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La medicina en el Antiguo Egipto.

Por Dr. Jos� Ignacio Velasco Montes.

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EL EGIPTO GEOGR�FICO.

Egipto era un pa�s con un entorno manifiestamente hostil para sus habitantes. Era �Un don del Nilo�, pero ese mismo don[1] era un claro problema sanitario. El Nilo era llamado por los antiguos egipcios como �el gran r�o� y fue divinizado, pasando a ser el �Petri Nilo o Hapy Nilo�.

(Figura 1.)

Situado a lo largo de la vega del r�o m�s largo del mundo, el Nilo, no es sino una franja acu�tica que corta en dos partes una gran extensi�n de desierto y monta�as creando un h�bitat est� formado por una zona externa, el desierto o Desheret, �el rojo� y un breve espacio interior que establecen el r�o Nilo y una f�rtil y estrecha zona de tierra cultivable en ambas riberas, que es realmente Kemet, �la negra�, por el color de su rico suelo, resultado del ancestral dep�sito de aluvi�n que, a lo largo de siglos, ha aportado el gran r�o creando un �rea f�rtil conuna extensi�n total en torno a los 36.000 Km2. En ambas partes, tanto en el desierto cuando viv�an cerca de �l o ten�an que atravesarlo en caravanas, como en las zonas pr�ximas a la orilla, la agresi�n de la naturaleza a sus habitantes era manifiesta:�

1.- Luz cegadora.

2.- Polvo de arena y frecuentes Jamsin.�

3.- Manifiesto calor de d�a y acusado fr�o por la noche.�

4.- La existencia de un agradable r�o con, a veces abundante agua, pero plena de par�sitos, mosquitos, moscas y otros muchos insectos transmisores de enfermedades.

5.- Toda una amplia serie de peligros traum�ticos potenciales por lo agreste de la misma naturaleza, el trabajo de naturaleza manual y sin medios auxiliares y la continua lucha para sobrevivir.�

6.- Una alimentaci�n a veces abundante, pero con una gran monoton�a en la dieta o, en ocasiones, hambrunas generalizadas como consecuencia de grandes descensos de las crecidas del r�o o de todo lo contrario, con inundaciones tan intensas que el alto nivel alcanzado por el agua lo anegaba todo y se perd�an las cosechas. Debido a estas causas se han encontrado momias con se�ales de emaciaci�n, consunci�n y depauperaci�n, pero curiosamente no de raquitismo ya que, debido a la sempiterna presencia del sol, no es un cuadro cl�nico t�pico del �Pa�s de las Dos Orillas� y s� se encuentran se�ales de haber padecido largos periodos de hambre.

7.- De gran importancia en la existencia de enfermedades de diversa naturaleza, causadas por la propagaci�n debida a insectos de diferentes tipos, se deben al material usado en la construcci�n de las viviendas, generalmente hechas de adobe, un material refractario y aislante, lo que era de gran ayuda para aislarse del calor y el fr�o, pero al ser una mezcla de barro y paja picada, constitu�an una magn�fica base para el anidamiento de toda clase se insectos, como piojos, pulgas y otros artr�podos. La existencia de ratas, debida a la proximidad de residuos de los pueblos, hac�a de estos roedores otros habituales transmisores de enfermedades. Hasta tal punto era as� que los adobes se han usado, y se usan, como abono para las tierras, lo que ha hecho desaparecer muchos vestigios de yacimientos arqueol�gicos que hubieran ofrecido, sin duda, una gran riqueza de datos sobre la forma de vivir de la gente del pueblo, un aspecto poco conocido del Antiguo Egipto.

8.- La existencia de una amplia fauna de animales e insectos con posibilidades de manifiesto peligro en el agua y en la tierra: cocodrilos, hipop�tamos, serpientes, escorpiones, alacranes, ratas, leones, hienas, abejas, moscas, avispas y un largo etc�tera de nefastas posibilidades de agresiones en la vida corriente.�

(Figura 2)

A causa de este entorno agresivo, era end�mica, y en ocasiones epid�mica, la existencia de toda una serie de enfermedades locales {recordemos las �plagas� que, a veces, asolaban el pa�s} provocadas por la existencia de microorganismos y macroorganismos como: esquistosomiasis {bilarziosis}, poliomielitis, lehismaniosis,gota, lepra, afecciones virales como la poliomielitis, reumatismos, oncolog�a (neoplasias), arteriosclerosis y otras afecciones vasculares, tracoma, t�tanos, malaria (paludismo), anemias, tuberculosis, micosis, parasitosis intestinales por tenias, vermes y helmintos, bacterias y bacilos, etc�tera, que penetraban tanto por el agua ingerida como por la piel al trabajar o pasar por tierra secas y sobre todo por las h�medas como el barro, las ci�nagas o al mojarse en el mismo r�o Nilo y en los abundantes canales y marismas de la zona del Delta. A estas enfermedades se a�ad�an los continuos traumatismos de la vida cotidiana causados por el trabajo, los traslados, el hogar, la caza, la pesca y una alimentaci�n, siempre portadora de arena que daba lugar a un prematuro desgaste dental y a sus graves consecuencias para la salud y la alimentaci�n.

Debido a los citados factores de insalubridad, a los frecuentes traumatismos por accidentes laborales y a otros como los embarazos y partos, y una alta mortalidad infantil en los primeros a�os, la expectativa de vida era breve, siendo excepcional aquellos que llegaban a los 35 a�os [siendo la media de vida de 35 a�os para los hombres y de 30 para las mujeres por la desviaci�n estad�stica que produc�a el parto] Todo ello llevaba a sarc�fago, m�s o menos bello, con cierta premura.�

(Figura 3)

�La poblaci�n era, en tiempos del Imperio Antiguo, en torno al mill�n y medio de personas[2] y, debido a los citados problemas, el incremento demogr�fico era lento e inseguro, pues se alternaban estaciones con buenas cosechas con manifiestas �pocas de hambrunas o epidemias que se traduc�an en claros descensos de poblaci�n.�

LA INVESTIGACI�N Y� SUS POSIBILIDADES EN LA ACTUALIDAD.

La actual situaci�n de investigaci�n sobre grandes cantidades de momias, en lo que se ha dado en llamar �autopsias a momias�, ostensiblemente mostradas por la TV de forma cotidiana se iniciaron anta�o con el examen macrosc�pico de los restos en sesiones que llegaron a ser p�blicas bajo el curioso nombre de �Sesi�n de quitar las vendas a una momia� y que eran un acontecimiento social que se anunciaba en los peri�dicos. Sin embargo, con el tiempo se ha llegado a la posibilidad de emplear las nuevas t�cnicas de

(Figuras: 4 y 5)

�radiolog�a, esc�ner, T.A.C., R.M.N., etc�tera� o el perfeccionamiento de las t�cnicas de inspecci�n por endoscopias utilizando la fibra de vidrio como �ptica y la posibilidad de emplear el instrumental adjunto para la toma de muestras de tejidos para posteriores an�lisis en el campo de la paleohistolog�a, la bioqu�mica y la biolog�a molecular. A todo ello se puede a�adir el enorme paso adelante dado por la especializaci�n en temas afines y de gran utilidad para la egiptolog�a, como la paleopatolog�a forense y toda una serie de especialidades cuyo inicio es �paleo o antropos�, de las que podr�amos citar una larga lista, pero b�stenos con las citadas a las que se le puede a�adir, por su incremento de uso, que es la paleodontolog�a [con gran aportaci�n de datos no s�lo de la dentadura en s� misma, sino tambi�n una gran informaci�n sobre el h�bitat y el r�gimen alimenticio (Figura 6)][3] van dando un manifiesto avance en los conocimientos y en la seguridad de �stos.�� Las nuevas disciplinas de estudio del sexo para observar a partir de restos �nfimos, permiten el estudio de aspectos como localizaci�n y seguimiento de familias y movimientos de migraci�n y encontrar relaciones entre etnias. Y para colaborar en todo ello y disponer de un a�n m�s amplio abanico de posibilidades de comprobaci�n de supuestos, tenemos a nuestra disposici�n sofisticadas t�cnicas de laboratorio como el Carbono 14 (C14) para la dataci�n del tiempo transcurrido o el estudio del ADN a partir de restos �nfimos [aunque con limitaci�n en el tiempo en el caso de las momias egipcias debido al calor, que anda en torno a un l�mite de m�s o menos 300 a 500 a�os; mientras que en hielo el periodo aprovechable es muy superior, de miles de a�os {datos en discusi�n y sin verificar con exactitud}]

A todo lo dicho hasta ahora y para completar ese rico arsenal de posibilidades a favor del egipt�logo y de los arque�logos en general, hay que sumar los cada d�a m�s perfeccionados sistemas de espectr�grafos de gases, espectrofotometr�a, la microbiolog�a con sus cultivos desde bacterias a hongos y levaduras, pasando por potentes microscopios electr�nicos como complemento y ayuda a la citada paleohistolog�a, las enfermedades por virus y otras afecciones en las que el tama�o del causante es m�s que �nfimo, como las nanobacterias, por poner un ejemplo.

Y, no lo olvidemos, tan importante como todo lo dicho, debemos recordar el factor humano, la capacidad de investigaci�n y especializaci�n de miles de personas en todas estas disciplinas: hist�logos, anatomopat�logos, microbi�logos, qu�micos y bioqu�micos, radi�logos, estomat�logos, pat�logos forenses, historiadores, arque�logos y fil�logos y un largo etc�tera de especialidades, cuyo aprendizaje es con cada minuto, con cada d�a, un poco m�s dif�cil pues exige un sacrificio permanente para mantenerse al d�a en la constante renovaci�n de conocimientos y t�cnicas. Este conjunto de factores ha llevado, y nos sigue llevando inexorablemente, a un avance de conocimientos que nos pod�a parecer imposible no hace m�s de unas d�cadas.�

Figura 7)

TIPOS DE MEDICINA.

La medicina fue la rama de la ciencia que m�s popularidad alcanz� en el Antiguo Egipto, sobre todo al nivel internacional de aquellos momentos. Durante 3.000 a�os el Sunu egipcio tuvo fama en el mundo conocido, existiendo numerosos casos en los que reyes de otros pa�ses solicitaron m�dicos egipcios para resolver sus problemas. El primer m�dico con t�tulo que se conoce es Hesire[4]

(Figura 8)

�con gran renombre en la corte del rey Dyeser, ostentando el t�tulo de �Jefe de los dentistas y los m�dicos�. Coet�neo tenemos al visir, arquitecto y escritor Imhotep que, a sus muchas habilidades reconocidas, un�a la de Sunu, una faceta que le har�a tan famoso como arquitecto con el paso del tiempo.

El de m�dico era un t�tulo distinguido aunque no se sabe exactamente como se adquir�a y, de hecho, hab�a personajes que lo ten�an como a�adido a otros t�tulos y se duda que ejercieran la medicina. Hab�a, cada d�a se muestra m�s claramente, una clara especializaci�n en diversas patolog�as. La medicina, en su visi�n egipcia a lo largo del tiempo y desde hace unos 4.500 a�os, se realizaba desde varias perspectivas diferentes, no siempre claramente separadas, pues sol�an mezclarse, sumarse e incluso realizarse tratamientos mixtos, si bien, los pensamientos y nociones b�sicos eran independientes en su concepci�n inicial. Estas dos formas de enfocar la problem�tica de la salud hac�an que existieran, por lo menos, dos medicinas netamente diferentes y bien definidas:

1.- Medicina claramente f�sica, con una relaci�n y catarsis m�dico/paciente establecida y con conocimientos y remedios pr�cticos.

2.- Una medicina et�rea, m�gica, con intervenci�n de factores externos no f�sicos y que no se acompa�aban de una farmacopea palpable pero que, por razones de fecha y cultura, era casi tan importante [en algunos entornos m�s] como la anterior y que eran un claro recurso cuando fallaba la medicina basada en remedios materiales. Este aspecto incons�til, pero cotidiano e importante, era la magia y con ella el uso de talismanes.�

(Figura 9)

LOS SUNU O M�DICOS.

Al contrario de lo que se piensa y se ha pensado, no hab�a una clara conexi�n, sino ni siquiera una relaci�n de alg�n tipo medianamente insinuable entre los m�dicos y los embalsamadores. Estos �ltimos eran sacerdotes del dios Anubis, sin ninguna relaci�n con los vivos y sus enfermedades y, adem�s, no estaban muy bien considerados socialmente. No hay constancia, ni se han encontrado datos que indiquen que los m�dicos tomaran parte en la preparaci�n de momias para mejorar sus conocimientos de anatom�a.

La ense�anza a los futuros galenos, en las escuelas de medicina adscritas a Per-Anj, las �Casas de la Vida�, sobre la morfolog�a del cuerpo humano se realizaba, y �stos lo aprend�an, de forma emp�rica, mediante el estudio de textos antiguos basados en la observaci�n de animales y en el descuartizamiento de �stos. Los textos de anatom�a eran siempre muy antiguos, apenas renovados por el paso del tiempo, de un conservadurismo tradicional manifiesto.

Que eran diferentes especialidades la de m�dico y embalsamador queda bastante claro por la existencia de papiros m�dicos, dedicados a �stos [de los que conocemos bastantes y de los que hablaremos en una segunda parte de este trabajo], y tambi�n se sabe de la existencia de un papiro cuyo t�tulo es: �Tratado de lo que concierne a los embalsamadores

(Figura 10).

�Por tanto, nos debe quedar muy claro que embalsamar cad�veres era un tipo de trabajo que no ten�a nada que ver con el de los m�dicos y que, en consecuencia, �stos no practicaban ning�n tipo de autopsia o disecci�n que les permitiera saber realmente como era el humano en su interior. Es de suponer [no tengo datos y es s�lo una suposici�n] qu� de haber tenido otra curiosidad, los sunu no habr�an tenido dificultad para ver y aprender directamente en cuerpos humanos que, evidentemente, no les habr�an de faltar. Por el contrario, siglos despu�s, se produce la situaci�n contraria, un oscurantismo [de tipo religioso] que invade a la humanidad, por el que se proh�be la disecci�n del cad�ver durante siglos y si se logran avances, se debe a que en determinados sitios y fechas, algunos m�dicos arriesgaron sus vidas con disecciones e incluso con opiniones que les llevaron a la hoguera. Cuando este aspecto se liberaliza, situaci�n relativamente reciente en el tiempo, la medicina y la cirug�a inician un progreso manifiesto. Cabe citar aqu�, al menos como homenaje a Andreas Vesalio, (1.514-1.564) que es el creador de la anatom�a moderna.

Los sunu egipcios ten�an algunas ideas claras sobre la enfermedad y, sobre todo, de sus causas y acertaban al pensar que las pestes y otras muchas situaciones ominosas y aciagas estaban ligadas a las moscas y a los insectos, a la falta de agua e incluso a la ingesta de �sta y estaban equivocados en la concepci�n de la existencia de los vientos nefastos, todo lo cual deterioraba los alimentos y se produc�an enfermedades y hambrunas. Pero lo relacionaban y cre�an que la enfermedad era la expresi�n de una fuerza negativa exterior que provocaba un desequilibrio en sus cuerpos. Para combatir estas enfermedades o pestes dispon�an de una amplia panoplia de m�dicos:

1.- El m�dico denominado Sunu (swnw), era el especialista del primer tipo expuesto [medicina f�sica] y, por tanto, empleaba m�todos, medios y remedios f�sicos. El jerogl�fico que le representa y que, suponemos ser�a su se�al en el lugar en el que tuviera el equivalente a una consulta, inclu�a una �punta de flecha� (era el instrumento usado para abrir los abscesos), cuando se trataba de un m�dico no excesivamente especializado. El signo de una �flecha completa� se�alaba al cirujano, el artesano de las especialidades quir�rgicas. Por el contrario los especialistas cl�nicos, equivalentes a nuestro actuales internistas, muestran en su jerogl�fico (quiz�s se anunciaban as�) a un hombre sentado con una mano extendida y una especie de barre�o al lado [posiblemente una bacinilla, escupidera o equivalente] pues su medicina se basaba en la observaci�n de los s�ntomas y mirar, tocar, oler e incluso probar lo que m�dicamente denominamos emuntorios y que no son sino las excreciones de diversos tipos: esputos, orina, heces, menstruaci�n, sangre, v�mitos, etc�tera, que constitu�a la parte diagn�stica de su labor. Esta capacidad de observar y analizar las excreciones e interpretarlas, err�neamente o no, ya implica un nivel de conocimientos emp�ricos pero pr�cticos y de buena factura, con lo que demostraban que hab�an empezado a encontrar una relaci�n de causa-efecto entre el humano y sus excreciones[5]. Sin embargo, y aunque en general sus conceptos estuvieran equivocados, no dejaron de tener un nivel muy alto de conocimientos con respecto a sus coet�neos de otros puntos del planeta y de ah� su fama [no s�lo en medicina, sino en muchas otras disciplinas] a lo largo de la historia.

Hab�a m�dicos con un gran nivel de especializaci�n, que s�lo trataban ciertas partes del cuerpo como pod�an ser los dientes, el vientre, la piel, los ojos, la cabeza, etc�tera. Algunos, con el paso del tiempo y la experiencia, ampliaban su especialidad un tanto, pudiendo llegar a ser un poco m�s generalistas. En t�rminos generales, dado que la ense�anza parece ser que era buena, los m�dicos de cualquier especialidad ten�an muy buena altura dentro de su campo de acci�n y de las posibilidades y discernimiento del momento cronol�gico.

Un gran handicap para el ejercicio de la medicina en aquellas fechas era el desconocimiento de la anatom�a, como ya hemos dicho, y sin embargo s� ten�an muy claro el concepto de los conductos internos (los metu o met) con los que relacionaban muchas enfermedades[6] y as�, pod�an interpretar, a su modo, vinculando boca con ano y otras relaciones de canales, algunas de ellas manifiestamente err�neas, como la continuidad entre boca y vulva o boca y coraz�n. Sin embargo, sab�an tomar el pulso, cosa que hac�an en diversos puntos del cuerpo con distintas interpretaciones, pues realmente no pod�an manejar el n�mero de pulsaciones por unidad de tiempo, pero s� sabr�an interpretar otros aspectos, por comparaci�n con los latidos propios,como los aspectos de r�pido o lento, fuerte o d�bil e incluso su ausencia llegando a relacionarlos con el coraz�n, sobre el que pensaban que era el lugar en el que resid�a la inteligencia, el amor, la personalidad y otros aspectos que hoy sabemos equivocados[7]. Mereruka, una de las mastabas que siempre se ven, visir en la VI Dinast�a, tiene el t�tulo de m�dico.[8]

2.- Los sacerdotes Uabu de la diosa Sejmet, (shmt), llamada �La poderosa�, representada por una mujer con cabeza de leona, formaba tr�ada con Ptah de Menfis, del que era su esposa y Nefertum, el hijo de ambos. Sejmet estaba vinculada en la teolog�a solar con el dios sol Ra, por lo que se la llamaba tambi�n el �Ojo de Ra�. Esta diosa, de apariencia en ocasiones itif�lica [similar al dios Min] a pesar de ser hembra, lleg� a ser la patrona de los m�dicos. Estaba considerada, en uno de sus m�ltiples aspectos, como una diosa de gran crueldad, y era la encargada de expandir las pestes y las enfermedades. Pero era capaz tanto de causar como de curar las enfermedades de origen poco claro, las llamadas afecciones misteriosas e invisibles, es decir, aquellas que se encontraban dentro de la esfera m�stica o de las relaciones de los dioses con los hombres.

Dado su estatus y las ideas que se ten�an sobre ella, tambi�n se le llam� la �Se�ora de la Acacia�, lleg� a tener su propio entorno o cuerpo m�dico. Como los enfermos, cuando sus problemas no se solucionaban por otros medios, acud�an a ella buscando su protecci�n, sus sacerdotes, con esa vista comercial que siempre tiene el clero, acabaron convirti�ndose en m�dicos sanadores con un estilo diagn�stico y tratamientos muy particulares. Pero� �Eran m�dicos o magos del estado? Este tipo de m�dicos sol�an actuar de una forma clara en un momento muy especial de cada a�o: los �D�as epag�menos� o d�as de tr�nsito de un a�o a otro, al final de la estaci�n seca, momento terrible, sin agua, con posibles epidemias, por infecci�n y que se denominaban: �La peste del a�o� o �Iadet Renpet�. Durante estos d�as, se realizaban plegarias en todos los templos de Egipto para apaciguar a la diosa Sejmet y lograr que �ste recondujera su poder hacia un sentido positivo Para curar, se usaba la magia invoc�ndola[9]. Los genios malos que empleaba la diosa Sejmet eran de tres tipos y con tres misiones:�

  • �El Upatyu o mensajero.�

  • �El Jatyu o causante del mal.�

  • �Los Shemayu o invocantes de la c�lera de la diosa.

Para luchar contra todo esto, interven�an unos sacerdotes espec�ficos, eran los sacerdotes Uabu de la diosa Sejmet, llamados tambi�n Uab Sejmet. Era un cuerpo sacerdotal taumat�rgico, capaces de realizar o hacedores de milagros. Estos sacerdotes, de gran poder, no eran m�dicos civiles tipo Sunu (aunque tambi�n muchos de ellos eran, adem�s, m�dicos civiles o Sunu y aunque una gran proporci�n de los m�dicos Uabu eran Sunu, no era lo mismo al rev�s.)

Mientras que los m�dicos Sunu hac�an un ejercicio de la medicina con criterios t�cnicos y cient�ficos, los sacerdotes o m�dicos Uabu de la diosa Sejmet ejerc�an otro tipo de medicina, ya que cuando actuaban como Uabu, aunque fueran m�dicos Sunu, su actuaci�n era m�gica y dirigida a apaciguar a la diosa y mantener y prolongar la vida de sus pacientes. Pocas personas llegaban a una edad longeva, y hasta tal punto era as�, que a los ancianos, en el jerogl�fico que los representa, se les dibuja con la ayuda de un bast�n, �ndice de que el uso del bast�n como sistema ortop�dico era conocido. En la� se puede ver un anciano ayud�ndose con un bast�n, en pen�ltima fila, a la derecha.

(Figura 11) 10

La vida era considerada como: �Un don de la diosa leona Sejmet�. Sus sacerdotes trataban de curar por otros medios, pero no se les pod�a considerar curanderos, ni eran funcionarios exclusivamente religiosos. Hab�an sido educados en las escuelas de medicina de las �Casas de la vida�. Eran pues unos m�dicos, en cierto modo, con unos grandes niveles de conocimiento en ocasiones. As�, algunos eran: Uab + Sunu. Pero a estas dos especialidades se le pod�an sumar, en algunos casos, cotas todav�a superiores como ser adem�s: Mer Hekau (jefe de magos), e incluso a�adir a su curr�culum el t�tulo de Ur Sunu (Gran M�dico) todo lo cual les daba una altura o estatus muy superior al de un Sunu corriente. Los sacerdotes Uab Sejmet, se les reconoc�a con facilidad por el uso de su cetro exclusivo, el llamado Cetro Sejem. Los Uabu ejerc�an un arte cuya finalidad era suprimir la enfermedad y en lo posible evitar la muerte. Eran magos muy cultos y expertos en: literatura sagrada, magia, astronom�a, astrolog�a, alquimia, medicina y muchos otros aspectos del acervo cultural del momento, siendo evidentemente escribas con el m�s alto nivel de conocimientos�

(Figura 11).

�Su misi�n era luchar y convencer a la cruel diosa Sejmet para que se mostrara en otra sus manifestaciones como la de la ben�fica y casi humana diosa-gata Bastet.

  • Los sacerdotes Jery-Heb. Eran los sacerdotes-lectores, eran sencillamente otro tipo de m�dicos dentro del grupo de los espirituales, es decir dentro del �mbito o frontera entre lo humano y lo divino, teniendo, por dem�s, una clara relaci�n con la diosa Sejmet

  • Los Sau o magos. Trabajaban sobre la interdependencia entre la naturaleza y los dioses, es decir en la conexi�n entre lo f�sico y lo inmaterial y por ello su actuaci�n entraba dentro de un mundo que veremos al estudiar las relaciones de la magia y la medicina en el Antiguo Egipto.

  • Los Jerep, o sacerdotes de la diosa escorpi�n Serket (diosa protectora del cuerpo en la tumba), que si bien no podemos considerarlos como m�dicos, ejerc�an algo parecido en lo referente a las picaduras de escorpiones, tar�ntulas, v�boras y serpientes (nada infrecuentes) y acab� siendo la diosa considerada como el mejor remedio contra estos males, por lo que sus sacerdotes, con un claro sentido de la oportunidad, se ocupaban de todo el procedimiento de tratar este tipo de lesiones, incluyendo el uso de talismanes o amuletos que serv�an de protecci�n al llevarlos colgados del cuello o los tatuajes que tan de moda llegaron a estar.�

M�DICOS Y/O SACERDOTES

Por lo dicho hasta ahora, parece desprenderse que la mayor�a de los m�dicos eran a la vez sacerdotes, pero no fue exactamente as�. Los m�dicos pod�an ser o no sacerdotes, pero los hab�a tambi�n totalmente civiles, generalmente eran escribas sobresalientes que alcanzaban un a�n m�s alto nivel social. Siempre se ha dicho, sin una base s�lida, que la condici�n de m�dico, como a veces se puede leer de los escribas, implicaba la de ser sacerdote; pero no est� claro que fuera obligatoriamente as�. Se supone que los mejores m�dicos sab�an leer y escribir por cuanto la transmisi�n de los conocimientos era generalmente por escrito, adem�s del uso, lo m�s frecuente, de la v�a oral. Se ha comprobado de conocidos m�dicos de los que se han encontrado datos en sus tumbas o por epigraf�as de estelas, que dispon�an de unas grandes y completas bibliotecas personales con todo lo conocido y que, el propietario, iba incrementando con sus experiencias personales y las de compa�eros. De este modo dichos conocimientos y experiencias pasaban a los que les suced�an en el tiempo: las siguientes generaciones.

Los m�todos de trabajo eran variados, pero en muchos casos a los remedios f�sicos (vegetales y minerales) y ortop�dicos�

Figura 13),

�se le a�ad�a un valor muy importante �los ruegos a los dioses o las imprecaciones contra ellos para alejarlos y que desapareciera su acci�n�. Se usaba mucho la EQUIPARACI�N, o identificaci�n de hechos divinos, realmente dentro del mundo de la mitolog�a o supuestas acciones o gestos de ese dios, con las realidades del paciente en el mundo f�sico (en la Tierra) y al establecer ese paralelismo se trataba de conseguir un remedio emp�tico al indicarle al dios que el humano en tratamiento se encontraba en una situaci�n similar a la que el dios sufri� en su momento y que en su mano se encontraba la posibilidad de poner remedio.

�D�NDE Y COMO SE FORMABAN LOS M�DICOS?

El m�dico egipcio, que pod�a ser o no, sacerdote, si sol�a ser un iniciado, si entendemos este concepto como el de hombre instruido, que no portador de secretos esot�ricos especiales, como a veces se lee. Estaban muy bien considerados en todo el mundo conocido; se les tomaba como los mejores existentes, hasta tal punto que eran, en cierto modo, una mercanc�a o riqueza exportable. Su fama proven�a de la magn�fica educaci�n recibida Las escuelas de medicina eran zonas anexas a los templos que formaban las Per-Anj o Casas de la Vida (se supone pues no hay muchos datos sobre este aspecto del estudio de la medicina) y se basaba en leer textos muy antiguos en los que se expon�a un saber ya arcano, desfasado y lleno de magia, m�s que en el estudio de una medicina pr�ctica y evolucionada. En La medicina egipcia se mezclaban, desde tiempos pret�ritos, los tratamientos con productos y drogas, con las imprecaciones, la magia[10] y los amuletos en diversos materiales: oro (nebu), plata, electr�n, marfil, piedras semipreciosas, todos los cuales llevaban reproducidas las figuras de signos o dioses y diosas.

En cuanto al ejercicio de la profesi�n parece ser que exist�a una medicina gratuita y estatal, que estaba ligada a las construcciones y otros servicios que se inclu�an en los llamados �Trabajos del rey�, incluyendo expediciones de diverso tipo e incursiones militares.

Exist�a adem�s otra medicina, de tipo particular, por la que se pagaba, y se hac�a este pago de la forma t�pica de los primeros tiempos, en especie: grano, aves, pan, cerveza o vino, etc�tera. Y m�s adelante, cuando surgen las precursores de las monedas, en forma de anillos de diversos metales que van a recibir los nombres de deben, kites, shat, kedet, etc...

Se ha dicho que ten�an un conocimiento profundo del cuerpo humano, lo que les daba un nivel muy superior al de los m�dicos de otros pa�ses. Sin embargo, esto es m�s un concepto m�s te�rico que real. La verdad es que si bien en medicina general eran aceptablemente buenos, en cirug�a estaban relativamente atrasados y no pasaron de un nivel elemental. Las trepanaciones, de las que se habla en �Sinuh� el egipcio� de Mika Waltari, han contribuido a crear una imagen de sunu que no tiene nada que ver con la realidad. Sin embargo, por la gran frecuencia de los accidentes de trabajo en las obras moviendo y manejando grandes piedras, s� llegaron a tener un cierto dominio de las t�cnicas de reducci�n e inmovilizaci�n de fracturas, as� como al llegar a un cierto conocimiento sobre las heridas y su tratamiento. Pero el arte de la cirug�a sufr�a de un cierto debido a tres razones:

  • Escasos conocimientos anat�micos.

  • Escasos conocimientos de fisiolog�a.

  • La gran simpleza del instrumental del que dispon�an para practicar la cirug�a.

Sin embargo, igualmente hay que aceptar que s� dispon�an de algo, como el instrumental que se encuentra grabado en las paredes del templo de Kom Ombo, que visto por un cirujano, como es nuestro caso, queda uno gratamente sorprendido al ver como ya contaban con f�rceps, pinzas y un sinf�n m�s de material de gran parecido al actual en su concepto funcional. Pero�, debemos recordar que este arsenal grabado en Kom Ombo es ya de un periodo muy avanzado de la historia de Egipto: el final de la civilizaci�n y �poca Ptolemaica.

Entre el material que se puede ver encontramos desde tijeras a equipos de enemas, desde sondas a ventosas, pasando por f�rceps para dientes, erinas para separaci�n de bordes de heridas, cuchillos, esp�tulas, sierra de amputaciones, pinzas y cauterios, escalpelos y bistur�s, etc�tera, todo ello de cobre endurecido por impurezas en primeras �pocas, posteriormente de bronce en �pocas algo m�s avanzadas y finalmente de hierro.

Her�doto[11] [que habla m�s de o�das que de realidades] dice que los m�dicos egipcios �eran todos especialistas en todo� y que no los hab�a especializados en medicina o en cirug�a. Los �papiros m�dicos� hablan de este tema, como es el �Libro de las Heridas�, es decir, el Papiro de Smith y en todo caso se habla de enfermedades y diagn�sticos, muy adecuados, pero nunca se habla realmente, de una manera clara, de cirug�a y t�cnicas quir�rgicas. Y es que en este campo no se pas� de la cirug�a menor, como curar heridas, abrir for�nculos, extirpar peque�os tumores externos o reducir e inmovilizar las fracturas mediante entablillado. La anestesia era en cierto modo inexistente y se arreglaba con conjuros m�gicos y alg�n medicamento con efecto analg�sico o drogas que ligeramente adormec�an. Sobre este tema de las drogas en el Antiguo Egipto, remito al lector a los dos trabajos que se encuentran en esta misma biblioteca virtual, de los que es autora M� Bego�a del Casal, en la que se trata con profundidad esta tem�tica. En aquellas lejanas �pocas el paciente deb�a aguantar el dolor, suponemos, por los tres m�todos m�s antiguos usados como anestesia:�

  • Alcohol o drogas que consiguieran atontar y bajar el umbral doloroso del paciente.

  • Algo en la boca para morder.�

  • Unos buenos mozos sujet�ndolo para dejar al cirujano realizar la labor. Y, si revisamos la �Historia de la Medicina�, veremos que la anestesia como tal es muy reciente y el postrero aserto de que el dolor hab�a que soportarlo, se ha mantenido hasta muy pocos a�os atr�s, cuando un dentista descubri� y empez� a usar el gas hilarante o �Gas de la Risa�.

Los m�dicos de la �poca ten�an un mediano conocimiento {aunque con claros errores} de la anatom�a (sobre todo en los periodos avanzados de la historia), la fisiolog�a y la enfermedad y se basaban en el concepto de que el coraz�n era el centro del organismo para todas las funciones pues en �l resid�an el alma, la facultad de razonar, el car�cter y el temperamento, las emociones, sentimientos, recuerdos y experiencia, etc�tera.Curiosamente, la idea que ten�an anat�micamente del cuerpo era un poco parecida a la imagen que daba el Nilo y sus ramales naturales. El cuerpo ven�a a ser como una red de canales intercomunicados, los Metu [Metu = canal]. Todos ellos se reun�an en un punto o dep�sito, el Ib como coraz�n f�sico [hab�a un Ib tambi�n, como amuleto, en color rojo, existiendo ejemplares de granate de una gran belleza] y en �l entraban y sal�an los canales con las cosas buenas y malas: hab�a canales de comida, para las l�grimas, conductos del semen, de paso para el aire, canales para las heces, para la orina, para la sangre, etc�tera. A las sustancias da�inas, que circulaban por esos conductos y que causaban las enfermedades se les denominaban los Uehedu.

Sab�an que el coraz�n lat�a y comparaban el pulso del paciente con el propio, pero no conoc�an la circulaci�n de la sangre, ni diferenciaban venas de arterias y por lo tanto no sab�an que la sangre circulante volv�a al coraz�n tras pasar por los pulmones donde se regeneraba con la respiraci�n. Cre�an que las enfermedades eran obstrucciones de los Metu o canales, de los que estaba lleno el cuerpo. En consecuencia, la salud no era, para ellos, otra cosa que una buena circulaci�n por los Metu. Si una mujer no era f�rtil, se deb�a a que ten�a obstruidos los Metu sexuales. La constipaci�n (estre�imiento) era considerada como una de las causas m�s importante de enfermedades, por lo que los laxantes y / o sus equivalentes mec�nicos, eran {emp�ricamente} muy utilizados. La entrada de enfermedades se deb�a a la llegada a los Metu, por los orificios naturales del cuerpo: boca, ano, fosas nasales, vagina y meato, ojos y o�dos de los Uehedu da�inos. Pero sab�an bien que esas noxas nocivas ten�an su entrada principalmente por alimentos en mal estado. Pero tambi�n supon�an, que pod�an originarse de forma primaria en los intestinos, por lo que los m�dicos pon�an mucha atenci�n en la evacuaci�n de las heces, que observaban atentamente en todos sus caracteres organol�pticos para el diagn�stico, y su m�s leve alteraci�n, sobre todo el estre�imiento, les hac�a emplear, como terap�utica, enemas, vomitivos y, sobre todo, ayunos cada 3 o 4 d�as para restaurar una funci�n que consideraban alterada y para la que el reposo alimenticio, la dietam�nima o absoluta, ser�a su mejor cura.

LA TITULACI�N M�DICA

Los t�tulos (aunque realmente no se sabe como se consegu�an) eran muchos, pero s�lo indicaremos una peque�a parte de ellos. El lector interesado puede encontrar una larga lista en �Gentes del Valle del Nilo�, p�ginas: 219 a 221. Los t�tulos m�s sobresalientes, en un r�pido recorrido, ser�an:

A.- M�dicos Reales o del Palacio. Ten�an una categor�a especial pues eran los que atend�an al rey y a su familia.

B.- Doctor Jefe del Norte y del Sur. Era una especie de Ministro de Sanidad.

C.- Maestros de M�dicos. Eran los Catedr�ticos de esa �poca.

D.- M�dico Supervisor.

E.- M�dico Inspector.

F.- M�dico Ordinario.

Esta constatada la existencia de algunas mujeres con el t�tulo de m�dico, y que ejercieron la profesi�n, aunque por los datos que se tienen fueron casos excepcionales. Si existieron el equivalente a las actuales matronas, mujeres especializadas en la atenci�n a las parturienta, pero realmente era un grupo que no se les consideraba dentro del gremio m�dico La fisiolog�a femenina, bien conocida en aquellas �pocas.

(Figura 14)

�No s�lo se arreglaban para estar lo m�s hermosas posible, sino que evidentemente sab�an que embarazos y partos no s�lo eran peligrosos, sino que tambi�n robaban parte de su hermosura. Est� muy claro que ten�an una palpable idea de causa-efecto entre el coito y el embarazo [aunque con graves errores de concepto, como el uso del coito oral cuando la mujer no conceb�a por la v�a natural] Ten�an un claro concepto del uso de los anticonceptivos, de tipo mec�nico {m�todos obstructivos de la vagina} y en parte qu�mico {a�adido de ciertas substancias al tap�n vaginal}, e incluso dos sistemas por parte del var�n para evitar un embarazo no deseado, como el �Coitus Interruptus y el Coitus Obstructus�. Adem�s se recurr�a, por parte de las mujeres, a los sahumerios, duchas vaginales, amuletos protectores y tatuajes. Todos estos mecanismos, recib�an el euf�nico nombre de �Desviaciones de la pre�ez�. Y todo este aspecto de las afecciones o el mundo de la mujer, curiosamente era un mundo aparte ya que, y a pesar de la gran igualdad entre la mujer y el hombre, t�pica de esta civilizaci�n, todo lo referente a los ciclos o periodos femeninos y lo correspondiente al parto, era considerado impuro y la mujer quedaba en una especie de cuarentena que, por fortuna, solo duraba en torno a una o dos semanas.

La realidad es que quedan muchos misterios por desentra�ar en el Antiguo Egipto, como muchas de las im�genes de Tut-Anj-Am�n , o el extra�o aspecto de Aj-en-At�n

(Figura 16) (Figura 17)

Pero de este tema y de muchos otros, hablaremos en la segunda parte sobre la medicina y los m�dicos en el Antiguo Egipto.

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PIES DE FOTOGRAF�AS.

Figura 1.- Las dos orillas del Nilo.

Figura 2.- El Nilo divide Egipto en dos partes.

Figura 3.- Antes o despu�s se acababa en un sarc�fago.

Figura 4.- La momia de Tut-Anj-Am�n en el T.A.C.

Figura 5.- T.A.C. de cuerpo de Tut-Anj-Am�n.

Figura 6.- Radiograf�a oral de una momia.

Figura 7.- Radiograf�a de un f�mur de Tut-Anj-Am�n.

Figura 8.- Hesire, el primer Sunu conocido.

Figura 9.- Una amplia colecci�n de talismanes.

Figura 10.- El rostro de una momia bien conservada.

Figura 11.- La imagen de un anciano con bast�n.

Figura 12.- El escriba: tan culto que serv�a para casi todo.

Figura 13.- La poliomielitis ya ten�a sus v�ctimas.

Figura 14.- La belleza era contraria a los partos frecuentes.

Figura 15.- Cada hombre debe tener una gran mujer.

Figura 16.- Radiograf�a de cr�neo de Tut-Anj-Am�n.

Figura 17.- La extra�a silueta de Tut: �S�ndrome de Marfan?

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[5] Cuenca-Estrella, M & Barba, Raquel.- La medicina en el Antiguo Egipto. Edita Aldebar�n, Madrid 2.004. P�g. 60.

[6] Cuenca-Estrella, M & Barba, Raquel. Op. Cit., 2.004.- P�g. 62.

[7] Parra Ortiz, Jos� Miguel, Gentes del Valle del Nilo. Los m�dicos: la salud es lo primero. Editorial Complutense 2.003.- P�g. 211 � 239.

[8] Ib�dem. P�g. 219.

[9] Mart�n Valent�n, Francisco J. Los magos del Antiguo Egipto. Editorial Ober�n.-2.002. P�g. 73 � 172.

[10] Mart�n Valent�n, Francisco J. Op. cit., 2.002. P�g. 102 � 118.

[11] Her�doto de Halicarnaso. Historia Libro II (I-IV). Costumbres de los egipcios. Biblioteca Cl�sica Credos. P�g. 35 -98.

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