El vidrio en el Antiguo Egipto.

   
En mitad de la nada se encuentra el único yacimiento de cristal líbico que existe en el mundo. En un área minúscula en mitad del desierto Líbico se encuentra el único yacimiento conocido de una roca más rara que el diamante y bautizada como cristal líbico. De aspecto lechoso, el cristal de sílice se encuentra en mitad de los corredores que forman las cadenas de dunas. Su origen podría estar en el impacto de un meteorito, hace 29 millones de años. Una temperatura y una presión extraordinarias habrían dado origen a la misteriosa materia. Tal vez ese origen incierto esté detrás de la atracción que suscita desde la antigüedad.

En el Museo Arqueológico de El Cairo se conserva el tesoro funerario de Tut-anj-Amón. Pues bien, la parte central del pectoral del faraón (una joya que le cubría el pecho) representa un escarabajo alado coronado por el 'wadj', el amuleto egipcio que representa un ojo. Se creía que el cuerpo y la cabeza del insecto estaban tallados en calcedonia. Pero 
no. Hace seis años un científico demostró que la pieza era de cristal líbico, una piedra única en el mundo perseguida hace ya 3.000 años por los egipcios. «Las altísimas temperaturas y la presión brutal provocadas por aquella colisión crearon esta piedra singular que mereció estar junto a un rey-dios en su último viaje», explica Álvaro.

El desierto Líbico, un infierno dentro del infierno, ha dado a luz un puñado de leyendas. Como la del ejército desaparecido. Hace 2.500 años el rey persa Cambises II acudió a consultar el oráculo de Amón. El sacerdote auguró la derrota de los invasores. Cambises, contrariado, juró vengarse, armó un ejército de 50.000 hombres y marchó hacia el templo para derruirlo. En su expedición, los guerreros se internaron en el Mar de Arena. Nunca más se supo de ellos. ¿Qué pasó? Puede que el 'kibli', el sofocante viento del Sur,agostara a la crema del ejército persa y que bajo las dunas, embalsamados por la arena, el calor y el tiempo, duerma desde hace 25 siglos una cohorte de armaduras, escudos, venablos y esqueletos: el sueño de cualquier arqueólogo.

El paraíso perdido

En ese mismo escenario sin nombre se encontraría también el legendario oasis de Zarzura, citado en 'Las mil y una noches'. Según los relatos de los beduinos, Zarzura dormita en el corazón del desierto custodiado por un pájaro blanco. Sólo los hombres más valientes podrán llegar a él y disfrutar de sus tesoros. En el oasis, bajo las palmeras, yace 
también una reina durmiente que sólo puede ser despertada con un beso. Almásy quedó seducido por la leyenda del paraíso perdido. En 1932 inició una expedición en su busca. El noble creyó avistarlo desde su avión en una zona de Jilf al Kabir.

Cerca de allí descubriría la gruta con pinturas rupestres prehistóricas con los famosos 'nadadores del desierto', la evidencia de que el desierto fue en un tiempo un fértil enclave rebosante de agua.



Fuente: El Correo Digital
http://servicios.elcorreodigital.com/vizcaya/pg050206/prensa/noticias/
Sociedad/200502/06/VIZ-SOC-066.html
Autor: J. Méndez