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� Swnw (V):� La
magia, la alquimia y la medicina (Parte II) |
Por Dr. Jos� Ignacio Velasco Montes. �Lo maravilloso no existe. Aquello que juzgamos maravilloso no es sino una forma aguda, evidente, deslumbradora, de lo real. Xavier Villaurrutia (1903-1950) � LA MAGIA DE LOS COLORES.
Eran muy empleados colores con el aspecto y el tipo de los que ten�an los minerales naturales: lapisl�zuli, malaquita, oro, basalto, granito rosa. El color y su magia consiguiente lo cubr�a todo: desde la cer�mica m�s humilde a las tumbas de m�s alto nivel, o las fachadas de casa y palacios, como se muestra en la pir�mide escalonada del rey Djoser en sus galer�as subterr�neas(2) . El color turquesa, azul claro, era considerado como s�mbolo del renacimiento, de la renovaci�n. Es por ello que los azulejos de la tumba de Djoser son de este color. El firmamento en las tumbas se representaba con azul y puntitos dorados. Posteriormente, como ocurre en el techo a astron�mico considerado como el m�s antiguo del mundo, el techo de la tumba de Sen-en-Mut (3) , las estrellas se representan con cinco puntas. As�, el lapisl�zuli, por su color azulado, era una piedra sagrada pues se la consideraba celeste, y el azul era el color de los dioses, especialmente para Am�n. A este dios se le pinta de azul, con lo que se indica que es un dios de origen celeste. Los egipcios, en sus pinturas, expresan el sexo en forma de color. De este modo los hombres van pintados de color moreno y las mujeres de color m�s claro, casi blanco, ya que se supone que por su trabajo en el hogar tomaban menos el sol. Un rey pintado de color oscuro en las representaciones significaba que estaba muerto, por el contrario, ese mismo rey, con la piel de color anaranjado significaba que hab�a resucitado. La tierra roja, el Desheret, nombre que se le daba al desierto en el Antiguo Egipto, se deb�a a que Seth ten�a los ojos rojos y era la representaci�n del mal. Las personas con pelo rojo, ten�an el signo astrol�gico de Seth y se consideraba que ten�an propiedades m�sticas, apropiadas para la magia y el animismo. � LA ALQUIMIA. Para los alquimistas egipcios, el verde y el rojo eran dos aspectos del mismo producto pero con dos representaciones. La esmeralda era y proven�a de la savia (vegetal) y, por tanto, verde. El rub�, y en cierto modo el hematite, era rojo y representaba la sangre (animal) El tantas veces tra�do y llevado �Rayo Verde�, que lograr�a ser convertido en manos de iniciados y hekay en esmeraldas, ser�a la quintaesencia de la savia que actuaba como fuente biol�gica. Esta conversi�n, seg�n el mito, s�lo pod�a ser hecha por magos de esp�ritu puro y de muy alto nivel. Se le denominaba la �Gran Obra� (4) . El Ourobouros es un concepto arcaico basado en dos serpientes que se muerden mutuamente la cola. La 1� serpiente ser�a verde y alada, situada a la izquierda y la 2� ser�a roja y escamosa, situada a la derecha. Esta idea es una forma de expresar el infinito y ser�a la se�al de la �Gran Obra�, sin principio ni fin, pues implica y simboliza el tiempo y la continuidad de la existencia (5) . Los estados de la materia era un tema de gran inter�s en la alquimia . Se consideraba que exist�an 5 estados, sobre todo en magia y alquimia y se les denominaba l os �Tetramorfos�, es decir, 4. �Cu�l era ese 5� elemento que se reconoc�a, pero no se inclu�a en esa denominaci�n? Los tetramorfos reconocidos eran: fuego, aire, agua, tierra. El 5�, quintaesencia o 5� estado, era el esp�ritu. La realidad es que en general se ve la alquimia con una �ptica alterada. La alquimia es ante todo un sistema filos�fico con unos resultados pr�cticos como corresponde siempre a las ramas principales del gran �rbol de la sabidur�a esot�rica. No es una filosof�a pura y m�stica capaz de transformar y sublimar el esp�ritu (6) . En la filosof�a se nos habla de las diferentes formas de ver la realidad:
Pero la alquimia tampoco era un procedimiento secreto y puramente material de obtener la transformaci�n de metales en oro y plata. Era, en resumen, un sistema m�s para alcanzar (o tratar de hacerlo) el �conocimiento� y �la sabidur�a� Z�simo de Pan�polis, primer enciclopedista sobre alquimia (7) , pues escribi� 28 libros de esta materia, era natural de Egipto y vivi� en Alejandr�a en el siglo III. Por su obra se puede asegurar que hab�a le�do y estudiado la Herm�tica o Corpus Hermeticum, en cuyo conjunto de 21 libros, el 1� de los cuales es el: Libellus I Poimandres [�Yo soy Poimandres, la inteligencia de la Autoridad Suprema� ], y en ellos, adem�s los hay Filos�ficos y T�cnicos o Alqu�micos. Jaime March, catal�n del Siglo XVI, define la alquimia como: � Es una parte oculta de la filosof�a natural y m�s necesaria; de la cual se ha constituido un arte que NO es para todos� �. Pero hemos de tener presente que si en tiempos, antes de llegar a un nivel muy alto de conocimientos, toda la sabidur�a era filosof�a, despu�s aparecen campos diferentes que se desgajan del tronco com�n y entre ellos lo hace la alquimia, que es una especialidad dentro de lo que ser�a la f�sica. S�lo cuando la alquimia era � una ciencia del alma �, era filosof�a, despu�s cuando empieza a ser m�s metalurgia que capacidad de pensamiento, empieza a ser otra cosa. La etimolog�a de la palabra alquimia es incierta.
De forma com�n a todas estas acepciones, hay un concepto asociado de � nueva vida �, de � creaci�n � para esta idea de alquimia inicial. Hermes Trismegisto indica: � Mirad, os he revelado lo que estaba escondido: la obra [la alquimia] est� con vosotros y en vosotros; y porque se haya siempre en vosotros, siempre la tendr�is presente, est�is donde est�is, en la tierra o en el mar �. Pit�goras estudi� con el mayor de los alquimistas, Hermes Trismegisto (que ser�a Thot seg�n los egipcios) y que fue el que defini� el primer principio de la alquimia: � Lo que hay [est�] arriba es como lo que hay [est�] abajo �. Este principio quiere decir que todo es igual, independiente de la escala de su tama�o y, por lo tanto, tanto es el macro como el microcosmos. La alquimia, vista de forma superficial, sin pensar en la filosof�a que contiene, seria: � El arte de la transmutaci�n de la materia �. Hab�a un pensamiento egipcio que indicaba que: � El oro es la carne de los dioses � y los primeros alquimistas, {entre los que no debemos olvidar se encontraba el rey Keops seg�n la literatura �rabe pues ser�a el autor del primer libro de alquimia: �Chemmis�}, ten�an una idea fija que, como dijo el gran maestro de la alquimia Eckehart: � El cobre no descansa hasta convertirse en oro �, teor�a que proven�a de otro aserto, igualmente injustificado seg�n nuestros conocimientos actuales, pero que tuvo un gran predicamento durante una larga serie de siglos: � La meta final del metal [de cualquier metal], es llegar a cobre y, a partir de �l, convertirse en oro� . Y es que el oro, el Nebu egipcio, estaba considerado como el mayor logro posible seg�n el siguiente falso silogismo: Oro = Sol terrenal = Luz (solar) solidificada = Perfecci�n. Los alquimistas verdaderos o propiamente dichos, los de �pocas pret�ritas ten�an, sent�an y estaban imbuidos, de un gran componente �espiritual� en su visi�n cosmol�gica del fen�meno. Sin embargo, con el paso del tiempo van evolucionando y dando lugar a unos personajes que han perdido esa noci�n filos�fica del �verdadero saber y penetrar en el esp�ritu del fen�meno de la transmutaci�n�. Aparecen aquellos a los que se ha convenido a llamar los �alquimistas carboneros o metal�rgicos�. �stos son unos seres ambiciosos y deseosos del poder que puede aportar el oro y son ya m�s metal�rgicos y materialistas que los que eran de conciencia y conocimientos filos�ficos y espirituales. � EL RITUAL DE LA MAGIA. Es curioso constatar que todos y cada uno de los aspectos que venimos enumerando, desde la magia m�s �nfima a la alquimia del m�s alto nivel, tienen que ir siempre acompa�adas de un componente m�s. �ste es de enorme importancia, sin el cual, del mismo modo, el hecho, el fen�meno no tendr�a lugar: es el RITUAL . Consiste en un orden, una pompa, una ceremonia que va unido a la memoria y que se transmite en su esencia y que es o ser�a � un medio o instrumento para transformar o catapultarse a otro lugar �. Sin el ritual no hay magia, ni acto maravilloso, ni se produce el fen�meno alqu�mico, ni la curaci�n del paciente. Todo, hasta el �Juicio de Osiris� pesando el alma del finado, es un acto ritual en el que tienen que cumplirse unos actos de tipo externo sin los cuales no hay efecto. En todas las religiones actuales, al menos en las monote�stas hay una �FORMA� o manifestaci�n externa sin la cual no se cumple el acto y por tanto lo realizado carece de efecto. Y es que siempre han existido dos aspectos a tener en cuenta y que en lo que tratamos van indisolublemente unidos: el fondo y la forma. El primero ser�a la esencia del concepto y el segundo la forma de manifestarlo. Cumplir el ritual no es f�cil y es preciso disponer de grandes conocimientos, preparaci�n y concentraci�n previa. Como parte de esos rituales m�gicos, costumbre que no se ha perdido con el paso del tiempo, usaban un cierto tipo de, llam�mosle, uniforme. Es sabido que los sacerdotes usaban ropajes especiales, con netas diferencias seg�n especialidad y categor�a. Cabe destacar el uso de gorros c�nicos o piramidales, seg�n sus funciones. El piramidal era el cubrecabezas del sacerdote en general, debajo del iba una cabeza perfectamente afeitada. Por el contrario, el gorro c�nico, alto y picudo, de amplia ala, estaba y ha seguido estando relacionado con la magia y con la alquimia. � PTAH, THOT Y LA GRAN OBRA. S�lo a modo de informaci�n, pues no creemos en ello, vamos a hacer un par�ntesis para exponer unas teor�as que se barajan, se exponen, pero de las que no hay datos reales. La obra del dios Ptah, el patr�n de Menfis, era la alquimia. Seg�n esta teor�a, no demostrable pero que tiene infinitos seguidores, habr�a sacerdotes que sabr�an materializar la esencia de las piedras preciosas, como la esmeralda, y el rub�, aspecto �ste que, seg�n los tratados herm�ticos, tambi�n lo habr�a realizado Thot.
El rayo verde seria la �quintaesencia� de la sangre que actuaba como fuente biol�gica. La �savia� (vegetal) y la sangre (animal) era para los alquimistas el mismo producto, aunque con dos representaciones:
El dios Ptah, en su representaci�n, era un ser bajito, casi enano, que se mostraba como una momia viviente, de pie, con el cr�neo vendado o con un casquete azul y un cuello de adorno. El cuerpo envuelto igualmente en vendas de lino, de las que s�lo quedaban libres los brazos con los que sujeta, con ambas manos, un cetro compuesto por tres s�mbolos que definen su personalidad:
Estos s�mbolos jerogl�ficos significaban: cetro compuesto por los jerogl�ficos: ANJ o Ankh = Vida; UAS = Incolumidad, bienestar, prosperidad {realmente Poder}; y DJED = Perdurabilidad. Era el dios de la creaci�n y de la fertilidad. Era adorado por artesanos y artistas y estaba asociado al toro Apis. Se dice, aunque hay autores que no lo aceptan, que ten�a los pies zopos o zambos. Este defecto se asocia casi siempre con el dios Ptah. El pie zopo o zambo, es el pie de los s�tiros o pies de cabra y ven�a del m�s remoto pasado egipcio, del que el dios hab�a sido heredado como tantos otros dioses del pante�n egipcio. Ten�a barba postiza de culto, larga y puntiaguda, y las manos agarrando con fuerza el cayado. Ptah casa con la leona celeste Sekhmit o Sekmet, llamada �la poderosa� y era la diosa de la guerra, destructora si estaba enfadada. Pero si se la calmaba era �la ben�vola�, �la sanadora�, la gran curadora de enfermedades mediante la magia y el poder. Es por ello que hab�a m�dicos que eran llamados por esta raz�n los �sacerdotes de Sekhmit�. A esta diosa tambi�n se la llamaba Uerethekau o �la Gran Maga�. La diosa ten�a posibilidades de metamorfosearse en diversos animales, seg�n su estado de �nimo. Pero sobre todo se le distingu�a por ser una gran colaboradora de los Swnw, los m�dicos, funci�n que realizaban gracias a la magia de esta diosa. Esta estrecha relaci�n entre magia, alquimia y medicina, queda claramente se�alada en el papiro de Edwin Smith (Dinast�a XVIII), que muestra los tratamientos de las grandes heridas. La mayor�a de las lesiones descritas indicaban que no estaban sujetas a tratamiento. En este mismo papiro se estudian un gran n�mero de problemas t�picos de la mujer. Pero es curioso observar que a todo lo largo de �l no existe una clara, casi ni siquiera hay una m�nima separaci�n entre la magia, la religi�n y los recursos f�sicos y qu�micos propios de los m�dicos. � LA VIDA RELIGIOSA La vida de los egipcios no se puede entender sin tener en cuenta sus creencias e ideas religiosas. En todo caso, su religi�n se conoce solamente por sus signos externos, pero en la m�s cruda realidad no sabemos, ni remotamente, como pensaba o sent�a un ciudadano normal, una persona del pueblo sin m�s conocimientos que los que la vida cotidiana le dejaba entrever y le aportaba de ese acervo popular, �til, pero nada filos�fico. En la religi�n egipcia existen tres aspectos que se deben tener muy en cuenta:
La religi�n oficial se encuentra altamente centrada y dominada por hombres educados y, por tanto, muy alejada de la realidad cotidiana del pueblo llano, pero sobre todo de las mujeres que, por falta de conocimientos (reservados para unas pocas) y alejadas de la religi�n, no entienden la mayor�a [posiblemente nada] de �sta. Es por ello que las mujeres, siempre m�s pendientes que los hombres de estos temas por su mayor inquietud ante el futuro, los partos y el cuidado de la casa y los hijos, van a desarrollar tradiciones o conceptos diferentes que se apartan de la religi�n oficial. Esta religi�n dom�stica, se encuentra plena de grandes componentes de superstici�n y magia, como son:
La religi�n egipcia, en los aspectos dichos, se mantuvo bastante constante a lo largo de los siglos. Si bien hubo una clara evoluci�n y acoplamiento de ideas en un momento determinado, primero con la uni�n del Alto y el Bajo Egipto y, posteriormente, ya en periodos finales con la aportaci�n y aceptaci�n de ideas extranjeras. En medio un bache, con la herej�a del fara�n Aj-en-At�n. Pero, en realidad, lo que se puede apreciar es su continuidad a lo largo de muchos siglos. Los egipcios ten�an un concepto muy POLITE�STA (adem�s de ecl�ctico) y aceptaban sin dificultades que en cada regi�n o pueblo cercano tuvieran sus propios cultos e inclusos dioses diferentes. Con el tiempo, a estos dioses locales se les fueron uniendo dioses nacionales, adoptando una amalgama no s�lo de conceptos y afinidades sino de aspecto, nombres y acci�n, lo que les hac�a cada vez, por adici�n de efectos y propiedades, mucho m�s importantes y poderosos. Estos nuevos dioses eran igualmente aceptados, como ocurri� con Ra, el dios sol y Horus, el dios asociado a la realeza. E incluso fue aceptado en gran manera, cuando aparece la herej�a �de amarna�, y el dios At�n --aunque posteriormente fuera destronado, destrozado y condenado por una minor�a sacerdotal y pol�tica--, es de suponer que el pueblo, alejado de los vaivenes teol�gicos, no entrar�a ni saldr�a en tan elevado nivel teol�gico del que no habr�a entendido nada y es f�cil, y m�s que posible, que ni les llegara durante el periodo her�tico, ning�n tipo de colaterales por muy �nfimos que �stos fueran. Durante siglos, es evidente por lo que se puede leer en todos los libros y trabajos destinados a este aspecto, el contacto entre la gente de la calle y los dioses MAYORES, se hac�a exclusivamente a trav�s del rey, lo que le convirti� en el hierofante principal de todos los cultos. Como el rey no era ubicuo, se nombran sacerdotes para realizar las funciones de �ste por delegaci�n, lejos del rey pero en su nombre y con su permiso, lo que era interpretado como �casi� hecho por el rey. Este poder delegado, --al igual que la delegaci�n de otros poderes terrenales a nobles y familias con cierto poder-- era asumido con gran satisfacci�n por el gremio sacerdotal. Estas dejaciones de poder dio lugar a unos fen�menos de p�rdida de poder e influencia por parte de la monarqu�a de la que tendr� que arrepentirse a lo largo de 3.000 a�os numerosas veces. Y es que esta delegaci�n en los hierofantes y su cada vez m�s numerosa casta, (al igual que ocurrir� con los nomarcas y nobles) es una apertura de la �caja de Pandora� que crear� problemas a lo largo de esta civilizaci�n. Surge, crece y se multiplica as� el peligroso gremio sacerdotal que, poco a poco, como la polilla, va ampliando sus poderes y riquezas, en una transmutaci�n o alquimia de las potencias y prerrogativas del rey a sus templos. Sin embargo, en determinadas fechas, el rey acude a presidir los cultos y las procesiones a determinados lugares y, de ese modo los egipcios se re�nen y aglutinan en aquel lugar para poder ver a su rey-dios. Pero esta religi�n era m�s una teolog�a sin credo que una doctrina con posibilidades de ser ense�ada. Era en realidad m�s un sistema de conseguir la unidad y la estabilidad continuada, que un modo de ilustrar al pueblo. Aspecto, este �ltimo, que no estaba previsto ni al pueblo le preocupaba. La creaci�n ser�a un supremo acto de magia. Estas leyendas cosmog�nicas tienen un contenido interno, �ntimo, secreto y esot�rico. La palabra del nombre Ra se escribe con una boca, que simboliza palabra y un brazo, que simboliza acci�n y muestra la idea de � L a capacidad de acci�n por medio de la palabra �. La palabra tendr�a el poder, o ser�a la herramienta, para conseguir convertir lo invisible e inmaterial en lo visible, en forma material. Este poder de la palabra sigue presente en el concepto de escritores modernos que, en sus obras de ficci�n, cuando quieren crear un poder, se lo conceden a la palabra o a la voz. Es el caso de la magna obra literaria-filos�fica de ciencia-ficci�n, la larga y profunda saga de �Dune� (8), en la que la voz de cierta casta sacerdotal, femenina, las Bene-Geserit, est� dotada de poderes especiales. Por esta raz�n, el actuante en magia [el mago = hekay] recita las f�rmulas en voz alta. Esto es as�, tanto en los templos como en los ensalmos, para curar enfermedades, para dar protecci�n o aniquilar a los enemigos, para todo aquello que precisara de un m�nimo / m�ximo de magia. Este hecho se conserva en todas las religiones, y el oficiante se hace escuchar de los presentes e incluso de los lejanos. De este modo, Ra, el �verbo divino� se propag� por medio de la palabra y despu�s por los signos escritos. En los �ltimos fue ayudado por Thot, dios de la palabra y la escritura. Como Thot, adem�s, era un dios de naturaleza lunar, lo que explica que los actos m�gicos se hagan por la palabra (hablada o escrita) y, en ciertas ocasiones, se realicen en determinados momentos del ciclo lunar. � LA FORMACI�N DE LOS MAGOS. Nada m�s lejos de nuestra intenci�n que repetir, alterar o jugar con los conceptos de algo de tan alta profundidad, perm�taseme la paradoja, como el tema que estudiamos. Insistir en muchos aspectos ser�a intentar lo imposible: todo lo que pudi�ramos decir s�lo ser�a un mal remedo de lo que se puede encontrar en un libro ya citado, cuya profundidad y documentaci�n, apabullantes, lo convierten en el mejor que conocemos sobre este tema. Me refiero a: Los magos del Antiguo Egipto, de F. J. Mart�n Valent�n (9), en el que el interesado en esta tem�tica puede bucear sin l�mite. Por tanto no insistiremos en lo ya est� dicho. �D�nde se formaban los magos? �C�mo se formaban los magos? Los magos eran sacerdotes de un clero especial, el del dios Heka, aunque tambi�n los hab�a de otras divinidades. Las �Casas de la Vida, los Per Anj�, eran el lugar donde aprend�an los magos. La m�s famosa era la del templo de Thot, en Herm�polis. En ellas se estudiaba: teolog�a, himnos y cantos sagrados, astronom�a, medicina, matem�ticas (adem�s, claro, de leer y escribir que era lo b�sico e inicial) Era habitual que los �Sacerdotes lectores� (los futuros magos) de todo el pa�s, acudieran a leer a las �Casas de la Vida� importantes, para encontrar todo lo concerniente a estos temas. En ellas dispon�an de unas magn�ficas bibliotecas en la llamada �C�mara de los Escritos� adjunta a la �Casa de los Libros�, lugar obligado de estudio para sacerdotes e iniciados. La lista de libros es grande y se han encontrado dos listas en las paredes de varios templos(10). Para mantener estas bibliotecas al d�a hab�a sacerdotes especiales: los Sesh Medyaut em Per-Anj cuya traducci�n ser�a: �Escriba de los rollos de Papiros Sagrados en la Casa de la Vida�. Todo lo que hab�a dentro de las casas de la vida era rigurosamente secreto y no pod�an entrar los extranjeros y el que lo consintiera quedar�a sin poderes m�gicos. Los que pod�an entrar ten�an riguroso voto de silencio. Su rotura de voto significaba no s�lo la muerte, sino cosas peores antes de �sta. El libro m�s secreto era: �El libro secreto para destruir a Apofis�, que se consideraba lo que �Nadie debe saber�. Al frente de los iniciados y vigilantes de todo el saber estaba el �Hery-Secheta en Per-Anj� o �El se�or de los secretos de la casa de la vida�. El futuro mago era elegido desde el nacimiento e incluso antes (�Eligiendo a los padres?) Cualquiera que conociera las f�rmulas pod�a ejercer y por ello s�lo los muy seleccionados pod�an conocerlas y ser magos. Los criterios de selecci�n eran claros y rotundos:
Los elegidos eran, desde muy peque�os, abducidos de la familia e ingresados en la �Casa de la Vida�. Viv�an en aislamiento y recib�an especial formaci�n espiritual: eran un Hery-A o �Uno que est� bajo la mano de alguien�. Ese alguien era el Nebef, �Su Se�or�, (se�or o profesor del aprendiz) Estas especiales circunstancias, en personas seleccionadas por supuestas cualidades ps�quicas excepcionales, a la que se a�ad�a la formaci�n especial que recib�a, acababa dando al �Aprendiz�, al acabar su periplo, poderes m�gicos excepcionales ya que reun�a: Magia = Palabra [conjuro, oraci�n o maldici�n] + Instrumento [objeto material] que estaba dotado de un poder m�gico + Condiciones personales del mago. Heka es sin�nimo de �poder m�gico� o forma de conocimiento de lo no visible y de lo no concreto. Se dotaba de Heka al rey y a los magos. Y este poder estaba siempre muy cerca de ellos: en sus pies, en sus costados, en su vientre. Ese poder Heka estaba representado en forma de serpiente de fuego que reside en la capilla sagrada cuyas puertas abre el rey. Esta serpiente simb�lica es la que apoya al mago y lo adorna de una forma similar a la que protege al rey: el �Uraeus� en su frente. El mago, adem�s de Heka o poder, ten�a: el Aju o �personalidad luminosa� o �poder sobrenaturalmente efectivo�. Este Aju se refer�a al que hab�a alcanzado unos: �Niveles de conocimiento superior� y se representaba por un Ibis con cresta. El que pose�a el Aju era un Aj o �Ser de luz� e implicaba la posesi�n de la �facultad creadora del verbo� consider�ndosele un �Ser �til�. El Bau = o capacidad de �Influencia�, era m�s o menos algo que ven�a de los dioses y resid�a y ten�a vida propia en los escritos sagrados utilizados para usos m�gicos. Otros conceptos secundarios de la magia se representaban en y por ideas y palabras tales como: Fuerza, Poder (Sejen, Pethy o At), Temor (Shat, Senedye), Prestigio (Kefat, Aa, Ner) o Protecci�n (Sau, Udyau). Una vez que se da Heka, hab�a que manifestarse como Aj, para lo que hab�a que devorar en forma m�stica y simb�lica, --�una �teofagia� similar a la Comuni�n Cat�lica?--, los poderes m�gicos y los secretos de los dioses. Estos poderes pod�an ser absorbidos o devorados por otros seres, en una especie de �Vampirismo espiritual y energ�tico�. El mago, despu�s de estudiar los �Libros Sagrados�, era sometido a una serie de pruebas, que son las pruebas de iniciaci�n --de las que tanto se ha escrito y divagado �esot�rica y exot�ricamente�. Si el futuro heka las superaba, comparec�a ante el grupo de sabios y magos de las �Casas de la Vida� que juzgaban su aptitud, su preparaci�n y sus m�ritos. Si su alma estaba limpia y sus conocimientos eran los adecuados, pasaba al grado de �Iniciado Aj con poder Heka�: es decir, era ya un mago. � DIFERENTES CLASES DE MAGOS . Mago por no pod�a ser cualquiera. No hay una clasificaci�n clara, pero eran todos �miembros� de una organizaci�n religiosa y administrativa del estado. Hab�a diferencias de categor�as, que ven�an dadas por el poder inici�tico alcanzado y las funciones desempe�adas. El m�s alto escalaf�n estaba formado por los �Grandes Magos� con t�tulo UR-HEKAU. Al final de la lista, se encontraban los de m�s bajo nivel, con el t�tulo de Gery-Hebet, �Sacerdote Lector� o �Mago Ritualista�. El mago estatal era el �Jery-Hebet-Hery-Tep� o �Sacerdote Lector Jefe�, que era el conocedor de las ceremonias sagradas, o lo que es lo mismo, de la magia y su ritual. Al observar estos aspectos parece inferirse que la magia carec�a de algo que no fuera la forma externa, el ceremonial y que, en consecuencia, carecer�a de fondo. Nada m�s dif�cil que opinar sobre este extremo situados a miles de a�os de lejan�a. Las preguntas que nos surgen son: �Era la magia una realidad? �Era la magia s�lo un fen�meno de inducci�n mental por parte de unos heka capacitados para crear una histeria personal o colectiva? �Realmente ten�an poder para actuar como taumaturgos? �Se puede admitir o negar, sin m�s, las narraciones que nos hablan de una magia pragm�tica en la que las acciones realizadas parecen reales? �Todo lo que se conoce sobre estos hecho no es sino literatura fant�stica? Vamos a hacer un peque�o par�ntesis, rompiendo la per�frasis de lo que estamos exponiendo, para revisar unos hechos en los que el tiempo ha demostrado que los defensores de ciertas ideas estaban equivocados. Y estos hechos se basan en dos libros que son sobradamente conocidos: La Biblia y la Il�ada de Homero . Siempre se pens� que la Troya de la obra de Homero (Siglo VIII a.C.), (11),(12), s�lo por indicar una de las ciudades que se cre�an fruto de la imaginaci�n de autores llenos de fantas�a, no existi� nunca. Sin embargo un arque�logo, Heinrich Schliemann, (1822-1890) basado en la Il�ada y la Odisea, encontr� Troya en 1870 en la costa de Turqu�a, en Hissarlik. Posteriormente, con ideas, medios similares y un buen arque�logo como ayudante, encontr� y excav� M�cenas, Tirinto y Orc�menos, otros yacimientos hom�ricos, demostrando que el mito, en ocasiones, no lo es tanto. (13), (14). �Y qu� decir de la Biblia? Hay autores que defienden que gran parte de ella �dejando aparte el aspecto religioso-- no todo es mito ni deformaci�n de historias por las sucesivas transcripciones y traducciones(15). Volviendo sobre el tema que estudiamos, en los cleros de los templos hab�a una cierta cantidad de magos, en algunos casos con un gran poder en su disciplina de la magia. As�, el �Sumo Sacerdote de RA� en Heli�polis era el Ur Mau o �El Grande de los Videntes�, del que se supon�a que ten�a el poder de hacer que el cielo gozar� cada d�a de luz, un poder del que inicialmente s�lo dispon�a el rey. Seg�n se acepta exist�an cuatro categor�as de magos en las �Casas de la vida�(16).
Otro clero, formado por los sacerdotes Uabu [el singular es Uab], era el de la diosa Sejemet, que en su condici�n de �Ojo de RA� y enemiga de la humanidad, era difusora de enfermedades. Los �ltimos d�as del a�o eran el momento en el que se cre�a que la diosa actuaba y eran llamados �los d�as de la pestilencia�. Los miembros de este clero estaban destinados al ejercicio de la ciencia m�dica. Este periodo con mayor frecuencia de enfermedades estaba en relaci�n con el final de la estaci�n seca, justo antes de la crecida del Nilo y las enfermedades abundaban por la falta de agua. Los sacerdotes Uabu, luchaban con Sejemet para que ella se mostrase como la ben�fica diosa gata Bastet. Hab�a, adem�s, otros magos o hechiceros locales, de mayor o menor efectividad, que eran los Hekay, ya citados. Realmente estos estaban m�s cerca de la superstici�n y la supercher�a que de la verdadera magia. No estaban bien vistos y no ten�an buena consideraci�n social que, por el contrario, pose�an los magos oficiales. Entre las t�cnicas m�gicas cabe destacar la palabra, de la que ya hemos indicado alg�n aspecto con anterioridad. La palabra era el m�s importante medio para operar sobre los fen�menos y obtener los resultados deseados. La magia oral necesitaba de una t�cnica depurada y especial. Este uso de la palabra deb�a ser empleada en un contexto adecuado, con unos medios auxiliares como el incienso y otras parafernalias. Pero es importante conocer el trasfondo adem�s de la forma. Las ideas eran:
Las t�cnicas m�gicas exig�an la adecuada combinaci�n de tres elementos:
Los magos, se supon�a que ten�an un enorme poder y s�lo se les conced�a el estatus (de mago) si eran de absoluta garant�a moral y ten�an la absoluta obligatoriedad de ajustarse a las reglas de la Maat, es decir, del Equilibrio C�smico. � EL ENCANTAMIENTO Y LAS F�RMULAS M�GICAS. El encantamiento es � el arte de encantar practicando sobre algo, o alguien, las artes de la magia �. Y, por extensi�n: � convertir una cosa o persona de manera maravillosa en otra distinta �. Este hecho era el m�s importante de los pilares de la magia. Su esencia se basaba en el conjunto de palabras que deb�a pronunciar el mago. Para ello deb�a sujetarse a unas reglas muy estrictas:
Las palabras m�gicas deb�an ser pronunciadas con extremo cuidado, �ad pedem literae� y �ad rem� para el resto de sus componentes adjuntos pues, una vez lanzadas, no se pod�an retirar o corregir. Eran como una piedra que se lanza: no tiene retorno. Bien pronunciadas eran imparables y si no alcanzaba su objetivo se volv�an contra el que las pronunci�. Estas palabras en parte eran muy antiguas y formaban una r�tmica sucesi�n de sonidos asonantes y disonantes en una iteraci�n creadora de fuerzas llenas de poder para obrar el prodigio. Entre ellas estaban los nombres , que potenciaban m�s la acci�n, sobre todo los nombres propios. Decir o escribir un nombre propio era crear o destruir al que era nombrado. Borrar un nombre era destruir a su due�o. Decir el nombre melodiosamente supon�a que pod�a hacerlo aparecer, lo que ellos llamaban: � hacerle salir a la voz �. Los encantamientos pod�an hacerse �por s�plica� o bien �por amenaza�. El mago sab�a lo qu� se deb�a hacer en cada caso y, adem�s, en qu� momento. Fuera del tiempo adecuado el acto ser�a negativo e incluso perjudicial para el mago oficiante. Cuando la magia se realizaba � por amenaza �, profiriendo un agravio al dios, el mago sab�a que ese camino era el �nico que pod�a emplearse para un ser o un dios que s�lo pod�a atenderlas por ese camino de la imprecaci�n, el insulto o la orden tajante. El segundo aspecto a tener en cuenta era el rito, casi tan importante o igual que la palabra. Consist�a en los gestos que reforzaban las palabras o viceversa, pues hab�a encantamientos en los que el rito era lo primordial y las palabras lo secundario, aunque ambos atributos eran absolutamente necesarios. Los dos aspectos, unidos, constitu�an el acto m�gico �per se�. Las f�rmulas deb�an decirse en el ambiente y en el lugar adecuado:
El acto m�gico en s�, deb�a hacerse de forma que todos los presentes estuvieran concentrados, no existieran ruidos, o s�lo las melod�as de sistros y menat que exigiera el rito. Era importante que todos los presentes estuvieran concentrados (�hipnosis colectiva?) De esa manera, se excitaba la imaginaci�n creando sensaciones y alucinaciones en los presentes. Se empleaban, como coadyuvante, el fuego y su gran poder de adormecer por su iteraci�n, su flujo constante y repetitivo de cambios de luces y de colores. Otros coadyuvantes era el sonido de los sistros y los menat, las modulaciones de la voz humana y otros recursos de creaci�n de situaci�n propicia, Se habla y se acepta en ciertas esferas que realmente se trataba de crear algo parecido a una histeria colectiva. El sacerdote mago deb�a ir limpio, con ropa blanca nueva y estar lavado (en el lago sagrado) y depilado a fondo. Ten�a que haber practicado la abstinencia sexual y no haber tomado alimentos impuros {como pescado} al menos por unos d�as antes. Lo mismo se hac�a con los instrumentos a utilizar, que deb�an estar limpios y perfumados. Las f�rmulas m�gicas se ten�an que escribir con tinta de Mirra sobre una hoja nueva de papiro. Todo ello, el ritual m�gico, se realizaba en medio de un intenso ambiente de incienso, pues �ste creaba una situaci�n propicia. El pensamiento era: � en medio del incienso los dioses se manifiestan �. La imitaci�n (el mimo) de lo que se quer�a materializar era esencial en el rito. Se usaban alucin�genos (flores de nen�far o de mandr�gora) El uso de estas y otras sustancias estaban reservadas a los iniciados y la naturaleza de esas sustancias (drogas) eran precisamente un GRAN SECRETO, reservado a los sacerdotes e iniciados de cierto nivel. El mago y el ejercicio de la magia implicaba el conocimiento profundo y esot�rico (misterioso) de la composici�n de todo lo creado: espacio, cielo, tierra, astros, constelaciones, agua, aire, fuego, animales, plantas, minerales, dioses, esp�ritus buenos y malos, los muertos y los vivos y, sobre todo del hombre, su misma especie, del cual ten�an que conocer profundamente su naturaleza, composici�n y comportamiento. � LOS AMULETOS Y SUS PODERES. Amuleto, talism�n, filacteria, higa, reliquia, mascota, fetiche, etc�tera son algunos de los nombres que se dan a los objetos a los que se atribuyen virtudes o poderes m�gicos. Su presencia protege en el sue�o y fuera de �l al que lo lleva. Se les denominaba en el Antiguo Egipto con palabras como: Meket, Nehet, Sa, etc�tera, que se derivan de verbos que significan todos ellos � proteger �. Los amuletos ten�an m�s o menos poder por diversas razones, como:
En la magia pr�ctica, ten�a una gran importancia el uso de amuletos y talismanes. En su empleo ten�an una gran importancia tres aspectos:
Sabemos, que la interpretaci�n de los sue�os del fara�n por parte de Jos� sobre las siete vacas gordas y flacas le fue de gran utilidad (G�nesis 40-42). Eso es un �ndice que en aquellos tiempos el poder interpretar un sue�o ten�a su importancia. Hay otras indicaciones sobre el sue�o, su interpretaci�n e importancia, como la de la Estela del Sue�o de Tutmosis IV, situada entre las patas anteriores de la Esfinge de Gizeh y otros casos similares.
Lo �on�rico� representaba para los sabios egipcios un nivel sutil, propio de los dioses y los esp�ritus. �stos, a veces malignos, precisaban de un profundo conocimiento y estudio para averiguar los mensajes divinos que trataban de enviar mediante el sue�o. Esta interpretaci�n, serv�a para proteger a los humanos contra las hostilidades nocturnas de los esp�ritus. Una de las especialidades m�s nombradas de los sabios y magos egipcios fue la �Oniromancia� o interpretaci�n de los sue�os.
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Hay un escrito, � El libro de los sue�os �, del que es autor el escriba Pentaur, en el que se refieren 108 sue�os y sus significados positivos o negativos. Veamos unos pocos:
�Cu�ndo vino no convino y cu�ndo convino ya no vino�. En todo caso no debemos olvidar, como colof�n de todo lo dicho en ambas partes de este trabajo, algo tan profundo como algunas de las frases escritas por un autor de tanto prestigio en la egiptolog�a como lo es Wallis Budge (22) que, textualmente dice: �Sea como sea, lo cierto es que la magia y la religi�n florecieron en Egipto lado por lado, desarroll�ndose conjuntamente a lo largo de la historia, y en todas las investigaciones que hemos hecho y que podamos hacer al respecto nos descubre que el estudio de una incluye necesariamente a la otra.� Y tambi�n a�ade: �Las palabras m�gicas permit�an a los hombres asumir diversas formas a voluntad, as� como proyectar el alma dentro de los animales y otras criaturas; obedeciendo el mandato de dichas palabras, los dibujos y las esculturas cobraban vida para cumplir los deseos del que las pronunciaba.� � NOTAS A PIE DE P�GINA. 1.-Portal, Fr�d�ric du. Los s�mbolos de los egipcios. Ediciones Obelisco. Barcelona, 1981. P�g: 75 a 87. 2.-Lehner, Mark. Todo sobre las pir�mides. Ediciones Destino. Barcelona, 2003.- P�g: 84 a 93. 3.- Bedman, T y Mart�n Valent�n, F. J. Sen-en-Mut, el hombre que pudo ser rey de Egipto . Editorial Oberon. Madrid, 2004. P�g: 170 a 179. 4.-Burckhardt, Titus.- Alquimia. Editorial Plaza & Jan�s.- Barcelona, 1976. 5.- Scott Littleton, Mitolog�a: antolog�a ilustrada de Mitos y Leyendas del mundo . Editorial Blume. 2004. P�g: 210. 6.- Garc�a Morente, Manuel. Lecciones preliminares de filosof�a. Editorial Porr�a. M�xico. 1982. P�g: 13 a 23. 7.- Scott, Carter. Diccionario Esot�rico. Edimat Libros. 2000.- P�g: 300. 8.- Herbert, Frank.- La saga de � Dune �. 13 vol�menes. Ediciones de Bolsillo. Barcelona 2003. 9.- Mart�n Valent�n, F. J. Los magos del Antiguo Egipto. Editorial Oberon . 2002. Toda la obra. 10.-Mart�n Valent�n, F. J. Op. cit., 2002. P�g: 53 y 54. 11.- Bell, Cory. Literatura a simple vista.- Ediciones Celeste. Madrid, 2000. P�g: 12. 12.- Homero. Il�ada . 24 cantos. Biblioteca B�sica Credos. Madrid, 2000. 13.-Bahn, Paul G. Atlas Universal de Arqueolog�a . Editorial Libsa. Madrid, 2003. P�g: 52, 14.- McIntosh, Jane. Gu�a practica de Arqueolog�a. Editorial H. Blume. Madrid. 1987. P�g: 24. 15.-Keller, Werner. Y la Biblia ten�a raz�n. Editorial Omega.- 1972. 16.-Mart�n Valent�n, F. J. Op. cit., 2002. P�g: 61-65. 17.- Mart�n Valent�n, F. J. Op. cit. P�g: 101 a 112. 18.- Portal, Fr�d�ric du. Los s�mbolos de los egipcios. Editorial Obelisco. 1981. P�g: 23 a 74. 19.- Mart�n Valent�n, F. J. Op. cit. 2.002. P�g. 102 a 116. 20.- Silverman, David P y otros. El Antiguo Egipto. Editorial Blume. Barcelona, 2004. P�g: 100 y 101. 21.- Mart�n Valent�n, F. J. Op. cit. 2002. P�g: 122 y 123. 22.- Wallis Budge, E. A. Magia Egipcia.- Editorial Hum�nitas.- 1988. P�g: 11.
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