ISRAELITAS ENCONTRADOS EN EGIPTO.

Por Manfred Bietak.

Director del Instituto de Egiptología de la Universidad  de Viena y

del Instituto Arqueológico Austriaco del Cairo.

Traducción de Ana Quesada

 


La historia detrás de la tradición bíblica de Israel en Egipto siempre ha emocionado por igual a eruditos y al gran público. Sin embargo, el tema puede parecer en cierto modo agotado, especialmente en vista de las actuales tendencias “minimalistas” en la erudición. No pretendo ser yo mismo un erudito de la Biblia—soy un egiptólogo. Pero a veces alguien ajeno puede aportar nueva luz sobre un tema importante. Espero que este sea el caso.

Cabañas de juncos de más de 3000 años de antigüedad pertenecientes a trabajadores—tal vez esclavos—y con la misma planta que las antiguas casas israelitas de cuatro habitaciones, han sido identificadas en Medinet Habu, enfrente de Luxor en Egipto.1 Estas cabañas de juncos pueden representar una evidencia bíblica excepcional de Israel en Egipto.

De ser cierto, los trabajadores israelitas—o proto-israelitas— estaban en Egipto en la segunda mitad del siglo XII a. C., es decir, más de medio siglo más tarde de lo que se había pensado previamente. Esta evidencia, en cambio, tendría importantes implicaciones para la historicidad de la narrativa bíblica.

Nuestra historia comienza en la década de los 30 en la orilla oeste del Nilo, donde la Universidad del Instituto Oriental de Chicago estaba llevando a cabo excavaciones en Medinet Habu, el área del extremo meridional de la necrópolis tebana. El monumento más notorio ubicado en Medinet Habu es el llamado “Casa de un Millón de Años”, un templo conmemorativo de Ramsés III (c. 1184-1153 a. C.), pero otros numerosos templos salpican el lugar, diseñado para el culto de los dioses del estado conectado con la divinidad del faraón y su culto mortuorio. Uno de éstos es el Templo de Ay y Hor-em-Heb. Ay (1327-1323 a. C.) era una figura importante en la corte de Aj-en-Aton, el rey herético que trató de limitar el culto egipcio al dios único Atón. Ay jugó también un papel destacado en la corte de los sucesores de Aj-en-Aton, especialmente en la de Tut-Anj-Amón (c. 1336-1327 a. C.); Ay puede haber desempeñado un papel prominente en el rechazo por parte de Tut-Anj-Amón de la herejía de Atón y la restauración de los cultos de todos los otros dioses. En todo caso, a la muerte de Tut-Anj-Amón, Ay llegó a ser el gobernante de Egipto, aunque él no había nacido dentro de la línea real principal. Y Ay empezó inmediatamente la construcción de un templo conmemorativo para él mismo en Medinet Habu.

El reinado de Ay duró solamente tres años – no lo suficiente para completar su templo. Le sucedió Hor-em-Heb, que no era de sangre real. Hor-em-Heb empezó como un simple escriba y, después de una exitosa carrera militar, ascendió al más alto nivel. Cuando Ay murió, Hor-em-Heb asumió el trono. Fue el último gobernante de la Dinastía XVIII.

Durante su reinado, Hor-em-Heb usurpó el templo conmemorativo inacabado de Ay. (Por eso se llama el Templo de Ay y Hor-em-Heb). En el momento de la muerte de Ay, sólo las salas del templo y algunos edificios secundarios se habían completado. La decoración, sin embargo, era de la más alta calidad artística. Relieves tallados extraordinariamente delicados—de los que, desgraciadamente, sólo han sobrevivido fragmentos —cubrían las paredes. El templo se embelleció también con delicadas estatuas, incluyendo colosales figuras sentadas del mismo Ay. Los patios situados enfrente del templo, sin embargo, fueron completados sólo por Hor-em-Heb, que rodeó el templo con una magnífica columnata compuesta por columnas papiriformes en haz y reconstruyó los atrios con tres imponentes conjuntos de pilonos  Además, él tuvo cuidado de eliminar cualquier referencia de Ay, simplemente reemplazándolas con su propio nombre. Era este Templo de Ay y Hor-em-Heb el que fue excavado por el Instituto Oriental en la década de los 30.

En el curso de esta excavación, los arqueólogos descubrieron la evidencia de algunas chozas provisionales rudimentarias, cuya fecha trataré más tarde. La evidencia para las chozas consistió en estrechas zanjas esculpidas en el lecho de roca, de 6 a 8 pulgadas de ancho y de sólo 4 a 8 pulgadas de profundidad. En estas pequeñas zanjas había hoyos, aparentemente para postes de madera o fardos de juncos atados con cuerdas para ser utilizados como postes. Las zanjas y hoyos todavía tenían evidencias del mortero o yeso utilizado para asegurar los postes y las paredes de juncos. En dos lugares, se encontraron hoyos en pares en los extremos de las zanjas, mostrando rupturas. Aquí las jambas podrían ser reconstruidas. Los excavadores interpretaron todo esto como una evidencia de chozas de trabajadores, cuyas paredes estaban hechas de cañas revocadas con barro o arcilla del desierto estampada alrededor de las mismas y sostenidas por postes intermitentes en ranuras en el lecho de roca. Chozas construidas de manera similar se pueden encontrar hoy en día todavía en Egipto.

Pero, ¿cuál era la fecha de estas chozas antiguas?. Aunque algunos edificios domésticos hechos de ladrillos de barro eran más antiguos que el templo de Medinet Habu, las chozas de las que estamos hablando son, tal y como los excavadores reconocieron, posteriores al templo. En realidad están situadas en el temenos (patio) del templo y están construidas paralelamente a la pared del templo—lo cual llevó a los excavadores a sugerir que el templo estaba todavía allí cuando las chozas se construyeron y que pertenecían a los trabajadores designados para demoler el templo. ¿Cuándo se demolió el templo?. Sabemos que todavía estaba en pie en tiempos de Ramsés III (c. 1184-1153 a. C.). Sabemos esto porque él construyó su templo contiguo al complejo del templo de Ay y Hor-em-Heb; la pared que rodea el Templo de Ramsés III está ligeramente desviada de su curso para evitar el cercano complejo del Templo de Ay y Hor-em-Heb. (Así es como en realidad los excavadores encontraron por casualidad el Templo de Ay y Hor-em-Heb: vieron el desvío de la pared que rodea al Templo de Ramsés III y sospecharon que hacía esta curva para evitar otro complejo del templo.)

Así que el Templo de Ay y Hor-em-Heb no se derribó antes de la época del sucesor de Ramsés III, Ramsés IV, que reinó desde aproximadamente el 1153 al 1147 a. C. En efecto, Ramsés IV es el candidato más probable de haber comenzado la demolición dado que él erigió un templo inmediatamente contiguo hacia el norte y encontró necesario mover parte de la pared del perímetro del Templo de Ay y Hor-em-Heb. Además, Ramsés IV derribó varios templos en orilla oeste tebana; los botines se encontraron en los restos de otro de sus templos, en un área conocida como Asasif.2

A partir de la evidencia de los hoyos y las zanjas, los excavadores pudieron dibujar un meticuloso plano de una choza completa de los trabajadores y de una parte de otra. El plano de las chozas está en realidad marcado en el lecho de la roca. En vano, sin embargo, miramos a la arquitectura de la casa egipcia para paralelismos.3. Por el contrario, a pesar de la débil construcción de estas chozas, encontramos la misma configuración de las habitaciones en las llamadas casas israelitas de cuatro habitaciones en Palestina.4

Una casa de cuatro habitaciones consiste de tres habitaciones alargadas paralelas separadas por dos paredes o filas de columnas, más una amplia habitación atravesando el fondo. A menudo las habitaciones se subdividen, y a veces se añaden habitaciones complementarias. Se piensa que la habitación grande central puede haber sido un patio sin techo, a menudo separado de una de las habitaciones contiguas por una fila de columnas. La casa de cuatro habitaciones es el tipo predominante de edificio doméstico en Palestina durante toda la Edad de Hierro (1200-586 a. C.). En otras palabras, hizo su aparición inicial cuando los israelitas empezaron a asentarse perceptiblemente en Canaán en la Edad de Hierro I y continuó siendo el tipo de casa más popular durante la Edad de Hierro II. Después de la destrucción de Babilonia del 586 a. C., desapareció por completo. La casa tipo perduró durante más de 600 años.

Hoy en día, en círculos eruditos, la casa de cuatro habitaciones es a menudo denominada la “casa Israelita” porque está omnipresente en el período Israelita y en los lugares Israelitas, con sólo unas pocas apariciones en otros lugares. El difunto Yigal Shiloh denominó a la casa de cuatro habitaciones como “un concepto Israelita original.”5 Dos arqueólogos israelíes concluyeron recientemente en estas páginas que “la casa de cuatro habitaciones se puede denominar sin temor a equivocarse la casa Israelita.”* Yo no estoy tan seguro. Primero, hay un prototipo muy antiguo de Mesopotamia y Siria, llamado el “Mittelsaal Haus” (la casa de habitación media), que se remonta al cuarto milenio a. C.. Segundo, la casa de cuatro habitaciones se puede también encontrar fuera del área de asentamiento de los proto-israelitas. Quizás, como se ha sugerido, las excepciones pueden justificarse como pertenecientes a israelitas que vivieron durante períodos relativamente cortos en áreas no Israelitas. Por otro lado, algunas de las casas de cuatro habitaciones más tempranas, en Tel Masos en el Negev, han sido atribuidas a los Amalakitas, 6 aunque los excavadores reivindican que el asentamiento es Israelita. En dos lugares que se sugiere son Filisteos (Tel Qasile, estrato X, y Tel Sera‘#146;=Tell esh-Shari‘#146;a, estrato VII), se han excavado casas de cuatro habitaciones, pero datan, como muy pronto, de finales de la Edad de Hierro I (1000 a. C.) y probablemente de la Edad de Hierro II. Aparentemente, si los Filisteos construyeron las casas de cuatro habitaciones, no lo hicieron hasta algún tiempo después de su asentamiento en la llanura costera meridional de Palestina. La mayor parte de las casas de cuatro habitaciones son de asentamientos Israelitas. Incluso si todas las primeras casas de cuatro habitaciones no son necesariamente Israelitas, las primeras o proto-israelitas se encontraban seguramente entre sus principales habitantes.

La casa de cuatro habitaciones en Medinet Habu no fue reconocida como tal por los excavadores. Yo la reconocí por pura casualidad cuándo estudiaba los informes de Chicago. No puede haber duda ahora de lo que es, especialmente a causa de la tan típica separación mediante pilares de la habitación central o patio de una de las habitaciones laterales (un distintivo de la casa de cuatro habitaciones) y el hecho de que la casa de cuatro habitaciones aparece primero en Palestina precisamente en esta época. En un detalle, sin embargo, el ejemplo egipcio se desvía de la casa de cuatro habitaciones habitual: Su entrada es a través de la habitación amplia mas que a través del patio (la gran habitación de en medio). (Desde la habitación amplia, uno habría entrado a la gran habitación de en medio.) Pero esta anomalía ocurre también a veces en casas en Canaán, en Tel Masos, por ejemplo.7 Bien puede ser que la entrada a esta casa sea por la habitación porque es la habitación septentrional y, como en la mayoría de las casas egipcias contemporáneas, está diseñada para permitir que el predominante viento del norte entre en la casa, especialmente durante el calor del verano. 8

En base a esto, los trabajadores—quizás esclavos—empleados para demoler el Templo de Ay y Hor-em-Heb a finales del siglo XII a. C. podrían haber sido los primeros israelitas, aunque no lo podemos demostrar con absoluta certeza.

Ramsés III llevó a cabo campañas contra los Pueblos del Mar (incluyendo a los Filisteos), así como contra los Beduinos Shosu, y los trajo de vuelta como prisioneros de guerra. Según la primera sección del Papiro Harris (uno de los papiros egipcios antiguos más largo existente, ahora en el British Museum), la mayor parte de estos Beduinos Shosu fueron dispersados entre los principales templos como esclavos. Muchos eruditos siguen a Raphael Giveon a la hora de identificar a los primeros israelitas como una facción de los Beduinos Shosu. 9 En todo caso, está claro que la mayoría de los primeros israelitas salieron de este conjunto de trotamundos.

El papiro de Harris antes mencionado narra las hazañas de Ramsés III durante la que probablemente fue la última campaña egipcia a gran escala en Canaán:

 

Extendí todas las fronteras de Egipto y derroqué a los que las habían atacado desde sus tierras. Di muerte a los Denyen en sus islas, mientras que los Tjeker y los Filisteos fueron hechos cenizas. Los Sherden y Weshesh del Mar fueron hechos inexistentes, capturados todos juntos y llevados en cautividad a Egipto como las arenas de la costa... Destruí a las gentes de Seïr entre las tribus Beduinas [Shosu]. Devasté sus tiendas, a sus gentes, su propiedad, y también su ganado, sin número determinado, los inmovilicé y llevé en cautividad, como el tributo de Egipto. Yo se los entregué a la Enéada de los dioses, como esclavos para sus casas (templos).10

Los Pueblos del Mar (incluyendo a los Filisteos) que vinieron originalmente del Egeo o del Asia Menor tuvieron su propia arquitectura doméstica característica. (No se han encontrado casas de cuatro habitaciones en dichos emplazamientos Filisteos tales como Ekron, Ashdod y Ashkelon.) Ellos pueden haber adoptado ocasionalmente la casa de cuatro habitaciones, pero sólo más tarde. (Pero aunque esto es dudoso, tal y como el excavador Amihai Mazar me informa; en el emplazamiento Filisteo de Tell Qasile, el descubrimiento del borde coloreado de una jarra puede ser una indicación de que los israelitas estaban presentes en el emplazamiento y fueron los responsables de construir las casas de cuatro habitaciones allí.)

Los proto-israelitas, sin embargo, estaban aumentando dramáticamente en el siglo XII a. C. Los arqueólogos han encontrado recientemente varios cientos de nuevos asentamientos con casas de cuatro habitaciones y estructuras relacionadas en las tierras altas del centro de Canaán. Por lo tanto es muy probable que algunos proto-israelitas estuvieran entre los presos de las campañas de Ramsés III y fueran empleados para demoler el Templo de Ay y Hor-em-Heb. Los trabajadores que vivieron en la casa de cuatro habitaciones en Egipto eran probablemente esclavos descendientes de los prisioneros de guerra de Palestina o del desierto de Seïr—quizás de los primeros o proto-israelitas.

La siguiente pregunta es si esta casa de cuatro habitaciones en Egipto puede ser significativa para datar la presencia de proto-israelitas en Egipto (tal vez correspondiendo al Éxodo Bíblico). Creo que así es. La demolición en la que estos trabajadores probablemente proto-israelitas participaron tuvo lugar después de la época de Ramsés III, y no antes del reinado de Ramsés IV—c. 1153-1147 a. C., en otras palabras, en la mitad del siglo XII. No en la Dinastía XVIII, ni en la Dinastía de XIX, pero sí en la Dinastía de XX, el segundo de cuyos gobernantes fue Ramsés III.

Si los proto-israelitas estaban en Egipto en esta época, como así sugieren las chozas de cañas al lado del Templo de Ay y Hor-em-Heb, debían haber estado cerca de Egipto antes de esta época. Parece sumamente probable que hasta cierto punto ellos ya se habían asentado en Canaán o en su vecindario inmediato, y más tarde fueron o bien deportados a Egipto a la fuerza, o emigraron hacia Egipto para mantener sus rebaños vivos (como la Biblia sugiere). Este razonamiento implicaría que si un Éxodo (una huida de un grupo de esclavos proto-israelitas)11 tuvo lugar, el orden de la tradición Bíblica debería ser invertido.

Primero vino el asentamiento Israelita de Canaán, que ya había comenzado antes de su estancia en Egipto. De otro modo ellos no habrían exigido volver a esta región después de abandonar Egipto.

Segundo, vino su estancia en Egipto.

Tercero vino el Éxodo de Egipto. Es también posible que algunos proto-israelitas se trasladasen (o fueran trasladados) a Egipto directamente desde el Transjordan, y que sólo después partieron hacia Canaán. Este caso podría aplicarse a los Shosu que Ramsés III había capturado en el desierto de Seïr.12 Pero para la mayor parte del los proto-israelitas la conexión con Canaán debería haberse establecido antes su viaje a Egipto. Por lo tanto, la presencia de proto-israelitas en Egipto debe ser datada en un tiempo en el que el asentamiento en Canaán ya había comenzado.

Según estudios arqueológicos recientes, el aumento de asentamientos de la Edad de Hierro atribuido a los proto-israelitas no empezó antes del siglo XII a. C.13 Estos asentamientos se localizaron en la región montañosa central de Canaán, mientras que los cananeos continuaron controlando las llanuras fértiles. Sin embargo, la cultura material—principalmente alfarería—de estos nuevos colonizadores es tan apreciablemente diferente de aquella de los habitantes de Palestina en la Edad de Bronce Tardía que debemos asumir que una nueva población con un origen pastoral había llegado. Si esta migración fue una infiltración pacífica o una conquista militar es una pregunta que no necesitamos decidir aquí.14 Basta con decir que en la estratigrafía de una gran parte de Canaán, los arqueólogos han encontrado una serie de niveles de destrucción en el siglo XII a. C. que indican las acciones militares de los Pueblos del Mar (Filisteos),15 de los proto-israelitas y de poblaciones relacionadas. Estos se encuentran no sólo en la costa, sino también en el interior (en Megiddo, Taanach, Gibeon y Hazor).

La famosa Estela de Merem-Ptah que menciona Israel en Canaán, no como una ciudad ni un estado ni una tierra, sino como un pueblo, puede ser datada hacia finales del siglo XIII a. C. y es por lo tanto a veces citada como evidencia de un Éxodo en algún tiempo a principios del siglo XIII. Pero Israel se menciona junto con Ashkelon, Gezer y Yinoam. Estos nombres siguen una progresión desde la costa al interior (Yinoam está al sudoeste del Mar de Galilea). La estela puede indicar que el pueblo de Israel estaba todavía al este de la Jordania actual. De todos modos, los israelitas (o proto-israelitas) claramente no poseían ninguna tierra en propiedad en este momento, porque el determinativo jeroglífico conectado a su nombre indica eran todavía un pueblo sin una tierra.16

Todo esto sostiene, creo, la suposición de que el asentamiento en Canaán no tuvo lugar antes de principios del siglo XII a. C.—en la Dinastía de XX. A esto le siguió la residencia en Egipto (por lo menos por parte de algunos proto-israelitas). Si hubo un Éxodo histórico, fue probablemente un grupo de estas personas el que dejó Egipto en la Dinastía de XX.

Este hallazgo podría tener también implicaciones significativas para la historicidad básica de la interpretación Bíblica. La filología antigua indica que la certeza histórica de las tradiciones orales puede sostenerse sólo para cerca de tres a seis generaciones—digamos 200 años a lo sumo. Después de esto el retrato histórico se funde en la oscuridad mítica.17 Esto es tan cierto para Herodoto como lo es para la Biblia Hebrea. Las listas genealógicas son las excepciones; pueden ser fidedignas por un período mucho más largo.18

Los libros del Génesis y el Éxodo pueden haber tomado su forma final sólo en el siglo VII a. C. Hay que reconocer que los escritores Bíblicos tenían fuentes. No escribieron en una pizarra en blanco, una tabula rasa. También podría haber relatos escritos de época tan temprana como el tiempo de la Monarquía Unida (el tan acaloradamente debatido siglo X a. C.), cuando incluso encontramos algunas referencias a anales de la corte.19

Si la permanencia de Israel en Egipto y el denominado Éxodo tuvieron lugar en la dinastía de XX, digamos a la mitad del siglo XII a. C. (y podría haber tenido lugar un poco después—el reinado de Ramsés IV es el más temprano en el cual el Templo de Ay y Hor-em-Heb podría haber sido destruido), y si los relatos del Éxodo fueron escritos a mediados del siglo X a. C., esto nos sitúa apenas dentro de los límites de la fiabilidad histórica. (Otra manera de calcularlo es mediante el número de generaciones en los relatos Bíblicos. Gary Rendsburg ha contado cinco generaciones desde David hasta el Éxodo—hasta Nachshon, el cuñado de Aarón [Éxodo 6:23].)

Datar el Éxodo en la Dinastía XX (mediados del siglo XII a. C.) nos acerca considerablemente más a la composición de las escrituras Bíblicas que incorporan la tradición del Éxodo.

Además, una fecha tan tardía sería consistente con la descripción del “Camino que va al País de los Filisteos” en el libro del Éxodo (lo que los egipcios llamaron “el Camino de Horus”). Los israelitas, según Éxodo 13:17, no abandonaron Egipto por el Camino que va al País de los Filisteos. En la Dinastía XX, los Filisteos ya estaban asentados en su pentápolis—Ashkelon, Ashdod, Gath, Ekron y Gaza—en la costa meridional de Canaán. El término “Camino de los Filisteos” no es por más tiempo un anacronismo. Tendría sentido para los israelitas el evitar esta ruta.

Desde un punto de vista puramente literario, los textos Hebreos más tempranos—tales como la Canción de Deborah (Jueces 5) y la Canción del Mar (Éxodo 15)—que incorporan las tradiciones del Éxodo y del Sinaí, datan de una época muy cercana a este tiempo, en la opinión de los principales eruditos, incluyendo a Frank M. Cross,J. C. De Moor, D. A. Robertson y otros.20 En el artículo que sigue a éste, Baruch Halpern, un respetado erudito Bíblico, explica cómo estos poemas se datan y ubica su composición entre el 1050 y el 1100 a. C.—bien dentro de los 200 o incluso de los 100 años del Éxodo, significando esto que podrían muy probablemente contener una relación exacta del núcleo de la historia. Verdaderamente, las gentes que habían estado en Egipto y participaron en el Éxodo bien pueden haber estado todavía vivas cuando estas canciones se compusieron.

 NOTAS:

1 Véase U. Hölscher, The Excavations of Medinet Habu II, Oriental Institute Publications 41 (Chicago: Oriental Institute, 1939), pp. 68-72, esp. 71 y fig. 59. Véase también Manfred Bietak, “An Iron Age Four-Room House in Ramesside Egypt,” Eretz Israel 23 (1991), pp. 10-12, y “Der Aufenhalt ‘#145;Israels’ in Ägypten und der Zeitpunkt der ‘Landnahme’ aus heutiger archäologischer Sicht,” Egypt and the Levant 10 (2000), pp. 179-186.

2 Manfred Bietak, “Thebes-West (Luqsor): Vorbericht über die ersten vier Grabungskampagnen (1969-1971),” Sitzungsberichte der Philosophisch-historischen Klasse der Österreichischen Akademie der Wissenschaften, 278, Band 4 (Vienna, 1972), pp. 17-26.

3 H. Ricke, Der Grundriss des Amarna Wohnhauses (Leipzig, 1932); A. Badawy, A History of Egyptian Architecture: The Empire (Berkeley and Los Angeles, 1968), pp. 11-35, 55; E. Roik, “Das altägyptische Wohnhaus und seine Darstellung im Flachbild,” Europ. Hochschulschriften, Reihe XVIII, Band 15 (Frankfurt-Bern, 1988). Las contribuciones en el siguiente documento proporcionan un panorama del presente estado de investigación de casas en el Egipto Antiguo: “House and Palace in Ancient Egypt,” International Symposium 8th to 11th April 1992 in Cairo, ed. M. Bietak, in Untersuchungen der Zweigstelle Kairo des Österreichischen Archäologischen Instituts 14. Denkschriften der Gesamtakademie 14 (Vienna, 1995), pp. 23-43.

4 Reciente resumen de literatura: John S. Holladay, Jr., “The Four-Room House,” in Eric M. Meyers, ed., The Oxford Encyclopedia of Archaeology in the Near East vol. 2 (New York: Oxford Univ. Press, 1997), pp. 337-342. Lectura relacionada: Yigal Shiloh, “The Four-Room House: Its Situation and Function in the Israelite City,” Israel Exploration Journal (IEJ) 20 (1970), pp. 180-190, and “The Four-Room House—The Israelite Type-House?” Eretz-Israel 11 (1973), pp. 277-285 (in Hebrew); Volkmar Fritz, “Bestimmung und Herkunft des Pfeilerhauses in Israel,” Zeitschrift des Deutschen Palastina-Vereins (ZDPV) 93 (1977), pp. 30-45; F. Braemer, L’architecture domestique du Levant à l’age du fer (Paris, 1982), pp. 102-105; George Ernest Wright, Ancient Building in South Syria and Palestine (Leiden-Köln, 1985), pp. 134-136, 225-229, 294-298 and Figure 31, 194.

5 Shiloh, “Four-Room House,” IEJ 20 (1970), p. 180.

6 Información personal.

7 Volkmar Fritz, ZDPV 92 (1976), pl. 2, loc. no 110b y 124 y ZDPV 96 (1980), pp. 121-135; Fritz and Kempinski, “Ergebnisse der Ausgrabungen auf der Chirbet Msas (Tel Masos), Abhandlungen des Deutschen Palästina Vereins, vols. I-III (Wiesbaden, 1983).

8 El plano de la segunda casa de cuatro habitaciones, de la cual sólo se ha trazado aproximadamente una tercera parte, no parece tener esta anomalía.  La entrada no se realiza por el Norte.

9 Raphael Giveon, Les Bedouin Shosou des documents égyptiens (Leiden, 1971).

10 James B. Pritchard, ed., Ancient Near Eastern Texts (Princeton, NJ: Princeton Univ. Press, 1969), p. 262.

11 Como se ilustra en el Papiro Anastasi V.19, 3-20-6 de finales de la Dinastía XIX (c. 1200 a. C.)

12 W. Erichsen, Papyrus Harris I, Hieroglyphische Transkription. Bibliotheca Aegyptiaca V, Brussels 1933, 93 (p. 76, 9-10).

13 Israel Finkelstein, The Archaeology of the Israelite Settlement (Jerusalem: Israel Exploration Society 1988 [Hebrew, Tel Aviv, 1986]).

14 Sobre esto, véase Abraham Malamat, “Israelite Conduct of War in the Conquest of Canaan,” in Symposia Celebrating the Seventy-Fifth Anniversary of the Founding of the American Schools of Oriental Research (1900-1975), ed. Frank M. Cross (Cambridge, MA, 1979), pp. 35-56; B.S.J. Isserlin, “The Israelites’ Conquest of Canaan: A Comparative Review of the Arguments Applicable,” Palestine Exploration Quarterly 115 (1983), pp. 85-94; Volkmar Fritz, “Conquest or Settlement? The Early Iron Age in Palestine,” Biblical Archaeologist 50 (1987), pp. 94f.

15 M. Bietak, “Zur Landnahme Palästinas durch die Seevölker und zum Ende der ägyptischen Provinz Kanaan,” in Festschrift Werner Kaiser, MDAIK 47 (1991), pp. 35-50; “The Sea Peoples and the End of the Egyptian Administration in Canaan,” in A. Biran and J. Aviram, eds., Biblical Archaeology Today II, Proceedings of the Second International Congress on Biblical Archaeology, Jerusalem, June-July, 1990 (Jerusalem, 1993), pp. 299-306; Trude Dothan, “The Arrival of the Sea Peoples: Cultural Diversity in Early Iron Age Canaan,” in Recent Excavations in Israel: Studies in Iron Age Archaeology, ASOR 49 (1989), pp. 1-14; T. Dothan & M. Dothan, People of the Sea: The Search for the Philistines (New York, 1992); I. Singer, “The Beginning of Philistine Settlement in Canaan and the North Boundary of Philistia,” Tel Aviv 12 (1985), pp. 109-122; I. Singer, “Egyptians, Canaanites, and Philistines in the Period of the Emergence of Israel,” in From Nomadism to Monarchy, eds. I. Finkelstein and N. Na’aman (Jerusalem: Israel Exploration Society, 1994), pp. 232-238; Lawrence E. Stager, “The Impact of the Sea Peoples in Canaan (1185-1050 B.C.E.),” in T.E. Levy, ed., The Archaeology of Society in the Holy Land (New York: Facts on File, 1995), pp. 332-348.

16 H. Engel, “Die Siegesstele des Merneptah,” Biblica 60 (1979), pp. 373-394; M.C. Astour, “Yahweh in Egyptian Topographical Lists,” in Elmar Edel Festschrift (Bamberg 1979), pp. 17-34.

17 D.P. Henige, The Chronology of Oral Tradition (Oxford, 1974); J. Vansina, Oral Tradition as History (London, 1985); O. Murray, “Herodotus and Oral History,” in H. Sancisi-Weerdenburg and A. Kuhrt, eds., Achaemenid History II: The Greek Sources (Leiden, 1987), pp. 93-115; D.D. Fehling, Herodotus and His Sources (Leeds, 1989); W. Burkert, “Lydia Between East and West or How to Date the Trojan War: A Study in Herodotus,” in J.B. Carter and S.P. Morris, eds., The Ages of Homer, A Tribute to E.T. Vermeule (Austin, 1995), pp. 139-148.

18 D.P. Henige, The Chronology of Oral Tradition (Oxford: Clarendon Press), pp. 121-144.

19 Sobre la aparición de la cultura escrita con el estado, véase por ejemplo T.N.D. Mettinger, “Solomonic State Officials. A Study of the Civil Government Officials in the Israelite Monarchy,” Coniectanea Biblica, OTS, vol. V (Lund, 1971); Volkmar Fritz, “Die Entstehung Israels im 12. und 11. Jh. V. Chr.,” Biblical Encyclopaedia vol. 2 (Stuttgart, 1996), pp. 202f.

20 Frank M. Cross, Canaanite Myth and Hebrew Epic (Cambridge, MA, 1980); J.C. De Moor, “The Rise of Jahwism. The Roots of Israelite Monotheism II” Bibliotheca ephemeridum theologicarum Lovaniensium (Louvain, 1990); D.A. Robertson, Linguistic Evidence in Dating Early Hebrew Poetry (Missoula, MT, 1972).