Las momias egipcias vuelven a ser exhibidas

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Ya son varias las momias egipcias que han vuelto a su lugar en el Museo de El Cairo, en el Salón N° 56. Estaban amenazadas por la inexorable descomposición, razón por la cual no se permitía visitarlas desde 1980. Pero gracias a la labor de un reconocido científico, Nasry Iskander, esos tesoros arqueológicos pueden ser exhibidos nuevamente.

Algunas de las más famosas momias egipcias han vuelto a su lugar en el Museo de El Cairo, el Salón N° 56. Los ejemplares estaban amenazadas por la inexorable descomposición, razón por la cual no se permitía visitarlas desde 1980. Pero gracias a la labor de un científico egipcio, Nasry Iskander, esos tesoros arqueológicos pueden ser exhibidos nuevamente

Cuando Iskander, habla de Henettawi sus ojos brillan de entusiasmo. Tras once meses de paciente e intenso trabajo, el arqueólogo logró que su momia predilecta se viese tal como lucía hace 3.000 años.

Cuidadosamente tuvo que ir desprendiendo el tejido del rostro y del cuello del espécimen, y reemplazarlo por uno nuevo.

Fue la reina de la dinastía XXI quien puso a prueba la habilidad de Iskander, porque los antiguos momificadores ensayaron en ella una nueva mezcla. Esa composición era aparentemente inofensiva, estaba compuesta por natrón - carbonato sódico que se encuentra en la naturaleza en estado cristalino-, aceites y aserrín, que con el correr de los siglos, fueron degradando su cuerpo.

Gracias a la labor de ese científico, Henettawi pudo regresar al salón 56 del famoso Museo de Egipto, dedicado a las momias. El lugar permanecía cerrado desde el año 1980, por orden del entonces presidente Annuar Sadat y por respeto a los muertos.

Junto a ella también volvieron Sekenenre I y II, la reina Maritanum, Ramsés II, Ramsés IV, Thutmosis II, Thutmosis IV y Sethos I. De ahora en más, todos los cuerpos se conservan en vitrinas herméticas y son iluminadas tenuemente por luces que no liberan radiación infrarroja.

Dentro de los féretros de vidrio se mantiene una temperatura constante de 20°C, una atmósfera con poco oxígeno y mucho nitrógeno, y la humedad es del 40 por ciento.

El microclima estable es el mismo que se encuentra en los profundos sepulcros de piedra del Valle de los Reyes, en el Alto Egipto. Allí los muertos eran inhumados tras un procedimiento de conservación que duraba unos 70 años.

En el antiguo Egipto, los embalsamadores comenzaban su trabajo extrayéndole el cerebro a los cadáveres. Lo hacían a través de la nariz y utilizaban para ello unos ganchos. Luego le removían las vísceras de la cavidad abdominal y deshidrataban el cuerpo apilando a su alrededor piedras ricas en natrón.

A su vez, colocaban cebollas debajo de los párpados y posteriormente rellenaban el vientre con aserrín de coníferas. Para finalizar, envolvían a la momia con unos 100 metros de venda perfumada.

De ese modo, los muertos descansaron durante milenios, pero se deterioraron cuando los profanadores y arqueólogos violaron los sellos de las tumbas.

A mediados del siglo XIX, desenvolver y cortar momias eran entretenimientos comunes para las altas sociedades de París, Berlín y Londres. Especímenes pulverizados eran puestos a la venta como droga curativa bajo el nombre de “Mumia vera Aegytica”.

Los arqueólogos no siempre trataron piadosamente a sus propios hallazgos. El famoso Howard Carter, quien en 1922 descubrió la tumba de Tutankhamón, partió al faraón en cuatro partes al sacarle la venda que lo recubría.

A su vez, el gran número de público que atraían las momias resultó ser perjudicial en cuanto a su conservación, sobre todo por la transpiración de los numerosos visitantes.

Antes, cuando el aire estaba viciado simplemente se abrían las ventanas para ventilar. Y hoy, gracias a los adelantos de la tecnología y de la ciencia, las momias están a mejor resguardo.

Fuente: http://www.agencianova.com/nota.asp?n=2006_2_1&id=28405