, no se debe considerar esta reforma amarniana exclusivamente como un cambio artístico, sino más bien evaluar como una consecuencia directa e inmediata de la ideología religiosa que veneraba al globo solar Atón como única deidad. Partiendo de la estrecha relación que siempre había existido entre las múltiples expresiones artísticas y las creencias sagradas, es muy comprensible que esta reforma religiosa llevada a cabo por Ajenatón, décimo faraón de la dinastía XVIII del Imperio Nuevo, no podía ni debía ser promovida a través de los conceptos artísticos tradicionales, ligados al antiguo panteón egipcio, sino que se buscaron una nueva temática e iconografía que lograron que las expresiones artísticas creadas durante esta breve época amarniana fueron únicas en toda la historia del antiguo Egipto.

 

B I B L I O G R A F I A

·        CYRIL ALDRED “Akhenatón, Faraón de Egipto”, Trad. Del inglés Paloma González Rubio. Madrid, Edaf 1989.

·        BRCHART, LWDWING, “Portrats der Königin Nofret-ete aus den Grabungen 1912/1913 in Tell el Amerna”. Osnabrück, Otto Zeller, 1968.

·        CANDER, ROBERT F. “Hüter in Haus der Sonne. Echnaton, Nofretete, Tutanchamun”. Munchen Robert F. Cander 1979.

·        SCHLÖGL, HERMANN ALXANDER “Akhenaton Tutankhamon. Daten, Fakten, Literatur”. Erweiterte Auflage. Wiiesbaden, Harrossowitz, 1993.

·        SETTGAST, JÜRGEN, “Nofretete –Echnaton. Aegyptisches Museum, der Staatlichen Museen Preussisscher Kulturbesitz” 10 April-16 Juni 1976. Mainz, Philipp von Zabern. 

·        VANDERBERG, PHILIPP “Nofretete. Eine erchäologische Biographie”. Bern, Sherz 1975.